jueves, 5 de mayo de 2011

" EL RENEGADO"




Una novela histórica ambientada en torno al archipiélago de Alhucemas. Donde su protagonista, el renegado Joaquín Ibáñez, participó decisivamente en el rescate de los marinos del cañonero “General Concha”, cautivos de los rifeños en el año 1913

Hace pocas fechas, el 29 de abril, y dentro de los eventos organizados en la población gaditana del Puerto de Santa María por su Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia, con ocasión de la Fiesta del Libro, retrasada este año por el tardío desarrollo de la Semana Santa. Fue presentada la primera obra escrita por Alberto Boutellier Caparrós, una fabulación con base histórica y desarrollo entre España y el Norte de Marruecos. Magnífica recuperación, puesta en valor de unos sucesos que por su enorme calado despertaron la atención de los españoles de hace casi un siglo, de 1913. Pues no en vano dieron forma además de a multitud de páginas en los principales diarios y semanarios nacionales, a la edición de romances de ciego, tarjetas postales e incluso una colección de cromos. Unos casi olvidados documentos que han llegado hasta nuestros días como reliquias de un tiempo ahora revivido gracias a la espléndida novela de Alberto Boutellier, “El Renegado ( El Moro Joaquín ).
La magnifica presentación de esta obra, a cargo de Manuel Pico, presidente de la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia, Juan Gómez, Doctor en Historia y académico, así como del propio Alberto Boutellier, se encuentra insertada en Internet: wwwfiestasdelpuerto.com. y de ella resaltamos las muy acertadas palabras pronunciadas por Juan Gómez, imprescindibles para valorar en toda su extensión esta novela, las cuales a continuación reproducimos:



El Renegado. El moro Joaquín
El libro que hoy presentamos es fruto del trabajo y de la imaginación de su autor. Del trabajo porque toda obra literaria lleva consigo muchas horas de dedicación, de consulta, de correcciones, de vuelta a empezar, que todo aquel que haya tenido la aventura de escribir conoce bien lo que digo. De la imaginación, porque el autor tiene que ponerse en la piel de sus personajes, pensar como ellos lo harían y vivir, en cierto modo, sus peripecias de forma que realidad y ficción se mezclan en la mente del escritor.
De ambas cosas este libro está sobradamente completo. Su autor ha dedicado horas y horas a su desarrollo al igual que ha tenido que meterse en la vida de sus personajes y vivirla para darle la mayor verosimilitud.
El libro publicado por la Editorial Círculo Rojo, un grupo editorial afincado en Almería que ha revolucionado con sus métodos de edición y distribución el panorama literario español, consta de 272 páginas con cubierta de solapas y cartulina plastificada. En la cubierta un acertado montaje de “Moros corriendo la pólvora” de Francisco Lameyer con el penal de Alhucemas al fondo. En su interior algunas fotografías históricas del buque General Concha así como del protagonista de la novela.
El autor, ALBERTO BOUTELLIER CAPARRÓS, nace en Málaga el 3l de octubre de 1933. Casado, con seis hijos y residente en El Puerto de Santa María desde hace 37 años
Hijo de Alberto Boutellier, militar (Comandante de Infantería) fallecido a los 45 años y de María Antonia Caparrós. Como hijo de militar, tuvo numerosos cambios de residencia; nacido en Málaga, a los tres meses se traslada a Melilla y a partir de ahí tuvo otras residencias: Madrid, Ceuta, Cartagena, Murcia, Valle de Arán, Lérida, último destino de su padre porque fallecería poco después. A partir de entonces ingresa en el Colegio de Huérfanos del Ejército en Valladolid, regresa a Melilla, Nador, Ben Tieb, Monte Arruit, Madrid, Barcelona, Bilbao, Sevilla (15 años) y por último El Puerto de Santa María. Demasiado movimiento, por eso, cuando hace 40 años aparece por la “cuesta del chorizo” del Cerro San Cristóbal y ve la Bahía, se dice, ¡aquí quiero vivir el resto de mi vida!
Bachiller superior, en Colegios Maristas, formación en el Colegio de Huérfanos para el ingreso en la Escuela General Militar. Cursos permanentes de dirección de empresas, Curso de Dirección para impartir formación a mandos intermedios a través de Tea Cegos, Goldmand y Orgemer. Hablado y escribe el francés, habla catalán, conocimientos de inglés e italiano y residuales de árabe (bereber).


Actividad profesional:
De 1950 a 1958 funcionario administrativo en el Servicio de Intervenciones del Protectorado de Marruecos. De 1959 a 1962 Vendedor de aspiradores a domicilio en Madrid, a los seis meses Director para Andalucía tras formación en Barcelona. De 1963 a 1974 Director para Andalucía de la multinacional Balay y los últimos tres años como Director nacional de Ventas. De 1975 a 1977 Director general de Sades en el Puerto de Santa Maria
Desde 1978, creador de la empresa Verdi (pequeña cadena de tiendas de instrumentos musicales) El Puerto, 2 en Jerez, Rota, y depósitos en San Fernando y Ubrique. En 1985 creador de la empresa Video Verdi que después se convertiría en Sociedad Cooperativa prestando servicios de audiovisuales, traducción simultánea, stands feriales y demás servicios especializados en congresos convenciones e incentivos, siendo la primera productora de video en instalarse en Andalucía, incluso antes que Canal Sur. Además de la dirección, llevó la locución y creación de guiones de cuantos documentales se produjeron y se siguen produciendo.
Viajero empedernido tanto en viajes profesionales: Arts-Menagers Paris, Milán, Dusseldorf, Tokio, Kyoto y Osaka, como en viajes de placer: Portugal, Francia, Luxemburgo, Holanda, Bélgica, Inglaterra, Alemania, Austria, Italia, Yugoslavia, Marruecos y Tailandia.
Desde joven siempre he escrito algo aunque ha terminado en algún cajón. Como también heredó de su padre la afición a la pintura (del que dice fue un gran pintor). Solo tras abandonar por la forzada jubilación la vida activa empresarial, ha comenzado a cultivar la afición a la pintura a través de paisajes, bodegones y especialmente retratos.
Con respecto a la literatura, varios blogs y colaboraciones en algún diario le han ido liberando de la timidez hasta que decide afrontar la posibilidad de escribir una novela. Hoy tiene material escrito para la publicación de otras novelas, así como una gran cantidad de artículos, relatos cortos y poesía, a la que se he aproximado también tímidamente, siendo el soneto su expresión poética preferida.


Por completar su perfil puedo decir que se confiesa católico, lo que en un mundo fuertemente laico es todo un mérito el confesarlo. Políticamente siempre se he considerado un moderado, aunque eso de situarse en el centro le parece que es no comprometerse. Apunta en sus confesiones que últimamente se estoy volviendo ácrata. La verdad es que en estos momentos de incertidumbre es comprensible el mostrarse un poco escéptico con la sociedad que nos rodea.
Pero dejemos a nuestro autor y hablemos de su obra, una ópera prima de la que a buen seguro causará una muy buena impresión en los futuros lectores como me produjo a mí cuando la leí.
Desde hace tres décadas para acá ha proliferado en el panorama literario internacional, y muy en particular en el español, la novela histórica. La mezcla entre la realidad y la ficción ha sido en los últimos tiempos el ingrediente de multitud de obras que han llenado los escaparates y las estanterías de nuestras librerías. Y es que el pasado se nos presenta a los hombres y mujeres de nuestro tiempo como una aventura y como un proceso encadenado de acciones que han ido modelando el mundo actual. Tal vez la falta de un objetivo actual como nación nos lleve a recrearnos en tiempos pasados, en los que buscamos, no solo nuestra identidad, sino, tal vez, respuesta a nuestras inquietudes.


Es por ello que quizás nuestro autor ha buscado en un hecho pretérito de nuestra historia la respuesta a la nostalgia de quien vivió los paisajes y la sociedad que retrata en su libro. La guerra de África, mejor llamada la de Marruecos, ha sido una gran desconocida de nuestra historia. Tal vez porque nunca contó con el beneplácito del pueblo que veía como sus hijos, los que no podían librarse con dinero de la obligación militar, morían por una tierra árida, desconocida y, casi seguro por oscuros intereses de la aristocracia española. Esta guerra, desencadenante de la caída de gobiernos, fue vista por los españoles de a pie como una sangría de jóvenes que morían sin saber el verdadero motivo de la contienda. Y, no solo, supuso la sangría de vidas humanas, sino que creó una imagen del “moro” que aún perdura en nuestro subconsciente colectivo.
Esta imagen del moro queda bien definida con la mención que el autor hace de una descripción aparecida en el Heraldo de Melilla sobre el rifeño (Pág. 202).LEER.
Y es que esta novela es también un descubrimiento del mundo del Rif de los primeros años del siglo pasado, de sus gentes, de sus costumbres y de su modo de entender la vida. El autor ha querido en todo momento salvar esa imagen del moro mezquino y traidor introduciendo en su obra la figura del rifeño Laarbi, quien compartirá protagonismo con nuestro personaje.
Pero, ¿quién es este protagonista que da título a la obra? El moro Joaquín es un personaje histórico que vivió realmente muchos de los sucesos que el autor narra en la novela. Su vida en el penal de Alhucemas, luego entre la cábilas rifeñas, su intervención en los sucesos del naufragio del General Concha y el indulto concedido por Alfonso XIII, forman la trama histórica que da pie a la segunda parte de la novela donde el contexto histórico y los hechos se acercan más a la realidad. No voy a desvelar más del argumento de la novela pues gran parte de su mérito se debe al descubrimiento que página tras página el lector va a realizar. La fuerza de su lenguaje directo, casi cinematográfico, enganchará al lector, ávido en cada momento de seguir descubriendo lo que oculta la siguiente página.


He dicho que nuestro personaje es un personaje real del que me vais a permitir que desvele alguno de sus secretos que el autor no ha querido desvelar en su obra. Y es que la ficción cuenta también en la novela histórica como parte fundamental del desarrollo literario de la misma. Es falso, como algún medio de la época apunta, que fuera condenado por matar a su novia. Su historia es otra y se remonta a finales del siglo XIX.
El 15 de junio de 1892, el periódico El Liberal, daba la noticia del asesinato ocurrido la noche del 7 al 8, en San Perpétua de Moncada (Barcelona) de los esposos Rafael Llonch, de setenta años, y su esposa, Josefa Borrás de sesenta y cuatro. Ambos habían sido asesinados con un hacha y se había detenido a un individuo llamado “Quim Requilador, aragonés que pronto había de contraer matrimonio. El móvil al parecer había sido el robo al encontrarse la casa revuelta y los cajones de la cómoda rotos.


Esta pequeña reseña no era más que el anuncio de lo que la prensa vendría a llamar el crimen de Moncada. El 27 de mayo de 1893, la Audiencia de Barcelona conocía el veredicto dictado por el jurado por el asunto del crimen de Moncada. Hallaban al detenido culpable de la muerte de los esposos, de haber entrado en la casa con ánimo de robar y de haber tenido intención de matar al llevar un hacha que le había prestado un amigo la noche anterior, con lo que encontraban intención de causar la muerte de las víctimas. El autor del crimen hizo una descripción de los hechos durante el juicio en el que pretendía demostrar que no había tenido intención de causar daño ni de robar. Contó cómo la víctima le debía dinero de una comisión que le había prometido por la venta de una caballería. Que al presentarse en su casa para reclamarla, el señor Llonch no quiso darle los cuatro duros que le debía, le insultó y que él le golpeó con el hacha. Luego subió a ver a la esposa para reclamar el dinero y ésta le llamó pillín, le arañó en un brazo y que para defenderse utilizó el mango del hacha que portaba.
Lo cierto es que todo parece surrealista si no fuera porque estos hechos son ciertos según relato de la prensa de la época. La Audiencia condenaba al autor a la pena de muerte en garrote e indemnizar a los hijos de las víctimas con 3.000 pesetas.
Días más tarde, el periódico El Día, se hacía eco en su ejemplar de 13 de octubre, de la confirmación de la sentencia por parte del Tribunal Supremo a la que el condenado había recurrido.


El viernes 27 de octubre de 1893, la Gaceta de Madrid publicaba la conmutación de la pena de muerte por la de cadena perpetua a Joaquín Ibáñez Bellido, autor de los hechos conocidos como el Crimen de Moncada. El cumplimiento habría de hacerlo en el penal de Alhucemas… pero esto ya es otra historia, a la que os invito os sumerjáis leyendo esta novela que hoy presentamos. Una historia que nos va a introducir en los prolegómenos de una guerra colonial y en el accidente del cañonero General Concha en 1913, uno de los pocos barcos de nuestra flota que se salvaron del desastre del 98.
Si esta es la historia real de nuestro personaje, no es menos apasionante la fabulación que del mismo realiza nuestro autor. Una fabulación de la que no voy a dar ninguna pista a la espera de que disfrutéis con su lectura. Espero que la obra os enganche desde el primer momento como lo hizo conmigo. La impaciencia por conocer los sucesos que el autor con cierta maestría nos va desvelando, hace que la obra se lea de un tirón. Así pues, con un lenguaje directo y con diálogos llenos de humanidad que nos puede llevar a ponernos de parte del protagonista; lo que no deja en cierto modo de ser peligroso. Pero por otra parte nos enseña que la remisión de la culpa es posible.


Queda, pues, felicitar a su autor, animarle para que pronto podamos ver otras obras que a buen seguro nos deleitarán como ésta lo ha hecho.


Juan Gómez

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