martes, 26 de agosto de 2008

FEDERICO PITA ESPELOSÍN

Aproximación a un olvidado intelectual de la Melilla de comienzos del siglo XX
Federico Pita Espelosín : militar, africanista y abogado

Juan Díez Sánchez


Introducción

Federico Pita es una figura singular en el panorama de nuestro pasado histórico más reciente. Vinculado a Melilla entre los años 1898 y 1904, así como el periodo comprendido entre 1922 y 1936, su talento y profunda huella permanece en los archivos, bibliotecas y hemerotecas a la espera del oportuno estudio y reconocimiento.

Hijo del Capitán de Infantería Federico Pita Caramas e Isabel Espelosín Suárez de Daza, nació en La Habana, Cuba, el 26 de octubre de 1874. Ingresando en 1893 en el Ejército, donde luego de mil avatares alcanzó el empleo de Comandante de Infantería.

Hombre de confianza del General Angel Aznar y Butigieg, siguió a éste como Ayudante de Campo en importantes destinos, incluyendo el de Ministro de la Guerra, lo que le reportó un gran conocimiento de los entresijos del poder.

Pita contrajo matrimonio en 1899 con María Molina Ferrer. Y quince años más tarde, en 1915 logró el título de Licenciado en Derecho.

Fue nombrado en 1907 académico de la Real Academia de La Coruña, y de la Real Academia Hispanoamericana de Artes y Ciencias de Cádiz, en el año 1915.


Vida militar

Ingresó en el Ejército en Madrid en el mes de diciembre de 1893 y después de ascender a cabo por elección en el año 1894, al año siguiente fue nuevamente ascendido, esta vez a sargento y otra vez por elección.

Estando destinado en Bilbao como sargento, formó parte de un Batallón expedicionario que tuvo destino Cuba, desembarcando en la Habana en septiembre de 1896. Teniendo aquí oportunidad de participar en algunos combates así como realizar el examen de ingreso de la Academia de Infantería, de la que saldría once meses después, a finales de 1897 como segundo teniente. Luego de terminar con aprovechamiento un plan de estudios con cursos abreviados. Por los servicios prestados en Cuba, se le concedió la Cruz de Plata del Mérito Militar con distintivo rojo.

Como oficial su primer destino estuvo en Melilla en 1898, inicialmente en el Regimiento Melilla número 2 y luego en el Batallón Disciplinario, hasta el mes de febrero de 1904, cuando abandonó la ciudad.

Entre los años 1908 y 1919 ejerció como Ayudante de Campo del General Angel Aznar Butiggiay, en sus diferentes altos cometidos: Capitán General de las 8ª y 1ª región, Ministro de la Guerra, Comandante General del Cuerpo de Inválidos, Director General de la Guardia Civil, Comandante General de Alabarderos, Jefe de la Casa Militar de su Majestad Alfonso XIII y finalmente Presidente del Consejo Supremo de Guerra y Marina. En el mes de enero de 1911, como Ayudante de Campo del Ministro de la Guerra, formó parte del séquito del Rey Alfonso XIII en su segunda visita a Melilla.

En 1919, año en que asciende a Comandante, fue designado Sargento Mayor de la Plaza de Pontevedra, para luego, hasta octubre de 1922 ejercer de Juez Permanente de Causas de la 1ª región.

Desde finales de 1922, cuando regresó a Melilla, y hasta junio de 1923, laboró en Tropas y Asuntos Indígenas, para después, hasta septiembre de 1925 ocupar destino en la Mehal-la-Jalifiana de Tafersit núm. 5.

Después permanecería como disponible voluntario, situación que concluyó en el mes de julio de 1931, cuando obtuvo el retiro en el Ejército. Luego que en abril de ese año prometiera por su honor servir bien y fielmente a la República.

Iniciada la Guerra Civil española y contando ya 62 años de edad, volvió a las armas. A la dirección de Movilización, Instrucción y Recuperación, luego al Batallón de Guarnición núm. 337, en Segovia, y por último nuevamente a la Jefatura de Movilización.

Debemos destacar que estando en Segovia, en enero de 1938, salió con su unidad para Toledo, con la finalidad de cubrir el frente de Riaza. Y que meses después, en septiembre partió con su Batallón para Marruecos, prestando servicio en el Zoco Arbaa de Beni – Hassan.


Condecoraciones

El carácter inquieto y aplicado de Federico Pita lo llevó durante su carrera militar a conseguir numerosas distinciones. Sus estudios militares y africanistas merecieron felicitaciones, menciones honoríficas, las gracias de sus superiores e incluso varios premios en metálico.

Por su reiterado acreditado valor ante el adversario en acciones de guerra, fue recompensado tanto en Cuba como en Marruecos con cruces del Mérito Militar. Apareciendo también citado como distinguido en algunos combates. Y por los importantes servicios prestados en el Ministerio de la Guerra, en 1911 se le otorgó la Cruz de la Orden de Carlos III, al igual que anteriormente, en 1901 la Cruz Roja Española le concedió su Medalla de Oro.

Finalmente, debemos indicar que en los años 1905 y 1908 nuestro entrañable oficial del Ejército participó con trabajos sobre estudios militares en dos exposiciones internacionales. Obteniendo en ambas merecidos reconocimientos. En la primera, celebrada en Lieja, Bélgica, fue premiado con una Medalla de Oro. Mientras que en la segunda, que tuvo lugar en Burdeos, Francia, consiguió Medalla de Plata.


Escritor africanista

El hecho de haber permanecido entre los años 1898 y 1904 destinado en Melilla, ciudad entonces destinada a servir de punto de partida para la prevista acción de España en Marruecos. Hizo que el entusiasta e inquieto Federico Pita se sintiera atraído por los temas norteafricanos, dedicando parte de su esfuerzo intelectual a escribir algunos libros sobre el tema.

Pronto, en el mismo año 1898 y seguro que fruto de su estancia como destacado en el archipiélago de Alhucemas entre los días 27 de enero y 7 de julio, de ese año. Pita publicó un folleto de 52 páginas, “Algo sobre la tribu de Bocoya”, una zona marroquí próxima.

Por entonces nuestro joven teniente también se ocupaba de diversos problemas del país, escribiendo sobre ellos en revistas y diarios de tirada nacional , tan prestigiosos como “El Ejército Español”, “La Correspondencia Militar”, “El Heraldo”, “El Imparcial”, “Nuevo Mundo”, “Esfera”, “A.B.C.” y “Blanco y Negro”.

En 1902 y en colaboración con Manuel Luque, redactó el folleto “Estudio sobre el pasado, presente y futuro de nuestras aspiraciones en Marruecos”. Y al año siguiente de abandonar Melilla, en 1905 dio a la luz la obra “Estudios sobre Marruecos”.

En el año 1907, el ascenso a Capitán sorprendió a Federico Pita en Argelia efectuando prácticas en el Ejército francés como agregado en el Regimiento núm. 1 de Tiradores de guarnición en Blida. Una estancia que le repostó el material y experiencia suficientes para realizar el trabajo “La Argelia Francesa”, así como el nombramiento por el Ejército galo de miembro de la orden Nichem de Hekikier.

Después escribiría “La Acción militar de España en Africa a través de los tiempos”, y “Lo que hemos hecho y lo que debimos hacer en el Protectorado Español”.

Su vuelta a Melilla en noviembre de 1922 e incorporación a la Subinspección de Tropas y Asuntos Indígenas, y nombramiento al mes siguiente como Interventor Militar de Sidi Dris El Riffi, nombrado Aamel del Rif. Lo llevó a involucrarse en una polémica que alcanzaría dimensión nacional.

Recordemos como en 1922, en un momento de inestabilidad política y desorientación en cuanto al rumbo a tomar en los asuntos de Marruecos, el Gobierno español decidió otorgar autonomía administrativa al Rif bajo su control, para contrarrestar la insulgencia liderada por Abdelkrim. Intento que fracasó rotundamente, en buena medida por el interés mercantilista de Sidi Dris, y que incluso obligó a Pita en 1923 a viajar hasta Madrid para explicar una situación tildada en la prensa nacional como de gran escándalo.

Entonces las posiciones avanzadas en el vecino Marruecos eran frecuentemente atacadas, sin que éstas pudieran ejercer más acciones que las defensivas por estar prohibido de forma tajante desde 1922 los avances y operaciones de castigo. De acuerdo con los planes pacifistas del Gobierno de turno. Inaguantable situación duramente criticada por los militares que veían caer multitud de compañeros, especialmente de las fuerzas de choque, legionarios y regulares, a cambio de nada. Un estado vergonzante que igualmente produjo descontento social en una Melilla que conoció el relevo de seis comandantes generales desde julio de 1921 hasta mediados del año 1924.

El amplio conocimiento de este asunto llevó a Pita, mediado el mes de junio de 1925 a publicar la obra de 125 páginas titulada “El Amalato del Rif”, del cual el diario local ”El Telegrama del Rif” en su sección Bibliografía, se referiría con estas palabras:

“Un nuevo opúsculo del fecundo escritor y culto africanista Federico Pita, acerca de la discutida implantación del Amalato del Rif...”

La experiencia lograda en contacto con las tropas marroquíes igualmente la plasmó en la memoria “Misión política y táctica de las fuerzas indígenas en nuestra Zona de Protectorado...”. Para finalmente en 1934 publicar “Unos cuantos meses de observación en la Capital del Protectorado”.

El siempre atrayente costumbrismo y religiosidad marroquí también lo reflejaría en trabajos como “El Aspecto Religioso – Musulmán en la Zona Oriental de Nuestro Protectorado”, “Justicia Musulmana. Apuntes y Comentarios sobre Legislación Musulmana y Derecho Consuetudinario”, “Por tierra de Africa: Mezquitas y Santones”, “Mujeres Arabes” y “Por tierras de Quebdana. Cabo de Agua” ( 1929 ).

Igualmente, de temática militar redactó varios trabajos que merecieron el reconocimiento de sus superiores. E incluso en 1920 el Rey dispuso se le diera las gracias en su Real nombre a Federico Pita como premio a su laboriosidad y amor al estudio.


Hombre de leyes

Figura muy responsable y erudita, siendo bastante joven al igual que se interesó por los temas africanos, los asuntos legales también debieron de complacerle. Pues ya en los años 1901 y 1903, siendo Teniente, actuó como defensor de compañeros en causas solventadas ante el Consejo Superior de Guerra y Marina.

Tras años de escarceos con el mundo de las leyes, no dudaría en profundizar en su estudio. Obteniendo en 1914 por la Universidad Central de Madrid el título de Licenciado en Derecho. Al año siguiente, 1915, volvería a ejercer de defensor en un par de procesos, para en 1919 y recién ascendido a Comandante, desempeñar el cargo de Juez Permanente de la Primera Región Militar.

En la imprenta melillense “Gráficas Postal Exprés”, en 1922 publicó “Unas cuantas defensas”, uno de cuyos ejemplares se conserva en la biblioteca Cándido Lobera del Hospital del Rey, en Melilla la Vieja.

Luego de regresar a Melilla, en el transcurso del año 1924 fue nombrado Presidente de la ponencia técnica formada para redactar un proyecto de reglamento táctico, una cartilla y una libretas militar para las tropas de la Mehal–la. Por cuyo trabajo sería felicitado. Y asimismo marchó algún tiempo a Madrid para defender a un Comandante de Artillería.

En 1930 se le concedió una mención honorífica por su colaboración en la redacción del trabajo “Memorándum Jurídico Militar”. Pero antes, a partir del mes de septiembre de 1925, cuando pasó a la situación de disponible voluntario, Federico Pita comenzó a ejercer la abogacía en Melilla. Constando en la prensa local que tenía despacho en 1926 en el número 1 2º de la calle Castelar. Y en 1933 en el número 11 de la calle General Marina. En 1936 formaba parte de la Junta de Gobierno del Ilustre Colegio de Abogados de Melilla, ejerciendo el importante cargo de secretario.


Figura pública

En nuestra ciudad, Melilla, la imagen del pundonoroso Federico Pita no pasó desapercibida en ninguna de sus dos estancias. Por su elevado espíritu de compromiso con sus conciudadanos. Así el 2 de septiembre de 1900 dio vida como director, a la publicación bisemanal titulada “PROGRESO DE MELILLA”. Un periódico redactado por oficiales del Ejército de efímera existencia, pues dejó de salir en junio de 1901.

En 1925 ocupó el cargo de Vicepresidente de la Sección de Ciencias Morales y Políticas del Ateneo de Melilla. Importante e influyente centro cultural en donde además impartió charlas acerca de temas tan diversos como “La mujer musulmana” ( marzo de 1925 ), “Melilla y su economía” ( abril de 1926 ), ante la crisis comercial derivada del nacimiento de la población de Villa Sanjurjo, hoy denominada Alhucemas, en Marruecos, o sobre “Educación obrera” ( noviembre de 1928 ).

En marzo de 1926 le correspondió el honor se figurar como primer firmante de una convocatoria destinada a agrupar, estrechar lazos, entre la Colonia Gallega en Melilla. Y años más tarde ocupó la Presidencia de la Asociación de Estudios Coloniales de Melilla.

La irrupción de la Política en Melilla, al autorizarse los partidos políticos y celebrar sus primeras elecciones municipales en 1931. Encontró en Federico Pita a un entusiasta seguidor del ideario propuesto por el Partido Unión Republicana, al que se afilió y donde incluso ocupó cargos como el de secretario y vicesecretario. En nuestra ciudad también formaron parte de los cuadros directivos de este partido, figuras tan señaladas como Carlos Echeguren, José María Burgos Nicolás. Ramiro Ramos, así como Carmelo y Luis Abellán.


Colofón

Federico Pita Espelosín fue un oficial paradigmático, representativo de todos aquellos cultos militares y civiles patriotas, que de mil y una formas, en los albores del siglo XX aportaron todo su conocimiento, esfuerzo e incluso la vida por el bien del país.

Como casi todas las personas sacrificadas, Pita no tendría su merecido y anhelado reconocimiento público. Una vez más, la experiencia alcanzada con el discurrir de los años lo llevaría a la frustración, cansancio y desengaño. Y prueba de ellos fue su libro “Del Protectorado Español en Marruecos. Unos cuantos meses de observación en la capital de la Zona Española”, publicado en nuestra ciudad en 1933, concretamente en los talleres tipográficos “La Ibérica”, propiedad del ilustre periodista local Nicolás Pérez Muñoz Cerisola. Obra en la que plasmó su angustia, al mismo tiempo que trazó un breve perfil autobiográfico. Así en su inicio y bajo el epígrafe “Unas líneas de exordio”, confesó Pita :

“ He estado en Africa desde el año 1898 al 1904 y desde el año 1922 hasta la fecha, interviniendo en momentos de paz y de guerra...dado conferencias sobre nuestra acción política, militar y económica, y en este periodo de treinta y cuatro años, estudiando, leyendo y viendo, he obtenido las consecuencia lógica...”

Para a continuación mostrar su pesar porque después de muchos años de trabajo,

“ no llegó a figurar entre los que forman la lista de ILUSTRES AFRICANISTAS, acaso por ser más ESPAÑOLISTA y menos INDIVIDUALISTA, en su modo de pensar. Al recordar cosas escritas en 1898 y ver la realidad de muchas ellas...reconocerán...que no hemos procedido por interés determinado y menos, personal”

Nuestro tan sincero como altruista hombre de leyes, falleció en Madrid en el mes de abril de 1944, a la edad de 69 años. Trascendiendo la noticia a los melillenses a través de las páginas del diario local “El Telegrama del Rif” del 30 de abril de ese año 1944, donde se le calificó de “antiguo y querido amigo. Comandante de Infantería y abogado muy conocido en Melilla”.

Pasados más de sesenta años de su ausencia, la trayectoria humana de Federico Pita, en sus muchas facetas, clama por ahondar en su conocimiento. Especialmente relevante en el frugaz desarrollo del Amalato del Rif y como prestigioso abogado en Melilla.

3 comentarios:

PECE dijo...

¡Vaya! Parece que te ha entrado la fiebre posteadora.

De este personaje me sorprende su participación en la guerra civil del lado del bando rebelde (nacional), cuando durante la República fue miembro del partido Unión Republicana no sólo como afiliado o simpatizante, sino incluso desempeñando varios cargos del mismo. Curiosa ambigüedad.

Leona Catalana dijo...

Se acabó. Ya no podras editar más en el blog de JoPo
Te lo prohibo

Juan Díez dijo...

Hola Pece:
No es tan curiosa la actuación de F. Pita durante la II República y posterior Guerra Civil. Muchos republicanos se decantaron por los sublevados en razón de encontrarse en zona nacional. E incluso optaron fervientemente por el bando conservador por razón de supervivencia.Otros lo hicieron plenamente convencido, tras resultar desengañado de los excelentes ideales propugnados por la República; pero desastrosos resultados. Y es que las situaciones que polarizan a la sociedad y las guerras son muy malas.
Nadie puede asegurar lo que haría al encontrarse en tal trance.