FIESTA EN MELILLA POR LA LIBERACION
DE LOS PRISIONEROS DE IZARRORA
Texto extraído del libro del Teniente coronel Gonzalo Calvo, “España en Marruecos,1910 – 1913. Acción de España en las regiones de Larache, Alcázar, Ceuta y Melilla. Con el relato de la Campaña del Rif en 1911 – 1912”.
Casa editorial Maucci, Barcelona, 1913.
CAMPAÑA DEL KERT ( Zona próxima a Melilla: 1911 – 1912 )
“Capítulo XXIII
Los prisioneros del regimiento de Melilla 59.- Las primeras noticias.- Una carta.- envío de socorros.- Otra carta.-Negociaciones de rescate.- La vida de los cautivos.- Los prisioneros moros.- Cartas del cantinero a su mujer y de los cautivos al capitán Barbeta.- Una misiva de Mizzian.- Preliminares del canje.- El canje suspendido.-
Al día siguiente.- El canje se realiza. El Hach Amar y el general Aizpuru.- Los prisioneros.- Lo que contaron.- La llegada a Melilla.- El capitán general y los prisioneros.- Más detalles.- consideraciones.- El capitán Barbeta.
Al día siguiente del combate de 27 de diciembre ( 1911 ) se dijo en Melilla que los moros tenía en su poder algunos soldados del regimiento de Melilla que habían sido hechos prisioneros en Zarrora, pues sus cadáveres no aparecía: el día 31 un moro de Benisicar dijo en la Plaza que en el campamento de Bu Ermana tenían los rebeldes ocho soldados españoles y un cantinero prisioneros. Como era natural, se guardó reserva hasta saber algo cierto sobre el asunto. Los indígenas decían que estos soldados se habían defendido en una casa del poblado hasta agotar las municiones, que mataron muchos rifeños y que al lanzarse después los moros al ataque lucharon cuerpo a cuerpo y les cogieron a casi todos ya heridos, llevándoselos a su campo sin violencia.
Comisionado el ilustrado africanista capitán de artillería señor Barbeta, gran conocedor de las costumbres y uso de los moros y que además contaba con la amistad personal de muchos jefes de las cábilas, entre quieres es muy conocido y apreciado, éste empezó por procurar a los prisioneros, por conducto de un indígena, papel y lápiz para que dijeran lo que deseasen, y les daba la noticia de que establecerían gestiones para su rescate.
Algunos días después recibió la siguiente carta:
“Marruecos 7 enero de 1912. Muy señor mío y de nuestro mayor aprecio. Con mucha alegría hemos recibido su grata carta del 4, que nos ha llenado de alegría y tristeza, pues de cinco cartas que llevamos escritas a Melilla no hemos sabido una palabra. También hacemos a usted saber como desde el día que recibimos esa carta esperamos marchar para Melilla…”
El paisano era cantinero y tenía su mujer en Melilla. A esta le escribió varias cartas que recibió, conservándolas.
Se les enviaron ropas interiores y de paño, zapatos gorras y capotes, pues se quejaban de frío, según dijo el indígena, por habérseles destrozado la ropa en el combate, curas individuales, agua fenicada y medicamentos. Se les escribió una sentida carta llena de frases patrióticas y de consuelo para alentarles y se les preguntaba acerca de sus heridas.
El día 13 se recibió otra carta que decía:
“Hemos recibido los medicamentos y la ropa. Por lo que nos dice usted que desea conocer nuestros nombres…”
Recibióse también una carta de los jefes rebeldes:
“Nos mencionan que pongamos en libertad a los soldados que cogimos en el combate de Izarrora; si ahora deseáis que les libertemos poned vosotros en libertad a Bocoya y demás musulmanes… En cuanto a la guerra, es dispuesta por Dios; nosotros combatimos por defender nuestro terreno, así es que vosotros sabréis lo que debéis hacer para obtener la paz de parte de los cabileños del Rif…”
Los prisioneros escribieron otra diciendo:
“ Os hacemos saber que hallándonos nueve soldados del regimiento de Melilla, número 59, en poder de los moros, se ha presentado un indígena a visitarnos donde nos tienen, hermano de uno que se encuentra preso en Cabrerizas Altas, llamado Amar Ben Hamar. Desearíamos que hicieran lo posible por ver se le pueden sacar… Se portan muy bien con nosotros. Todos los días nos traen cuanto tienen; de modo que no podemos pagar el bien que ese moro nos hace…”
Las familias de los harkeños que teníamos nosotros prisioneros eran las que cuidaban de los soldados y del cantinero, haciendo los hombres de ellas guardia día y noche para evitar, tanto su evasión, como el que algún fanático atentase contra su vida, pero les tenían en libertad, pudiendo pasear por los alrededores de la casa que les servía de prisión, pagando también un intérprete y un curandero; lo cual hacía a diario y a prorrateo. La casa donde les tenían estaba en el aduar de Enenuyan, de Bu Ermana.
Los prisioneros que nosotros teníamos eran:
De Beni Said, Mohamed Ben Ali, amar Ben Hammú, Amar u Mansur.
De Tensaman, Mohamed Mizian, Fakir Mohamed Ben hach.
De Gomara, Mohamed Ben Ali.
De Beni Utlicheg, Moh Ben Mohamed, Mohamed Ben Abd Al Lah Ben Bu Media.
De Gueznaya, Mohamed Ben Usegug, Abd al lah Ben Duduh, Mohamed Ben Mohamed Akhá.
Uno de ellos tenía 15 años y se cogió herido por proyectil de cañón el 12 de septiembre, teniéndosele que amputar una pierna. Cuando se le recogió se le creía muerto, estando cubierto de heridas en brazos y piernas.
El día 31 la mujer del cantinero prisionero, que dio a luz una niña durante el cautiverio de su esposo, recibió una carta de la que era portador un moro muy conocido en la Plaza.
En ella asegura Andrés San Nicolás que tanto él como los demás prisioneros siguen sin novedad…” Dolores, me mandarás ropa interior, calcetines y un pañuelo, pues el que tenía me lo quitaron los moros el día que salieron a robarme. No lo eches en olvido que me hace mucha falta. También deseo que le escribas a mi padre, que se encuentra en Murcia, y que quiere venir a Melilla. Le dices a la señorita que haga el favor de sacarte el permiso para que desembarque en esa”.
La misiva, como las anteriores, está escrita con lápiz tinta.
El portador de esta carta entregó otra al capitán de Ceriñola don Ricardo Canaluche, suscrita también por el desgraciado cantinero…
Al día siguiente se enviaron al cantinero Andrés los efectos que pedía en sus cartas. El capitán Barbeta les participaba en la carta ( de respuesta ) que por lo pronto, vendrían los heridos, pues a éstos les entregaban sin condiciones, según informes que tenían de los jefes de la harka.
El capitán Barbeta había recibido la siguiente carta del Mizzian( Jefe principal de los indígenas rebeldes ):
“Al señor capitán Barbeta:
La salud sea vuestra parte y para vos hemos recibido vuestra carta…
Estamos conforme con el contenido y con la indicación de poner en libertad a los prisioneros por vuestra mediación. Os autorizamos para ello si Dios quiere, porque hemos sabido que vuestra influencia y palabra permanecen fuertes y sinceras…”
El día 8 fueron conducidos a Yazanen los trece presos que se encontraban en las cárceles de Melilla y el día 9 los siete que condujo desde Alhucemas el Princesa de Asturias… Los moros prisioneros cantaban en el interior del coche NET, que les llevó cómodamente.
A las dos avisaron los observadores que numeroso grupo descendía del ( monte ) Mauru. Poco después se presentó uno de los parlamentarios, anunciando que eran los prisioneros españoles.
De Yazanen fueron a Tifasor los 13 prisioneros de Melilla, los 7 de Alhucemas y el escuadrón de Lusitania.
Tifasor es posición militar admirable.
Sobre el arroyo del mismo nombre, de agua cristalina… El campamento es pintoresco en extremo. Tiendas hay pocas, pero todo el mundo duerme a cubierto. Se han construido casucas morunas de piedra y barro con techumbre de palos, ramaje, una capa de tierra, y sobre ésta tejas de pita… En los parapetos hay cobertizos que proporcionan abrigo a las fuerzas de servicio nocturno.
De Tifasor sale el batallón del teniente coronel Iglesias y el escuadrón Acero, que ocupan posiciones estratégicas en Imehiaten. A cubierto de las chumberas hay grupitos de Benibugafar afectos, con sus fusiles. La policía indígena avanza con los capitanes Barbeta, Coronel y Villegas, teniente Barba y médico Lazo.
En el monte que domina Xamar por el Norte aparece un grupo de moros, del que se destacan tres o cuatro para conferenciar con los oficiales de nuestra policía.
El general Aizpuru ( hace pocos días había sido ascendido a general de brigada ) con varios jefes y oficiales, Rivera, redactor de El Imparcial, Zegri redactor artístico de Nuevo Mundo y el reporter de El Telegrama del Rif, avanzaron, llevando delante los prisioneros indígenas, muchachos muchos de ellos, a los que se había devuelto el dinero que tenían al ser capturados. Iban contentísimos. El cojito conducido a lomos de un mulo. Cuando se detuvieron saltó a tierra con increíble agilidad, y valido de sus muletas consiguió siguió a los compañeros.
Dejemos la palabra a un testigo presencia ( descripción tomada del Telegrama del Rif ):
“La noche avanza. Son las cinco y media y la conferencia entre los parlamentarios y los oficiales se prolonga…
Se acercan varios de la harka, parientes de los prisioneros. Se saludan con efusión, se besan en la frente y se estrechan las manos. Estamos a mil metros del enemigo. Allá, tras el montículo están los soldados y el cantinero…
Cuando creemos que el reconocimiento de los prisioneros ha sido satisfactorio, dice un bocoya: Faltan dos de mi familia, y no puede hacerse el canje.
Nueva conferencia, nueva intervención del capitán Barbeta… Allá en el
Monte celebran junta los rifeños…
La noche cierra y el general dispone el regreso a Tifasor, mandando decir a la harka que al siguiente día se hará el canje porque es demasiado tarde.
El momento de dar media vuelta, frente al enemigo, llevándonos sus prisioneros, puede ser peligroso. El general Aizpuru, frío, imperturbable… comunica órdenes. El regreso se hará lentamente, por escalones. Si suena un tiro, se concentrarán las fuerzas…
Los prisioneros van sueltos entre dos filas de soldados…
Se camina en silencio, sin fumar para no ofrecer puntos de referencia. La noche está fría. Llovizna… Es una marcha de prueba. En los cuatro kilómetros se emplean cerca de dos horas. A las nueve entramos en Tifasor. No ha ocurrido el menor incidente… En el último trecho nos alumbran soldados con farolillos …para cruzar el arroyo Tifasor…
Cerca de las diez de la mañana entraba en Tifasor un enviado de la harka. Era de Bocoya, hermano de los dos presos que faltan.
Conferenció con los capitanes Barbeta y Coronel. La entrevista fue muy larga. Nuestros oficiales se esforzaban por convencerle de que serían liberados… Al fin se dio por convencido el moro. Hubimos también de comunicarle aquel propósito y contestó:
- Me basta la palabra que me dan en nombre del general. Voy enseguida para que traigan los prisioneros.
Como garantía firmó el capitán Barbeta una cuartilla, haciendo constar que no se demoraría la libertad de los dos indígenas objeto del litigio…
A la una y media aparecieron coronadas por moros las alturas de Xamar… Acto continuo forma el batallón del comandante Rodríguez Criado y el escuadrón de Lusitania que manda el capitán Acero. Estas fuerzas ocupan las mismas posiciones que la tarde anterior.
Pasado Imechiaten salieron a nuestro encuentro dos o tres rebeldes. Indicando el punto donde debía verificarse el canje.
Se convino que el Hach Amar y el general Aizpuru se entrevistaran en unas higueras que existen al pie del monte Xamar, acompañándole solamente los oficiales de la policía varias veces citados…
La policía indígena queda a retaguardia, adelantándose solo los prisioneros moros. Momentos después descienden de Xamar nuestros compatriotas, yendo a retaguardia de una docena de moros capitaneados por el propio jefe la harka Hach Amar de M´Talza.
El momento es de intensa emoción. Los dos grupos quedan a 20 metros de distancia. El Hach Amar saluda al general Aizpuru y estrecha después la mano de su séquito. Los soldados y el cantinero se incorporan a nosotros y los prisioneros moros a sus coterráneos.
Los pobres muchachos lloran de alegría. Todos estamos muy conmovidos. Besan la mano del señor Aizpuru y hacen lo mismo con los demás oficiales. Al capitán Barbeta le dirigen frases de gratitud por su eficaz intervención…
El Hach Amar dice en voz alta que está muy agradecido a España por la conducta noble y generosa que ha observado con los prisioneros… El general le contesta en iguales términos…
Durante media hora fraternizan moros y cristianos.
El redactor de Nuevo Mundo, señor Zegri pide a un moro, como recuerdo, un cartucho, contestándole:
-Uno, no – toma cinco. Tenemos municiones en abundancia. El Hach Amar se deja retratar para que se entregue su fotografía al general Aldave, como prueba de afecto. Se forma un grupo muy interesante que publicará Nuevo Mundo, y en el que aparecen confundidos españoles y moros.
El Hach Amar monta magnífico caballo tordo, con rica silla. Frisa en los 55 años, su barba es canosa y el color de la tez bronceado. Habla con energía; su voz es metálica, dejándose oír desde gran distancia.
Los dos grupos se separan. Cuando quedamos solos los españoles, da el general Aizpuru un ¡ Viva España !, que es contestado con entusiasmo.
Los prisioneros libertados visten traje de faena, con capote y gorro. El cantinero, pantalón de pana, blusa y gorrilla. El aspecto de todos es bueno, salvo el de Roque Garrido Garrido, que tiene sin cicatrizar la herida del vientre.
He aquí sus nombres y circunstancias:
- Cantinero Andrés San Nicolás, natural de Murcia, 24 años de edad.
- Soldados: - Francisco Hurtado, natural de Abendeite ( Murcia ), lleva 36 meses de servicio.
- Luis Hernández Vicente, natural de Villagoviato ( Salamanca ). Su familia reside en Alba de Tormes. Está casi curado de la herida.
- Roque Garrido Garrido, natural de pobladura de Aliste ( Zamora ). Tiene tres heridas, una en el vientre, otra en la cara y la tercera en el brazo izquierdo.
- Joaquín Andrés Narro, natural de Tembada ( Alicante ), lleva 36 meses de servicio. Tiene sin cerrar la herida.
- Aparicio Castellano Martínez, natural de Pedroñeras ( Cuenca ), lleva 12 meses de servicio.
- Antonio Rueda, natural de Marbella ( Málaga ), lleva 12 meses de servicio.
- Antonio Olmo Pérez, natural de Cejín ( Murcia ), lleva 36 meses de servicio.
- Ricardo de Arriba Sánchez, natural de Monleón de la Sierra ( Salamanca ), lleva 12 meses de servicio. Se halla restablecido de la herida.
El herido grave es colocado sobre una camilla y los demás en mulos llevados al efecto. Todos desfilan ante el batallón y el escuadrón formados en el llano de Imchiaten. Es honor que acuerda el general Aizpuru a los bravos que después de combatir heroicamente han pasado horas muy amargas en el campo enemigo.
El regreso a la posición se efectúa en medio de la mayor alegría.
Los jefes y oficiales van al lado de los soldados, ofreciéndoles sus impermeables para que se preserven de la lluvia. Antes de llegar a Tifasor, viene a su encuentro la tropa libre de servicio, disputándose el honor de estrecharle la mano. En el campamento es su estrada triunfal.
En una tienda se les ha preparado exquisita comida con honores de banquete…
En un coche Lohner se les trasladó a Yazanen, donde pernoctaron.
Tuve ocasión de hablar con todos ellos, y he aquí algunas de sus manifestaciones:
El cantinero regresaba de Ishafen con dos compañeros más, el día 25 de diciembre. En el puente que construyen los ingenieros al pie de Tauriat Zag, les detuvo un grupo de rebeldes, Andrés San Nicolás, fue atado y lo mismo otro de los cantineros. El tercero huyó. Los rifeños le dispararon varios tiros, matándolo.
Cuando eran conducidos a una casa en las proximidades del zoco del Arbaa de Zebuya, trató también de huir su compañero, sufriendo la misma suerte, San Nicolás pernoctó en casa de un moro pudiente. La mañana del 26 se le condujo a Bu Er mana.
Allí le visitaron el Hach Amar y Si Mohamed u Mizzian, quien le dijo que había procedido como un valiente, añadiendo: si tus compañeros hubieran hecho lo mismo, habrían salvado la vida.
El día 27 iban a entregarle, según le manifestaron, pero cuando se hallaba cerca del Kert ( río ), comenzó el memorable combate, que presenció desde Beni Said.
Dice que las granadas estallaban a corta distancia de la casa donde se encontraba…
El día 28 lo condujeron al zoco de la harka, y allí vio a los soldados.
Estos se encontraban con otros compañeros en una casa de Izarrora, defendiéndola con tenacidad, hasta agotar las municiones. Los moros penetraron en el interior, capturándolos…
Sus aprehensores los despojaron, dejándoles en ropas menores, y de ese modo, atados los brazos, fueron conducidos a la izquierda del Kert. En el cauce de este río pidieron agua, viendo satisfechos sus deseos.
Caminaron toda la noche…
Los pregoneros hicieron saber que los jefes de la harka prohibían de modo terminante se les causara el menor daño. Los moros les facilitaron telas nuevas, aceite y sal para las heridas…
Con frecuencia les visitaban M´Talza, Mizzian y otros jefes principales. En una de estas visitas, el fanático santón les regaló rica alfombra, que ellos, a su vez, han donado a su patrón.
En la casa habitaban varias mujeres, que respetaron, porque el único encargo que se les hizo fue que no mirasen a las moras.
La comida se reducía a patatas guisadas, torta y fruta.
Les permitían pasear por los alrededores, y con gran frecuencia bajaban al zoco, presenciando las habilidades de los juglares de la feria y las fantasías de los jinetes. Siempre eran objeto de curiosidad.
Todos les decían que estuviesen tranquilos, que no habrían de sufrir el menor daño y que en tiempo oportuno volverían a Melilla.
Cuando se les enviaba desde aquí periódicos ilustrados, se agrupaban los indígenas, preguntándoles quién era el Rey de España…
El viernes por la mañana les dijeron que se prepararan para ser canjeados.
A las doce salieron de bu Ermana, pasaron el Kert, quedaron en Xamar. Cuando se hizo de noche les hicieron saber que se suspendía la operación…
Entre ocho y nueve de hoy saldrán de Yazanen en el coche Lohner, escoltándose el escuadrón de Lusitania…”
Minutos después de quedar hecho el canje, se soltó una paloma mensajera con la noticia, y se expidieron por el general Aizpuru dos despachos, encargándose de conducirlos a Ras Medua y zoco el Had los capitanes de la policía indígena Coronel y Villegas.
A las cinco se recibía en Melilla la fausta nueva.
El canje es, sin duda, la nota más saliente de la campaña.
Los soldados rescatados fueron a la mañana siguiente obsequiados en Yazanen con un suculento desayuno, tributándoseles después una entusiástica despedida. Montaron en un coche Lohner escoltándoles un escuadrón de Lusitania.
Desde las doce de la mañana se hallaba público estacionado en las calles de Isabel la Católica y en la subida del cuartel de Melilla, esperando la llegada de los rescatados. A la una y media apareció la comitiva; el gentío aclamóles, dándoles muchos vivas. La comitiva detúvose frente al hospital del Buen Acuerdo, donde bajaron los tres heridos que iban muy animosos. Continuaron los restantes su marcha hasta el cuartel de Santiago; allí se repitieron las demostraciones de júbilo.
La comisión del Regimiento de Melilla, que fue desde Nador con objeto de agasajarles, tenía preparada una comida en el comedor del regimiento, viéndose en lugar preferente el retrato del soldado José Castellán, el cual como se recordará, en la anterior campaña, herido de gravedad, murió cantando el himno del regimiento. A cada uno de los soldados rescatados se le regalaron cinco duros .
A media comida se presentaron en el comedor los generales aldave y Jordana. Aldave les dirigió breves y sentidas palabras…”Vengo en nombre del Rey y del Gobierno a estrecharon la mano y felicitaros por vuestra conducta. Siento que la licencia que disfrutaréis pronto me impida colocaros sobre el pecho la medalla de los sufrimientos patrios”…
Elogió al capitán Barbeta y terminó dando vivas al Rey, a España y al Ejército, que fueron contestados estruendosamente por los soldados que vitorearon al general, registrándose escenas conmovedoras e interesantes…
Todo el mundo rivalizó en agasajarles. El capitán La Calle fue al teatro a comprar dos palcos, pero al enterarse el director de la compañía, Sr. Montenegro, que eran para los rescatados, se negó a admitir el dinero.
Después de permanecer breve rato en el cuartel de Santiago, con sus compañeros de cautiverios, el cantinero Andrés San Nicolás pidió autorización para trasladarse al domicilio de los señores de Canaluche, en donde le esperaba su esposa e hijos.
En el trayecto fue vitoreado por el público, que le asediaba a preguntas.
Andrés recibía felicitaciones de todos, no solo por haber recobrado su libertad, sino por su comportamiento con los soldados prisioneros, a los que facilitó jirones de su camisa para que vendaran sus heridas.
En casa del señor Canaluche se desarrolló la escena que pueden suponer los lectores.
El matrimonio, abrazado fuertemente y derramando abundante lágrimas, se entregaba a los mayores transportes de alegría.
Mientras tanto, la hija mayor del cantinero, niña de tres años, cogida a las piernas de su padre no cesaba de decir:
- ¡ Ay, mi papaíto! ¿Ay mi papaíto!
Más tarde y al ser interrogada por Andrés, la pequeña exclamó:
- ¡ Papaíto! ¿ No me has traído un borriquillo moruno ?...
Andrés no encontraba palabras con qué agradecer a sus antiguos amos las atenciones y cuidados que prodigaron a su esposa e hijos durante su cautiverio.
El cantinero refirió nuevos detalles de su prisión.
Un día, y por conducto del moro encargado del transporte de la correspondencia, recibió un caneco de ginebra y una baraja.
Al enterarse sus guardias, no pudieron ocultar el disgusto que les producía ver a los presos consumir el contenido del caneco.
Nuestros compatriotas, para no excitar sus enojos, les hicieron saber que lo habían arrojado a un barranco próximo.
Desde entonces aprovechaban las ausencias de sus carceleros para consumir la ginebra, que les supo a poco.
Andrés se quejaba amargamente de los sufrimientos a que los sometía un espontáneo fígaro, que se ofreció a rasurarles. La operación la realizaba en seco y con una navaja dentellada por el mucho uso…
El rescate de los prisioneros del 27 de diciembre ( 1911 ) causó en la opinión un efecto grande, haciendo comprender que aunque lentamente, va la civilización penetrando en aquellos agrestes parajes del Rif, donde hasta entonces la indómita … raza que la habita no había perdonado la vida a un prisionero cristiano…
En este caso de los rescatados del regimiento de Melilla, el éxito de las gestiones se debió casi exclusivamente… a las simpatías y amistades personales del capitán de Artillería señor Barbeta, conocido, apreciadísimo y respetado por muchísimos moros del Rif…”.
Una breve biografía del capitán José Barbeta se puede encontrar en el blog:
http://rafaelopezrienda.blogspot.com/
Nota: Gonzalo Calvo fue Jefe de Estado Mayor de las brigadas 3ª y 2ª de Cazadores en las Campañas del rif de 1909 y 1912 respectivamente.
- Con ocasión de recordarse en Melilla la Campaña de 1909 con numerosos eventos, la familia del Hach Amar de M´Talza se puso en contacto con la Asociación de Estudios Melillenses, visitando las instalaciones y biblioteca de este centro algunos descendiente del histórico jefe harkeño.
DE LOS PRISIONEROS DE IZARRORA
Texto extraído del libro del Teniente coronel Gonzalo Calvo, “España en Marruecos,1910 – 1913. Acción de España en las regiones de Larache, Alcázar, Ceuta y Melilla. Con el relato de la Campaña del Rif en 1911 – 1912”.
Casa editorial Maucci, Barcelona, 1913.
CAMPAÑA DEL KERT ( Zona próxima a Melilla: 1911 – 1912 )
“Capítulo XXIII
Los prisioneros del regimiento de Melilla 59.- Las primeras noticias.- Una carta.- envío de socorros.- Otra carta.-Negociaciones de rescate.- La vida de los cautivos.- Los prisioneros moros.- Cartas del cantinero a su mujer y de los cautivos al capitán Barbeta.- Una misiva de Mizzian.- Preliminares del canje.- El canje suspendido.-
Al día siguiente.- El canje se realiza. El Hach Amar y el general Aizpuru.- Los prisioneros.- Lo que contaron.- La llegada a Melilla.- El capitán general y los prisioneros.- Más detalles.- consideraciones.- El capitán Barbeta.
Al día siguiente del combate de 27 de diciembre ( 1911 ) se dijo en Melilla que los moros tenía en su poder algunos soldados del regimiento de Melilla que habían sido hechos prisioneros en Zarrora, pues sus cadáveres no aparecía: el día 31 un moro de Benisicar dijo en la Plaza que en el campamento de Bu Ermana tenían los rebeldes ocho soldados españoles y un cantinero prisioneros. Como era natural, se guardó reserva hasta saber algo cierto sobre el asunto. Los indígenas decían que estos soldados se habían defendido en una casa del poblado hasta agotar las municiones, que mataron muchos rifeños y que al lanzarse después los moros al ataque lucharon cuerpo a cuerpo y les cogieron a casi todos ya heridos, llevándoselos a su campo sin violencia.
Comisionado el ilustrado africanista capitán de artillería señor Barbeta, gran conocedor de las costumbres y uso de los moros y que además contaba con la amistad personal de muchos jefes de las cábilas, entre quieres es muy conocido y apreciado, éste empezó por procurar a los prisioneros, por conducto de un indígena, papel y lápiz para que dijeran lo que deseasen, y les daba la noticia de que establecerían gestiones para su rescate.
Algunos días después recibió la siguiente carta:
“Marruecos 7 enero de 1912. Muy señor mío y de nuestro mayor aprecio. Con mucha alegría hemos recibido su grata carta del 4, que nos ha llenado de alegría y tristeza, pues de cinco cartas que llevamos escritas a Melilla no hemos sabido una palabra. También hacemos a usted saber como desde el día que recibimos esa carta esperamos marchar para Melilla…”
El paisano era cantinero y tenía su mujer en Melilla. A esta le escribió varias cartas que recibió, conservándolas.
Se les enviaron ropas interiores y de paño, zapatos gorras y capotes, pues se quejaban de frío, según dijo el indígena, por habérseles destrozado la ropa en el combate, curas individuales, agua fenicada y medicamentos. Se les escribió una sentida carta llena de frases patrióticas y de consuelo para alentarles y se les preguntaba acerca de sus heridas.
El día 13 se recibió otra carta que decía:
“Hemos recibido los medicamentos y la ropa. Por lo que nos dice usted que desea conocer nuestros nombres…”
Recibióse también una carta de los jefes rebeldes:
“Nos mencionan que pongamos en libertad a los soldados que cogimos en el combate de Izarrora; si ahora deseáis que les libertemos poned vosotros en libertad a Bocoya y demás musulmanes… En cuanto a la guerra, es dispuesta por Dios; nosotros combatimos por defender nuestro terreno, así es que vosotros sabréis lo que debéis hacer para obtener la paz de parte de los cabileños del Rif…”
Los prisioneros escribieron otra diciendo:
“ Os hacemos saber que hallándonos nueve soldados del regimiento de Melilla, número 59, en poder de los moros, se ha presentado un indígena a visitarnos donde nos tienen, hermano de uno que se encuentra preso en Cabrerizas Altas, llamado Amar Ben Hamar. Desearíamos que hicieran lo posible por ver se le pueden sacar… Se portan muy bien con nosotros. Todos los días nos traen cuanto tienen; de modo que no podemos pagar el bien que ese moro nos hace…”
Las familias de los harkeños que teníamos nosotros prisioneros eran las que cuidaban de los soldados y del cantinero, haciendo los hombres de ellas guardia día y noche para evitar, tanto su evasión, como el que algún fanático atentase contra su vida, pero les tenían en libertad, pudiendo pasear por los alrededores de la casa que les servía de prisión, pagando también un intérprete y un curandero; lo cual hacía a diario y a prorrateo. La casa donde les tenían estaba en el aduar de Enenuyan, de Bu Ermana.
Los prisioneros que nosotros teníamos eran:
De Beni Said, Mohamed Ben Ali, amar Ben Hammú, Amar u Mansur.
De Tensaman, Mohamed Mizian, Fakir Mohamed Ben hach.
De Gomara, Mohamed Ben Ali.
De Beni Utlicheg, Moh Ben Mohamed, Mohamed Ben Abd Al Lah Ben Bu Media.
De Gueznaya, Mohamed Ben Usegug, Abd al lah Ben Duduh, Mohamed Ben Mohamed Akhá.
Uno de ellos tenía 15 años y se cogió herido por proyectil de cañón el 12 de septiembre, teniéndosele que amputar una pierna. Cuando se le recogió se le creía muerto, estando cubierto de heridas en brazos y piernas.
El día 31 la mujer del cantinero prisionero, que dio a luz una niña durante el cautiverio de su esposo, recibió una carta de la que era portador un moro muy conocido en la Plaza.
En ella asegura Andrés San Nicolás que tanto él como los demás prisioneros siguen sin novedad…” Dolores, me mandarás ropa interior, calcetines y un pañuelo, pues el que tenía me lo quitaron los moros el día que salieron a robarme. No lo eches en olvido que me hace mucha falta. También deseo que le escribas a mi padre, que se encuentra en Murcia, y que quiere venir a Melilla. Le dices a la señorita que haga el favor de sacarte el permiso para que desembarque en esa”.
La misiva, como las anteriores, está escrita con lápiz tinta.
El portador de esta carta entregó otra al capitán de Ceriñola don Ricardo Canaluche, suscrita también por el desgraciado cantinero…
Al día siguiente se enviaron al cantinero Andrés los efectos que pedía en sus cartas. El capitán Barbeta les participaba en la carta ( de respuesta ) que por lo pronto, vendrían los heridos, pues a éstos les entregaban sin condiciones, según informes que tenían de los jefes de la harka.
El capitán Barbeta había recibido la siguiente carta del Mizzian( Jefe principal de los indígenas rebeldes ):
“Al señor capitán Barbeta:
La salud sea vuestra parte y para vos hemos recibido vuestra carta…
Estamos conforme con el contenido y con la indicación de poner en libertad a los prisioneros por vuestra mediación. Os autorizamos para ello si Dios quiere, porque hemos sabido que vuestra influencia y palabra permanecen fuertes y sinceras…”
El día 8 fueron conducidos a Yazanen los trece presos que se encontraban en las cárceles de Melilla y el día 9 los siete que condujo desde Alhucemas el Princesa de Asturias… Los moros prisioneros cantaban en el interior del coche NET, que les llevó cómodamente.
A las dos avisaron los observadores que numeroso grupo descendía del ( monte ) Mauru. Poco después se presentó uno de los parlamentarios, anunciando que eran los prisioneros españoles.
De Yazanen fueron a Tifasor los 13 prisioneros de Melilla, los 7 de Alhucemas y el escuadrón de Lusitania.
Tifasor es posición militar admirable.
Sobre el arroyo del mismo nombre, de agua cristalina… El campamento es pintoresco en extremo. Tiendas hay pocas, pero todo el mundo duerme a cubierto. Se han construido casucas morunas de piedra y barro con techumbre de palos, ramaje, una capa de tierra, y sobre ésta tejas de pita… En los parapetos hay cobertizos que proporcionan abrigo a las fuerzas de servicio nocturno.
De Tifasor sale el batallón del teniente coronel Iglesias y el escuadrón Acero, que ocupan posiciones estratégicas en Imehiaten. A cubierto de las chumberas hay grupitos de Benibugafar afectos, con sus fusiles. La policía indígena avanza con los capitanes Barbeta, Coronel y Villegas, teniente Barba y médico Lazo.
En el monte que domina Xamar por el Norte aparece un grupo de moros, del que se destacan tres o cuatro para conferenciar con los oficiales de nuestra policía.
El general Aizpuru ( hace pocos días había sido ascendido a general de brigada ) con varios jefes y oficiales, Rivera, redactor de El Imparcial, Zegri redactor artístico de Nuevo Mundo y el reporter de El Telegrama del Rif, avanzaron, llevando delante los prisioneros indígenas, muchachos muchos de ellos, a los que se había devuelto el dinero que tenían al ser capturados. Iban contentísimos. El cojito conducido a lomos de un mulo. Cuando se detuvieron saltó a tierra con increíble agilidad, y valido de sus muletas consiguió siguió a los compañeros.
Dejemos la palabra a un testigo presencia ( descripción tomada del Telegrama del Rif ):
“La noche avanza. Son las cinco y media y la conferencia entre los parlamentarios y los oficiales se prolonga…
Se acercan varios de la harka, parientes de los prisioneros. Se saludan con efusión, se besan en la frente y se estrechan las manos. Estamos a mil metros del enemigo. Allá, tras el montículo están los soldados y el cantinero…
Cuando creemos que el reconocimiento de los prisioneros ha sido satisfactorio, dice un bocoya: Faltan dos de mi familia, y no puede hacerse el canje.
Nueva conferencia, nueva intervención del capitán Barbeta… Allá en el
Monte celebran junta los rifeños…
La noche cierra y el general dispone el regreso a Tifasor, mandando decir a la harka que al siguiente día se hará el canje porque es demasiado tarde.
El momento de dar media vuelta, frente al enemigo, llevándonos sus prisioneros, puede ser peligroso. El general Aizpuru, frío, imperturbable… comunica órdenes. El regreso se hará lentamente, por escalones. Si suena un tiro, se concentrarán las fuerzas…
Los prisioneros van sueltos entre dos filas de soldados…
Se camina en silencio, sin fumar para no ofrecer puntos de referencia. La noche está fría. Llovizna… Es una marcha de prueba. En los cuatro kilómetros se emplean cerca de dos horas. A las nueve entramos en Tifasor. No ha ocurrido el menor incidente… En el último trecho nos alumbran soldados con farolillos …para cruzar el arroyo Tifasor…
Cerca de las diez de la mañana entraba en Tifasor un enviado de la harka. Era de Bocoya, hermano de los dos presos que faltan.
Conferenció con los capitanes Barbeta y Coronel. La entrevista fue muy larga. Nuestros oficiales se esforzaban por convencerle de que serían liberados… Al fin se dio por convencido el moro. Hubimos también de comunicarle aquel propósito y contestó:
- Me basta la palabra que me dan en nombre del general. Voy enseguida para que traigan los prisioneros.
Como garantía firmó el capitán Barbeta una cuartilla, haciendo constar que no se demoraría la libertad de los dos indígenas objeto del litigio…
A la una y media aparecieron coronadas por moros las alturas de Xamar… Acto continuo forma el batallón del comandante Rodríguez Criado y el escuadrón de Lusitania que manda el capitán Acero. Estas fuerzas ocupan las mismas posiciones que la tarde anterior.
Pasado Imechiaten salieron a nuestro encuentro dos o tres rebeldes. Indicando el punto donde debía verificarse el canje.
Se convino que el Hach Amar y el general Aizpuru se entrevistaran en unas higueras que existen al pie del monte Xamar, acompañándole solamente los oficiales de la policía varias veces citados…
La policía indígena queda a retaguardia, adelantándose solo los prisioneros moros. Momentos después descienden de Xamar nuestros compatriotas, yendo a retaguardia de una docena de moros capitaneados por el propio jefe la harka Hach Amar de M´Talza.
El momento es de intensa emoción. Los dos grupos quedan a 20 metros de distancia. El Hach Amar saluda al general Aizpuru y estrecha después la mano de su séquito. Los soldados y el cantinero se incorporan a nosotros y los prisioneros moros a sus coterráneos.
Los pobres muchachos lloran de alegría. Todos estamos muy conmovidos. Besan la mano del señor Aizpuru y hacen lo mismo con los demás oficiales. Al capitán Barbeta le dirigen frases de gratitud por su eficaz intervención…
El Hach Amar dice en voz alta que está muy agradecido a España por la conducta noble y generosa que ha observado con los prisioneros… El general le contesta en iguales términos…
Durante media hora fraternizan moros y cristianos.
El redactor de Nuevo Mundo, señor Zegri pide a un moro, como recuerdo, un cartucho, contestándole:
-Uno, no – toma cinco. Tenemos municiones en abundancia. El Hach Amar se deja retratar para que se entregue su fotografía al general Aldave, como prueba de afecto. Se forma un grupo muy interesante que publicará Nuevo Mundo, y en el que aparecen confundidos españoles y moros.
El Hach Amar monta magnífico caballo tordo, con rica silla. Frisa en los 55 años, su barba es canosa y el color de la tez bronceado. Habla con energía; su voz es metálica, dejándose oír desde gran distancia.
Los dos grupos se separan. Cuando quedamos solos los españoles, da el general Aizpuru un ¡ Viva España !, que es contestado con entusiasmo.
Los prisioneros libertados visten traje de faena, con capote y gorro. El cantinero, pantalón de pana, blusa y gorrilla. El aspecto de todos es bueno, salvo el de Roque Garrido Garrido, que tiene sin cicatrizar la herida del vientre.
He aquí sus nombres y circunstancias:
- Cantinero Andrés San Nicolás, natural de Murcia, 24 años de edad.
- Soldados: - Francisco Hurtado, natural de Abendeite ( Murcia ), lleva 36 meses de servicio.
- Luis Hernández Vicente, natural de Villagoviato ( Salamanca ). Su familia reside en Alba de Tormes. Está casi curado de la herida.
- Roque Garrido Garrido, natural de pobladura de Aliste ( Zamora ). Tiene tres heridas, una en el vientre, otra en la cara y la tercera en el brazo izquierdo.
- Joaquín Andrés Narro, natural de Tembada ( Alicante ), lleva 36 meses de servicio. Tiene sin cerrar la herida.
- Aparicio Castellano Martínez, natural de Pedroñeras ( Cuenca ), lleva 12 meses de servicio.
- Antonio Rueda, natural de Marbella ( Málaga ), lleva 12 meses de servicio.
- Antonio Olmo Pérez, natural de Cejín ( Murcia ), lleva 36 meses de servicio.
- Ricardo de Arriba Sánchez, natural de Monleón de la Sierra ( Salamanca ), lleva 12 meses de servicio. Se halla restablecido de la herida.
El herido grave es colocado sobre una camilla y los demás en mulos llevados al efecto. Todos desfilan ante el batallón y el escuadrón formados en el llano de Imchiaten. Es honor que acuerda el general Aizpuru a los bravos que después de combatir heroicamente han pasado horas muy amargas en el campo enemigo.
El regreso a la posición se efectúa en medio de la mayor alegría.
Los jefes y oficiales van al lado de los soldados, ofreciéndoles sus impermeables para que se preserven de la lluvia. Antes de llegar a Tifasor, viene a su encuentro la tropa libre de servicio, disputándose el honor de estrecharle la mano. En el campamento es su estrada triunfal.
En una tienda se les ha preparado exquisita comida con honores de banquete…
En un coche Lohner se les trasladó a Yazanen, donde pernoctaron.
Tuve ocasión de hablar con todos ellos, y he aquí algunas de sus manifestaciones:
El cantinero regresaba de Ishafen con dos compañeros más, el día 25 de diciembre. En el puente que construyen los ingenieros al pie de Tauriat Zag, les detuvo un grupo de rebeldes, Andrés San Nicolás, fue atado y lo mismo otro de los cantineros. El tercero huyó. Los rifeños le dispararon varios tiros, matándolo.
Cuando eran conducidos a una casa en las proximidades del zoco del Arbaa de Zebuya, trató también de huir su compañero, sufriendo la misma suerte, San Nicolás pernoctó en casa de un moro pudiente. La mañana del 26 se le condujo a Bu Er mana.
Allí le visitaron el Hach Amar y Si Mohamed u Mizzian, quien le dijo que había procedido como un valiente, añadiendo: si tus compañeros hubieran hecho lo mismo, habrían salvado la vida.
El día 27 iban a entregarle, según le manifestaron, pero cuando se hallaba cerca del Kert ( río ), comenzó el memorable combate, que presenció desde Beni Said.
Dice que las granadas estallaban a corta distancia de la casa donde se encontraba…
El día 28 lo condujeron al zoco de la harka, y allí vio a los soldados.
Estos se encontraban con otros compañeros en una casa de Izarrora, defendiéndola con tenacidad, hasta agotar las municiones. Los moros penetraron en el interior, capturándolos…
Sus aprehensores los despojaron, dejándoles en ropas menores, y de ese modo, atados los brazos, fueron conducidos a la izquierda del Kert. En el cauce de este río pidieron agua, viendo satisfechos sus deseos.
Caminaron toda la noche…
Los pregoneros hicieron saber que los jefes de la harka prohibían de modo terminante se les causara el menor daño. Los moros les facilitaron telas nuevas, aceite y sal para las heridas…
Con frecuencia les visitaban M´Talza, Mizzian y otros jefes principales. En una de estas visitas, el fanático santón les regaló rica alfombra, que ellos, a su vez, han donado a su patrón.
En la casa habitaban varias mujeres, que respetaron, porque el único encargo que se les hizo fue que no mirasen a las moras.
La comida se reducía a patatas guisadas, torta y fruta.
Les permitían pasear por los alrededores, y con gran frecuencia bajaban al zoco, presenciando las habilidades de los juglares de la feria y las fantasías de los jinetes. Siempre eran objeto de curiosidad.
Todos les decían que estuviesen tranquilos, que no habrían de sufrir el menor daño y que en tiempo oportuno volverían a Melilla.
Cuando se les enviaba desde aquí periódicos ilustrados, se agrupaban los indígenas, preguntándoles quién era el Rey de España…
El viernes por la mañana les dijeron que se prepararan para ser canjeados.
A las doce salieron de bu Ermana, pasaron el Kert, quedaron en Xamar. Cuando se hizo de noche les hicieron saber que se suspendía la operación…
Entre ocho y nueve de hoy saldrán de Yazanen en el coche Lohner, escoltándose el escuadrón de Lusitania…”
Minutos después de quedar hecho el canje, se soltó una paloma mensajera con la noticia, y se expidieron por el general Aizpuru dos despachos, encargándose de conducirlos a Ras Medua y zoco el Had los capitanes de la policía indígena Coronel y Villegas.
A las cinco se recibía en Melilla la fausta nueva.
El canje es, sin duda, la nota más saliente de la campaña.
Los soldados rescatados fueron a la mañana siguiente obsequiados en Yazanen con un suculento desayuno, tributándoseles después una entusiástica despedida. Montaron en un coche Lohner escoltándoles un escuadrón de Lusitania.
Desde las doce de la mañana se hallaba público estacionado en las calles de Isabel la Católica y en la subida del cuartel de Melilla, esperando la llegada de los rescatados. A la una y media apareció la comitiva; el gentío aclamóles, dándoles muchos vivas. La comitiva detúvose frente al hospital del Buen Acuerdo, donde bajaron los tres heridos que iban muy animosos. Continuaron los restantes su marcha hasta el cuartel de Santiago; allí se repitieron las demostraciones de júbilo.
La comisión del Regimiento de Melilla, que fue desde Nador con objeto de agasajarles, tenía preparada una comida en el comedor del regimiento, viéndose en lugar preferente el retrato del soldado José Castellán, el cual como se recordará, en la anterior campaña, herido de gravedad, murió cantando el himno del regimiento. A cada uno de los soldados rescatados se le regalaron cinco duros .
A media comida se presentaron en el comedor los generales aldave y Jordana. Aldave les dirigió breves y sentidas palabras…”Vengo en nombre del Rey y del Gobierno a estrecharon la mano y felicitaros por vuestra conducta. Siento que la licencia que disfrutaréis pronto me impida colocaros sobre el pecho la medalla de los sufrimientos patrios”…
Elogió al capitán Barbeta y terminó dando vivas al Rey, a España y al Ejército, que fueron contestados estruendosamente por los soldados que vitorearon al general, registrándose escenas conmovedoras e interesantes…
Todo el mundo rivalizó en agasajarles. El capitán La Calle fue al teatro a comprar dos palcos, pero al enterarse el director de la compañía, Sr. Montenegro, que eran para los rescatados, se negó a admitir el dinero.
Después de permanecer breve rato en el cuartel de Santiago, con sus compañeros de cautiverios, el cantinero Andrés San Nicolás pidió autorización para trasladarse al domicilio de los señores de Canaluche, en donde le esperaba su esposa e hijos.
En el trayecto fue vitoreado por el público, que le asediaba a preguntas.
Andrés recibía felicitaciones de todos, no solo por haber recobrado su libertad, sino por su comportamiento con los soldados prisioneros, a los que facilitó jirones de su camisa para que vendaran sus heridas.
En casa del señor Canaluche se desarrolló la escena que pueden suponer los lectores.
El matrimonio, abrazado fuertemente y derramando abundante lágrimas, se entregaba a los mayores transportes de alegría.
Mientras tanto, la hija mayor del cantinero, niña de tres años, cogida a las piernas de su padre no cesaba de decir:
- ¡ Ay, mi papaíto! ¿Ay mi papaíto!
Más tarde y al ser interrogada por Andrés, la pequeña exclamó:
- ¡ Papaíto! ¿ No me has traído un borriquillo moruno ?...
Andrés no encontraba palabras con qué agradecer a sus antiguos amos las atenciones y cuidados que prodigaron a su esposa e hijos durante su cautiverio.
El cantinero refirió nuevos detalles de su prisión.
Un día, y por conducto del moro encargado del transporte de la correspondencia, recibió un caneco de ginebra y una baraja.
Al enterarse sus guardias, no pudieron ocultar el disgusto que les producía ver a los presos consumir el contenido del caneco.
Nuestros compatriotas, para no excitar sus enojos, les hicieron saber que lo habían arrojado a un barranco próximo.
Desde entonces aprovechaban las ausencias de sus carceleros para consumir la ginebra, que les supo a poco.
Andrés se quejaba amargamente de los sufrimientos a que los sometía un espontáneo fígaro, que se ofreció a rasurarles. La operación la realizaba en seco y con una navaja dentellada por el mucho uso…
El rescate de los prisioneros del 27 de diciembre ( 1911 ) causó en la opinión un efecto grande, haciendo comprender que aunque lentamente, va la civilización penetrando en aquellos agrestes parajes del Rif, donde hasta entonces la indómita … raza que la habita no había perdonado la vida a un prisionero cristiano…
En este caso de los rescatados del regimiento de Melilla, el éxito de las gestiones se debió casi exclusivamente… a las simpatías y amistades personales del capitán de Artillería señor Barbeta, conocido, apreciadísimo y respetado por muchísimos moros del Rif…”.
Una breve biografía del capitán José Barbeta se puede encontrar en el blog:
http://rafaelopezrienda.blogspot.com/
Nota: Gonzalo Calvo fue Jefe de Estado Mayor de las brigadas 3ª y 2ª de Cazadores en las Campañas del rif de 1909 y 1912 respectivamente.
- Con ocasión de recordarse en Melilla la Campaña de 1909 con numerosos eventos, la familia del Hach Amar de M´Talza se puso en contacto con la Asociación de Estudios Melillenses, visitando las instalaciones y biblioteca de este centro algunos descendiente del histórico jefe harkeño.
Imágenes:
- El capitán José Barbeta junto a jefes de kábila.
- Campamento de Yazanen, en otoño de 1921.
- Plano de la zona del suceso.
6 comentarios:
Hola soy nieto de Hach Amar de M´ Talza me encantaria saber mas sobre mi abuelo porfavor si teneis fotos, documentos...enviadmelo al correo electronico malik_14_2003@hotmail.cm
Muchas gracias
Saludos.
Hola soy nieto de Hach Amar de M´ Talza me encantaria saber mas sobre mi abuelo porfavor si teneis fotos, documentos...enviadmelo al correo electronico malik_14_2003@hotmail.com
Muchas gracias
Saludos.
Hola, enhorabuena por su extraordinario blog, y gracias por publicar esta interesantísima información. Mi abuelo estuvo luchando en la campaña del Kert y participó en los combates del 22 al 27 de diciembre de 1911. Para seguirle sus correrías me haría falta un mapa en detalle, tal como el que Vd. publica en el blog, y que cubriese hasta la zona de Melilla. ¿Dónde podría conseguirlo? Gracias anticipadas. Rodríguez
Albert, mi abuelo tambien estuvo esos días. Me encantaría poder hablar contigo
jmegina@zimadesarrollos.es
Publicar un comentario