lunes, 30 de noviembre de 2009

1911: LOS PRISIONEROS DE IZARRORA







FIESTA EN MELILLA POR LA LIBERACION
DE LOS PRISIONEROS DE IZARRORA

Texto extraído del libro del Teniente coronel Gonzalo Calvo, “España en Marruecos,1910 – 1913. Acción de España en las regiones de Larache, Alcázar, Ceuta y Melilla. Con el relato de la Campaña del Rif en 1911 – 1912”.
Casa editorial Maucci, Barcelona, 1913.

CAMPAÑA DEL KERT ( Zona próxima a Melilla: 1911 – 1912 )


“Capítulo XXIII
Los prisioneros del regimiento de Melilla 59.- Las primeras noticias.- Una carta.- envío de socorros.- Otra carta.-Negociaciones de rescate.- La vida de los cautivos.- Los prisioneros moros.- Cartas del cantinero a su mujer y de los cautivos al capitán Barbeta.- Una misiva de Mizzian.- Preliminares del canje.- El canje suspendido.-
Al día siguiente.- El canje se realiza. El Hach Amar y el general Aizpuru.- Los prisioneros.- Lo que contaron.- La llegada a Melilla.- El capitán general y los prisioneros.- Más detalles.- consideraciones.- El capitán Barbeta.

Al día siguiente del combate de 27 de diciembre ( 1911 ) se dijo en Melilla que los moros tenía en su poder algunos soldados del regimiento de Melilla que habían sido hechos prisioneros en Zarrora, pues sus cadáveres no aparecía: el día 31 un moro de Benisicar dijo en la Plaza que en el campamento de Bu Ermana tenían los rebeldes ocho soldados españoles y un cantinero prisioneros. Como era natural, se guardó reserva hasta saber algo cierto sobre el asunto. Los indígenas decían que estos soldados se habían defendido en una casa del poblado hasta agotar las municiones, que mataron muchos rifeños y que al lanzarse después los moros al ataque lucharon cuerpo a cuerpo y les cogieron a casi todos ya heridos, llevándoselos a su campo sin violencia.
Comisionado el ilustrado africanista capitán de artillería señor Barbeta, gran conocedor de las costumbres y uso de los moros y que además contaba con la amistad personal de muchos jefes de las cábilas, entre quieres es muy conocido y apreciado, éste empezó por procurar a los prisioneros, por conducto de un indígena, papel y lápiz para que dijeran lo que deseasen, y les daba la noticia de que establecerían gestiones para su rescate.
Algunos días después recibió la siguiente carta:
“Marruecos 7 enero de 1912. Muy señor mío y de nuestro mayor aprecio. Con mucha alegría hemos recibido su grata carta del 4, que nos ha llenado de alegría y tristeza, pues de cinco cartas que llevamos escritas a Melilla no hemos sabido una palabra. También hacemos a usted saber como desde el día que recibimos esa carta esperamos marchar para Melilla…”
El paisano era cantinero y tenía su mujer en Melilla. A esta le escribió varias cartas que recibió, conservándolas.
Se les enviaron ropas interiores y de paño, zapatos gorras y capotes, pues se quejaban de frío, según dijo el indígena, por habérseles destrozado la ropa en el combate, curas individuales, agua fenicada y medicamentos. Se les escribió una sentida carta llena de frases patrióticas y de consuelo para alentarles y se les preguntaba acerca de sus heridas.
El día 13 se recibió otra carta que decía:
“Hemos recibido los medicamentos y la ropa. Por lo que nos dice usted que desea conocer nuestros nombres…”
Recibióse también una carta de los jefes rebeldes:
“Nos mencionan que pongamos en libertad a los soldados que cogimos en el combate de Izarrora; si ahora deseáis que les libertemos poned vosotros en libertad a Bocoya y demás musulmanes… En cuanto a la guerra, es dispuesta por Dios; nosotros combatimos por defender nuestro terreno, así es que vosotros sabréis lo que debéis hacer para obtener la paz de parte de los cabileños del Rif…”
Los prisioneros escribieron otra diciendo:
“ Os hacemos saber que hallándonos nueve soldados del regimiento de Melilla, número 59, en poder de los moros, se ha presentado un indígena a visitarnos donde nos tienen, hermano de uno que se encuentra preso en Cabrerizas Altas, llamado Amar Ben Hamar. Desearíamos que hicieran lo posible por ver se le pueden sacar… Se portan muy bien con nosotros. Todos los días nos traen cuanto tienen; de modo que no podemos pagar el bien que ese moro nos hace…”
Las familias de los harkeños que teníamos nosotros prisioneros eran las que cuidaban de los soldados y del cantinero, haciendo los hombres de ellas guardia día y noche para evitar, tanto su evasión, como el que algún fanático atentase contra su vida, pero les tenían en libertad, pudiendo pasear por los alrededores de la casa que les servía de prisión, pagando también un intérprete y un curandero; lo cual hacía a diario y a prorrateo. La casa donde les tenían estaba en el aduar de Enenuyan, de Bu Ermana.
Los prisioneros que nosotros teníamos eran:
De Beni Said, Mohamed Ben Ali, amar Ben Hammú, Amar u Mansur.
De Tensaman, Mohamed Mizian, Fakir Mohamed Ben hach.
De Gomara, Mohamed Ben Ali.
De Beni Utlicheg, Moh Ben Mohamed, Mohamed Ben Abd Al Lah Ben Bu Media.
De Gueznaya, Mohamed Ben Usegug, Abd al lah Ben Duduh, Mohamed Ben Mohamed Akhá.
Uno de ellos tenía 15 años y se cogió herido por proyectil de cañón el 12 de septiembre, teniéndosele que amputar una pierna. Cuando se le recogió se le creía muerto, estando cubierto de heridas en brazos y piernas.
El día 31 la mujer del cantinero prisionero, que dio a luz una niña durante el cautiverio de su esposo, recibió una carta de la que era portador un moro muy conocido en la Plaza.
En ella asegura Andrés San Nicolás que tanto él como los demás prisioneros siguen sin novedad…” Dolores, me mandarás ropa interior, calcetines y un pañuelo, pues el que tenía me lo quitaron los moros el día que salieron a robarme. No lo eches en olvido que me hace mucha falta. También deseo que le escribas a mi padre, que se encuentra en Murcia, y que quiere venir a Melilla. Le dices a la señorita que haga el favor de sacarte el permiso para que desembarque en esa”.
La misiva, como las anteriores, está escrita con lápiz tinta.
El portador de esta carta entregó otra al capitán de Ceriñola don Ricardo Canaluche, suscrita también por el desgraciado cantinero…
Al día siguiente se enviaron al cantinero Andrés los efectos que pedía en sus cartas. El capitán Barbeta les participaba en la carta ( de respuesta ) que por lo pronto, vendrían los heridos, pues a éstos les entregaban sin condiciones, según informes que tenían de los jefes de la harka.
El capitán Barbeta había recibido la siguiente carta del Mizzian( Jefe principal de los indígenas rebeldes ):
“Al señor capitán Barbeta:
La salud sea vuestra parte y para vos hemos recibido vuestra carta…
Estamos conforme con el contenido y con la indicación de poner en libertad a los prisioneros por vuestra mediación. Os autorizamos para ello si Dios quiere, porque hemos sabido que vuestra influencia y palabra permanecen fuertes y sinceras…”
El día 8 fueron conducidos a Yazanen los trece presos que se encontraban en las cárceles de Melilla y el día 9 los siete que condujo desde Alhucemas el Princesa de Asturias… Los moros prisioneros cantaban en el interior del coche NET, que les llevó cómodamente.
A las dos avisaron los observadores que numeroso grupo descendía del ( monte ) Mauru. Poco después se presentó uno de los parlamentarios, anunciando que eran los prisioneros españoles.
De Yazanen fueron a Tifasor los 13 prisioneros de Melilla, los 7 de Alhucemas y el escuadrón de Lusitania.
Tifasor es posición militar admirable.
Sobre el arroyo del mismo nombre, de agua cristalina… El campamento es pintoresco en extremo. Tiendas hay pocas, pero todo el mundo duerme a cubierto. Se han construido casucas morunas de piedra y barro con techumbre de palos, ramaje, una capa de tierra, y sobre ésta tejas de pita… En los parapetos hay cobertizos que proporcionan abrigo a las fuerzas de servicio nocturno.
De Tifasor sale el batallón del teniente coronel Iglesias y el escuadrón Acero, que ocupan posiciones estratégicas en Imehiaten. A cubierto de las chumberas hay grupitos de Benibugafar afectos, con sus fusiles. La policía indígena avanza con los capitanes Barbeta, Coronel y Villegas, teniente Barba y médico Lazo.
En el monte que domina Xamar por el Norte aparece un grupo de moros, del que se destacan tres o cuatro para conferenciar con los oficiales de nuestra policía.
El general Aizpuru ( hace pocos días había sido ascendido a general de brigada ) con varios jefes y oficiales, Rivera, redactor de El Imparcial, Zegri redactor artístico de Nuevo Mundo y el reporter de El Telegrama del Rif, avanzaron, llevando delante los prisioneros indígenas, muchachos muchos de ellos, a los que se había devuelto el dinero que tenían al ser capturados. Iban contentísimos. El cojito conducido a lomos de un mulo. Cuando se detuvieron saltó a tierra con increíble agilidad, y valido de sus muletas consiguió siguió a los compañeros.
Dejemos la palabra a un testigo presencia ( descripción tomada del Telegrama del Rif ):
“La noche avanza. Son las cinco y media y la conferencia entre los parlamentarios y los oficiales se prolonga…
Se acercan varios de la harka, parientes de los prisioneros. Se saludan con efusión, se besan en la frente y se estrechan las manos. Estamos a mil metros del enemigo. Allá, tras el montículo están los soldados y el cantinero…
Cuando creemos que el reconocimiento de los prisioneros ha sido satisfactorio, dice un bocoya: Faltan dos de mi familia, y no puede hacerse el canje.
Nueva conferencia, nueva intervención del capitán Barbeta… Allá en el
Monte celebran junta los rifeños…
La noche cierra y el general dispone el regreso a Tifasor, mandando decir a la harka que al siguiente día se hará el canje porque es demasiado tarde.
El momento de dar media vuelta, frente al enemigo, llevándonos sus prisioneros, puede ser peligroso. El general Aizpuru, frío, imperturbable… comunica órdenes. El regreso se hará lentamente, por escalones. Si suena un tiro, se concentrarán las fuerzas…
Los prisioneros van sueltos entre dos filas de soldados…
Se camina en silencio, sin fumar para no ofrecer puntos de referencia. La noche está fría. Llovizna… Es una marcha de prueba. En los cuatro kilómetros se emplean cerca de dos horas. A las nueve entramos en Tifasor. No ha ocurrido el menor incidente… En el último trecho nos alumbran soldados con farolillos …para cruzar el arroyo Tifasor…
Cerca de las diez de la mañana entraba en Tifasor un enviado de la harka. Era de Bocoya, hermano de los dos presos que faltan.
Conferenció con los capitanes Barbeta y Coronel. La entrevista fue muy larga. Nuestros oficiales se esforzaban por convencerle de que serían liberados… Al fin se dio por convencido el moro. Hubimos también de comunicarle aquel propósito y contestó:
- Me basta la palabra que me dan en nombre del general. Voy enseguida para que traigan los prisioneros.
Como garantía firmó el capitán Barbeta una cuartilla, haciendo constar que no se demoraría la libertad de los dos indígenas objeto del litigio…
A la una y media aparecieron coronadas por moros las alturas de Xamar… Acto continuo forma el batallón del comandante Rodríguez Criado y el escuadrón de Lusitania que manda el capitán Acero. Estas fuerzas ocupan las mismas posiciones que la tarde anterior.
Pasado Imechiaten salieron a nuestro encuentro dos o tres rebeldes. Indicando el punto donde debía verificarse el canje.
Se convino que el Hach Amar y el general Aizpuru se entrevistaran en unas higueras que existen al pie del monte Xamar, acompañándole solamente los oficiales de la policía varias veces citados…
La policía indígena queda a retaguardia, adelantándose solo los prisioneros moros. Momentos después descienden de Xamar nuestros compatriotas, yendo a retaguardia de una docena de moros capitaneados por el propio jefe la harka Hach Amar de M´Talza.
El momento es de intensa emoción. Los dos grupos quedan a 20 metros de distancia. El Hach Amar saluda al general Aizpuru y estrecha después la mano de su séquito. Los soldados y el cantinero se incorporan a nosotros y los prisioneros moros a sus coterráneos.
Los pobres muchachos lloran de alegría. Todos estamos muy conmovidos. Besan la mano del señor Aizpuru y hacen lo mismo con los demás oficiales. Al capitán Barbeta le dirigen frases de gratitud por su eficaz intervención…
El Hach Amar dice en voz alta que está muy agradecido a España por la conducta noble y generosa que ha observado con los prisioneros… El general le contesta en iguales términos…
Durante media hora fraternizan moros y cristianos.
El redactor de Nuevo Mundo, señor Zegri pide a un moro, como recuerdo, un cartucho, contestándole:
-Uno, no – toma cinco. Tenemos municiones en abundancia. El Hach Amar se deja retratar para que se entregue su fotografía al general Aldave, como prueba de afecto. Se forma un grupo muy interesante que publicará Nuevo Mundo, y en el que aparecen confundidos españoles y moros.
El Hach Amar monta magnífico caballo tordo, con rica silla. Frisa en los 55 años, su barba es canosa y el color de la tez bronceado. Habla con energía; su voz es metálica, dejándose oír desde gran distancia.
Los dos grupos se separan. Cuando quedamos solos los españoles, da el general Aizpuru un ¡ Viva España !, que es contestado con entusiasmo.
Los prisioneros libertados visten traje de faena, con capote y gorro. El cantinero, pantalón de pana, blusa y gorrilla. El aspecto de todos es bueno, salvo el de Roque Garrido Garrido, que tiene sin cicatrizar la herida del vientre.

He aquí sus nombres y circunstancias:
- Cantinero Andrés San Nicolás, natural de Murcia, 24 años de edad.
- Soldados: - Francisco Hurtado, natural de Abendeite ( Murcia ), lleva 36 meses de servicio.
- Luis Hernández Vicente, natural de Villagoviato ( Salamanca ). Su familia reside en Alba de Tormes. Está casi curado de la herida.
- Roque Garrido Garrido, natural de pobladura de Aliste ( Zamora ). Tiene tres heridas, una en el vientre, otra en la cara y la tercera en el brazo izquierdo.
- Joaquín Andrés Narro, natural de Tembada ( Alicante ), lleva 36 meses de servicio. Tiene sin cerrar la herida.
- Aparicio Castellano Martínez, natural de Pedroñeras ( Cuenca ), lleva 12 meses de servicio.
- Antonio Rueda, natural de Marbella ( Málaga ), lleva 12 meses de servicio.
- Antonio Olmo Pérez, natural de Cejín ( Murcia ), lleva 36 meses de servicio.
- Ricardo de Arriba Sánchez, natural de Monleón de la Sierra ( Salamanca ), lleva 12 meses de servicio. Se halla restablecido de la herida.
El herido grave es colocado sobre una camilla y los demás en mulos llevados al efecto. Todos desfilan ante el batallón y el escuadrón formados en el llano de Imchiaten. Es honor que acuerda el general Aizpuru a los bravos que después de combatir heroicamente han pasado horas muy amargas en el campo enemigo.
El regreso a la posición se efectúa en medio de la mayor alegría.
Los jefes y oficiales van al lado de los soldados, ofreciéndoles sus impermeables para que se preserven de la lluvia. Antes de llegar a Tifasor, viene a su encuentro la tropa libre de servicio, disputándose el honor de estrecharle la mano. En el campamento es su estrada triunfal.
En una tienda se les ha preparado exquisita comida con honores de banquete…
En un coche Lohner se les trasladó a Yazanen, donde pernoctaron.

Tuve ocasión de hablar con todos ellos, y he aquí algunas de sus manifestaciones:
El cantinero regresaba de Ishafen con dos compañeros más, el día 25 de diciembre. En el puente que construyen los ingenieros al pie de Tauriat Zag, les detuvo un grupo de rebeldes, Andrés San Nicolás, fue atado y lo mismo otro de los cantineros. El tercero huyó. Los rifeños le dispararon varios tiros, matándolo.
Cuando eran conducidos a una casa en las proximidades del zoco del Arbaa de Zebuya, trató también de huir su compañero, sufriendo la misma suerte, San Nicolás pernoctó en casa de un moro pudiente. La mañana del 26 se le condujo a Bu Er mana.
Allí le visitaron el Hach Amar y Si Mohamed u Mizzian, quien le dijo que había procedido como un valiente, añadiendo: si tus compañeros hubieran hecho lo mismo, habrían salvado la vida.
El día 27 iban a entregarle, según le manifestaron, pero cuando se hallaba cerca del Kert ( río ), comenzó el memorable combate, que presenció desde Beni Said.
Dice que las granadas estallaban a corta distancia de la casa donde se encontraba…
El día 28 lo condujeron al zoco de la harka, y allí vio a los soldados.
Estos se encontraban con otros compañeros en una casa de Izarrora, defendiéndola con tenacidad, hasta agotar las municiones. Los moros penetraron en el interior, capturándolos…
Sus aprehensores los despojaron, dejándoles en ropas menores, y de ese modo, atados los brazos, fueron conducidos a la izquierda del Kert. En el cauce de este río pidieron agua, viendo satisfechos sus deseos.
Caminaron toda la noche…
Los pregoneros hicieron saber que los jefes de la harka prohibían de modo terminante se les causara el menor daño. Los moros les facilitaron telas nuevas, aceite y sal para las heridas…
Con frecuencia les visitaban M´Talza, Mizzian y otros jefes principales. En una de estas visitas, el fanático santón les regaló rica alfombra, que ellos, a su vez, han donado a su patrón.
En la casa habitaban varias mujeres, que respetaron, porque el único encargo que se les hizo fue que no mirasen a las moras.
La comida se reducía a patatas guisadas, torta y fruta.
Les permitían pasear por los alrededores, y con gran frecuencia bajaban al zoco, presenciando las habilidades de los juglares de la feria y las fantasías de los jinetes. Siempre eran objeto de curiosidad.
Todos les decían que estuviesen tranquilos, que no habrían de sufrir el menor daño y que en tiempo oportuno volverían a Melilla.
Cuando se les enviaba desde aquí periódicos ilustrados, se agrupaban los indígenas, preguntándoles quién era el Rey de España…
El viernes por la mañana les dijeron que se prepararan para ser canjeados.
A las doce salieron de bu Ermana, pasaron el Kert, quedaron en Xamar. Cuando se hizo de noche les hicieron saber que se suspendía la operación…
Entre ocho y nueve de hoy saldrán de Yazanen en el coche Lohner, escoltándose el escuadrón de Lusitania…”
Minutos después de quedar hecho el canje, se soltó una paloma mensajera con la noticia, y se expidieron por el general Aizpuru dos despachos, encargándose de conducirlos a Ras Medua y zoco el Had los capitanes de la policía indígena Coronel y Villegas.

A las cinco se recibía en Melilla la fausta nueva.
El canje es, sin duda, la nota más saliente de la campaña.
Los soldados rescatados fueron a la mañana siguiente obsequiados en Yazanen con un suculento desayuno, tributándoseles después una entusiástica despedida. Montaron en un coche Lohner escoltándoles un escuadrón de Lusitania.
Desde las doce de la mañana se hallaba público estacionado en las calles de Isabel la Católica y en la subida del cuartel de Melilla, esperando la llegada de los rescatados. A la una y media apareció la comitiva; el gentío aclamóles, dándoles muchos vivas. La comitiva detúvose frente al hospital del Buen Acuerdo, donde bajaron los tres heridos que iban muy animosos. Continuaron los restantes su marcha hasta el cuartel de Santiago; allí se repitieron las demostraciones de júbilo.
La comisión del Regimiento de Melilla, que fue desde Nador con objeto de agasajarles, tenía preparada una comida en el comedor del regimiento, viéndose en lugar preferente el retrato del soldado José Castellán, el cual como se recordará, en la anterior campaña, herido de gravedad, murió cantando el himno del regimiento. A cada uno de los soldados rescatados se le regalaron cinco duros .
A media comida se presentaron en el comedor los generales aldave y Jordana. Aldave les dirigió breves y sentidas palabras…”Vengo en nombre del Rey y del Gobierno a estrecharon la mano y felicitaros por vuestra conducta. Siento que la licencia que disfrutaréis pronto me impida colocaros sobre el pecho la medalla de los sufrimientos patrios”…
Elogió al capitán Barbeta y terminó dando vivas al Rey, a España y al Ejército, que fueron contestados estruendosamente por los soldados que vitorearon al general, registrándose escenas conmovedoras e interesantes…
Todo el mundo rivalizó en agasajarles. El capitán La Calle fue al teatro a comprar dos palcos, pero al enterarse el director de la compañía, Sr. Montenegro, que eran para los rescatados, se negó a admitir el dinero.
Después de permanecer breve rato en el cuartel de Santiago, con sus compañeros de cautiverios, el cantinero Andrés San Nicolás pidió autorización para trasladarse al domicilio de los señores de Canaluche, en donde le esperaba su esposa e hijos.
En el trayecto fue vitoreado por el público, que le asediaba a preguntas.
Andrés recibía felicitaciones de todos, no solo por haber recobrado su libertad, sino por su comportamiento con los soldados prisioneros, a los que facilitó jirones de su camisa para que vendaran sus heridas.
En casa del señor Canaluche se desarrolló la escena que pueden suponer los lectores.
El matrimonio, abrazado fuertemente y derramando abundante lágrimas, se entregaba a los mayores transportes de alegría.
Mientras tanto, la hija mayor del cantinero, niña de tres años, cogida a las piernas de su padre no cesaba de decir:
- ¡ Ay, mi papaíto! ¿Ay mi papaíto!
Más tarde y al ser interrogada por Andrés, la pequeña exclamó:
- ¡ Papaíto! ¿ No me has traído un borriquillo moruno ?...
Andrés no encontraba palabras con qué agradecer a sus antiguos amos las atenciones y cuidados que prodigaron a su esposa e hijos durante su cautiverio.

El cantinero refirió nuevos detalles de su prisión.
Un día, y por conducto del moro encargado del transporte de la correspondencia, recibió un caneco de ginebra y una baraja.
Al enterarse sus guardias, no pudieron ocultar el disgusto que les producía ver a los presos consumir el contenido del caneco.
Nuestros compatriotas, para no excitar sus enojos, les hicieron saber que lo habían arrojado a un barranco próximo.
Desde entonces aprovechaban las ausencias de sus carceleros para consumir la ginebra, que les supo a poco.
Andrés se quejaba amargamente de los sufrimientos a que los sometía un espontáneo fígaro, que se ofreció a rasurarles. La operación la realizaba en seco y con una navaja dentellada por el mucho uso…

El rescate de los prisioneros del 27 de diciembre ( 1911 ) causó en la opinión un efecto grande, haciendo comprender que aunque lentamente, va la civilización penetrando en aquellos agrestes parajes del Rif, donde hasta entonces la indómita … raza que la habita no había perdonado la vida a un prisionero cristiano…
En este caso de los rescatados del regimiento de Melilla, el éxito de las gestiones se debió casi exclusivamente… a las simpatías y amistades personales del capitán de Artillería señor Barbeta, conocido, apreciadísimo y respetado por muchísimos moros del Rif…”.


Una breve biografía del capitán José Barbeta se puede encontrar en el blog:
http://rafaelopezrienda.blogspot.com/

Nota: Gonzalo Calvo fue Jefe de Estado Mayor de las brigadas 3ª y 2ª de Cazadores en las Campañas del rif de 1909 y 1912 respectivamente.
- Con ocasión de recordarse en Melilla la Campaña de 1909 con numerosos eventos, la familia del Hach Amar de M´Talza se puso en contacto con la Asociación de Estudios Melillenses, visitando las instalaciones y biblioteca de este centro algunos descendiente del histórico jefe harkeño.



Imágenes:



- El capitán José Barbeta junto a jefes de kábila.



- Campamento de Yazanen, en otoño de 1921.



- Plano de la zona del suceso.




sábado, 28 de noviembre de 2009

LA EXPLOSIÓN DEL POLVORÍN DE CABRERIZAS


La catástrofe de Cabrerizas
(Melilla, 26 de septiembre de 1928)

por Rosa María Montero Madrid

1.-INTRODUCCION

El hombre, que desde su creación, no ha dejado de evolucionar para hacer su vida más próspera y confortable, se ha visto muchas veces sorprendido a largo de su historia por fatales accidentes que han cambiado el ritmo de su vida.

En septiembre del año 1928, la tranquila vida de los españoles (nos referimos a la vida política del pueblo español que se encuentra dirigida por el dictador Miguel Primo de Rivera, amparado por el rey de España don Alfonso XIII) se vio ensom­brecida por dos sucesos dramáticos que tuvieron dimensiones de auténticas catás­trofes nacionales: el incendio del Teatro Novedades de Madrid, ocurrido el día 25, que produjo entre muertos y heridos unas 400 víctimas; y la explosión del Polvorín de Cabrerizas Bajas, en Malilla, un día después, del que tratará este breve estudio realizado en el Archivo Municipal de dicha ciudad, y que tiene como principal soporte el periódico local “El Telegrama del Rif” Y las Actas y Memorias de la Junta Municipal.

2.-LOS HECHOS

Aproximadamente a las 12,40 de la madrugada del 26 de septiembre de 1928, cuando la mayoría de los melillenses descansaban tranquilamente en sus hogares, enrojeció el cielo y momentáneamente se dejó oír una formidable explosión que produjo una trepidación tan intensa que la mayor parte de los moradores de las viviendas, las abandonaron, lanzándose a la calle. El momento fue, según leemos en la crónica del diario local El Telegrama del Rif, indescriptible. Lo sucedido superó a cuantos sucesos se habían registrado en esta ciudad.

La confusión aumentó en los primeros momentos porque a poco de oírse la explosión, cayó sobre la ciudad una lluvia de arena, lo que hizo pensar a muchos de los presentes que se trataba de un aerolito caído sobre la ciudad.

La explosión se produjo en el fuerte de Cabrerizas Bajas, dentro del cual se encontraba el polvorín con un almacén que contenía aproximadamente 20 tonela­das de pólvora seca (sin humo). Este fuerte, de torre circular de 12 metros de radio con una superficie de 450 metros cuadrados y un foso de 3,80 metros de ancho por 3,50 metros de fondo, tenía capacidad para una guarnición de 100 hombres y un aljibe de 54 metros cúbicos. Se construyó entre el 16 de agosto de 1884 y el 30 de junio de 1886.

La explosión fue tan tremenda que no quedó ni el más leve vestigio de cimiento y muro, nada, absolutamente nada.

Guarnecían este fuerte los soldados José Chinchilla Nieto y Dionisio Rodríguez Gómez, pertenecientes a la Comandancia de Artillería, de los que no se encon­traron más que restos.

¿Cómo se produjo la catástrofe? No se ha podido aún dar una causa exacta. La pólvora sin humo, no es en sí un explosivo, pero si esta pólvora se encierra her­méticamente la expansión de los gases produce su explosión y el desmoronamiento. El fuerte de Cabrerizas Bajas era, en el momento de la explosión, una gigantesca granada, teniendo como única salida la puerta de acceso al mismo y a ello se debe que los efectos de la explosión se dirigieran hacia la ciudad, ya que hacia este lugar estaba enclavada la puerta.

Aunque no se pueden precisar las causas de la explosión, parece que obedeció a un agente exterior o a descuido de los vigilantes, pues los análisis realizados en dife­rentes muestras de pólvora mostraron que ésta se hallaba en buenas condiciones.

El dictamen de los médicos que practicaron las auptosias a los cadáveres, no ofreció ninguna nota de interés para la posterior solución a una explicación más positiva de la espontánea explosión del polvorín. La mayor parte de los difuntos habían fallecido a consecuencia de fractura producida en bóveda craneana y schok traumático debido a los golpes recibidos por los pesados materiales que llovían del cielo después de la explosión. Se calculó que a una altura aproximada de 500 metros habían llegado a ascender las piedras que componían el fuerte. Esto explica también la cantidad de cadáveres mutilados que se encontraron.


3.-PRINCIPALES TESTIMONIOS DE PESAME Y AYUDA

La explosión del polvorín, se recuerda en la historia de la ciudad melillense con el nombre de "Catástrofe de Cabrerizas". Tras la catástrofe, todo el pueblo se volcó en la ayuda de los afectados.
El presidente accidental de la Junta Municipal, don Francisco de las Cuevas, en ausencia del titular del cargo don Cándido Lobera Girela, hizo una elocución al vecindario melillense que se publicó el mismo día 26 en El Telegrama del Rif, en la que rogaba al pueblo conservara la serenidad para acudir solicito a reducir las consecuencias fatales del hecho ocurrido y mitigar el dolor de lo irremediable. Tam­bién comunicaba en dicha elocución la gran labor de la Casa de Socorro y los hos­pitales de la ciudad estaban llevando a cabo.

Ofrecía refugio, a los que habían perdido sus modestas moradas, en las esuelas nacionales de Ataque Seco, Barrio del Real, Barrio del General Arizón e Instituto Municipal de Higiene, cuyas cantinas escolares les proporcionarían alimento, así como los comedores de la Asociación General de Caridad.

Los testimonios de pesar, fueron encabezados por el telegrama del rey, don Alfonso XIII: "Su majestad el rey dolorosamente impresionado por noticia vola­dura fuerte Cabrerizas, se interesa muy de veras por suerte heridos y desea dé en su nombre el pésame a las familias de las víctimas haciendo saber el interés tan grande que toma en el duelo de la población de Melilla."

Otros testimonios recibidos fueron los telegrafiados por el presidente del Gobierno, don Miguel Primo de Rivera; por el Ministro de la Guerra; por el general superior de las fuerzas militares de Marruecos, por el alto comisario, general San­jurjo; por el director general de colonias ... , y por todas las provincias españolas.

Al día siguiente de la explosión, la Corporación Municipal se reunió en sesión plenaria para adoptar los acuerdos precisos.

Todos los comercios de la ciudad, obedeciendo acuerdos de la Unión Gremial Mercantil, se adhirieron a la manifestación de duelo del pueblo melillense cerrando las puertas de sus comercios. En la Cámara de Comercio bajo la presidencia del señor Sánz, quedaron reunidos los presidentes de las Cámaras oficiales, entidades particulares y cuantos representaban alguna actividad en la vida de Melilla. La reu­nión tenía por objeto la adopción de acuerdos relacionados con la desgracia que afligía a la ciudad, por unanimidad se aceptaron los siguientes acuerdos:

1.) Testimoniar la más profunda gratitud a todas las autoridades, ejército y elementos de la población de Melilla por el proceder heroico y humanitario que observaron en el rápido auxilio de las víctimas de la catástrofe.

2.) Abrir una suscripción de carácter público para remediar en lo posible el desamparo en que quedaron los moradores de las viviendas destruidas.

3.) Solicitar del gobierno de su majestad una determinada cantidad para el mismo fin.

4.) Pedir al poder público el inmediato traslado de los polvorines existentes en las inmediaciones de la ciudad.

5.) Que los vapores de la ciudad pertenecientes a las compañías navieras que conducían pasaje, no admitieran explosivos en sus bodegas.

6.) Recabar de la Junta Municipal la autorización para la emisión de un empréstito con destino a la construcción de casas baratas.

7.) Recabar de los bancos de crédito que tenían sucursales en la ciudad, die­ran las mayores facilidades para atenuar en lo posible el trastorno comercial origi­nado por la catástrofe.

8.) El entierro oficial de las víctimas seria costeado por la Junta Municipal.







También en la capital de España, se reunieron, el mismo día 27, antes de mar­char para Melilla, el alto comisario, general Sanjurjo y el presidente de la Junta Municipal, don Cándido Lobera, con el jefe de gobierno, general Primo de Rivera. Se convino en esta conferencia adoptar las medidas oportunas para evitar la repeti­ción del suceso que había consternado al pueblo de Melilla:

1.) Se procedería a la retirada de polvorines y reconstrucción del barrio de Cabrerizas.

2.) Se acordó poner a disposición de las autoridades de Melilla la cantidad de 50.000 pesetas para atender a lo damnificados, y, que la Junta Municipal fuese la encargada del sepelio de las víctimas y adquiriera una parcela en el cementerio de la Purísima Concepción, para la inhumación de los restos de las mismas.


4.-CONCESION DE DONATIVOS

El Gobierno de la Nación para remediar la situación de las víctimas del Teatro Novedades y Polvorín de Cabrerizas, en una nota oficiosa hizo el siguiente llama­miento a la caridad del pueblo español:

"Con diferencia solo de horas, se han producido en España dos grandes catástrofes en Madrid y Me1illa, casi iguales en su espantosa magnitud y aunque los reyes y el Gobierno, los dos ayuntamientos y algunos particulares han acu­dido caritativos y diligentes al inmediato socorro de las familias que sufren dolo­res y daños, es preciso además el esfuerzo general ciudadano.

Así pues, es preciso, sin que el Gobierno eluda el cumplimiento de sus obliga­ciones en cuanto a reparación de los edificios oficiales y reposición del material perdido, reunir un millón de pesetas o más para llevar a cabo los deberes que se derivan del ser humano caritativo.

En todo caso, deben ser los ayuntamientos respectivos los que organicen, recauden y distribuyan las suscripciones y a ellos deberán enviarse lo más pronto posible por las entidades y personas que quieran aportar su óbolo a esta obra, las cantidades que desean donar.

El Gobierno está seguro que la prensa contribuirá a la publicidad con gran eficacia, exaltando los sentimientos y respondiendo así las suscripciones que se inicien a un buen resultado."

En la Junta Municipal se recibieron entre otros los siguientes ofre­cimientos:

1.) Presidente del Club Deportivo Español ofrece festival deportivo a benefi­cio de los damnificados.

2.) Empresario del Teatro Alfonso XIII, señor Suárez, ofrece una función benéfica.

3.) El actor, señor Portes, ofrece los ingresos de la primera función en esta plaza, a beneficio de las víctimas.

4.) Orfeón melillense, ofrece dar la profesión oficial de piano a dos niños o niñas que demuestren aptitudes para ello y que hayan quedado huérfanos a causa de la catástrofe, abonándoles la matrícula y libros necesarios.

5.) Capellán de las Escuelas del Ave María se ofrece para celebrar un funeral en dicha capilla.

6.) Don Joaquín López, director de la Academia Hispana, ofrece sus servicios y colegio a los niños que asisten a las escuelas nacionales de Tríana y del Barrio del General Arizón.

7.) La Panificadora Valenciana ha cedido 100 kilogramos de pan para la beneficencia.

8.) Don José María Rey Delgado, apoderado de la sucursal en Melilla de los depósitos de carbones de Ceuta, envió 500 pesetas.

9.) El coronel jefe de Estado Mayor de las fuerzas militares de Marruecos señor Aranda, recibió un telegrama del general jefe de la circunscripción de Ceuta y Tetuán, don José Millán Astray en el que le comunicaba: "Por acuerdo de todos los cuerpos, armas y servicios de la circunscripción, todos los jefes, oficiales y clase de tropa de segunda categoría dejarán un día de haber para engrosar suscripción ini­ciada para socorrer a los damnificados a consecuencia de la voladura del fuerte de Cabrerizas Bajas."

10.) El Ayuntamiento de Málaga dando una prueba de amor a Melilla, ha acordado que del total de la recaudación que se obtenga para socorrer a las fami­lias de las víctimas de Cabrerizas y Novedades, el 75 por ciento se destine a Melilla y el 25 por ciento restante a lo damnificados de Madrid.

11.) También su majestad el rey don Alfonso XIII y la Real familia aportaron un sustancioso donativo por valor de 10.000 pesetas para las víctimas de la catás­trofe de Melilla.

12.) La reina madre, doña María Cristina contribuyó a la suscripción pro damnificados con la suma de 5.000 pesetas.


Finalmente, la suscripción pro damnificados que se realizó en toda la península y parte del extranjero hasta el15 de enero de 1929 en que quedó cerrada, aportó en metálico las cantidades que siguen:
Álava ................................................... ..................... 3.264,65 pesetas
Albacete .................................................... ..................... 25,00 pesetas
Alicante ..................................................................... 3.569,65 pesetas
Almería ..................................................................... 1.271,10 pesetas
Ávila .............................................................................. 888,00 pesetas
Badajoz .................................................................... 2.307,90 pesetas
Baleares .................................................................... 2.301,07 pesetas
Barcelona ............................................................... 86.888,93 pesetas
Burgos ....................................................................... 1.640,15 pesetas
Cáceres ...................................................................... 1.512,00 pesetas
Cádiz ............................................................................. 863,75 pesetas
Canarias ....................................................................... 150,00 pesetas
Castellón ......................................................................... 38,50 pesetas
Ciudad Real ................................................................. 150,00 pesetas
Córdoba .................................................................... 8.498,70 pesetas
Coruña ...................................................................... 2.454,70 pesetas
Gerona ....................................................................... 1.750,70 pesetas
Cuenca ......................................................................... 400.00 pesetas
Granada .................................................................... 2.112,25 pesetas
Guadalajara ..................................................................... 0,00 pesetas
Huelva ....................................................................... 1.429,50 pesetas
Huesca ...................................................................... 5.135,00 pesetas
Guipúzcoa .............................................................. 27.918,00 pesetas
Jaén ............................................................................ 1.657,45 pesetas
León .............................................................................. 135,85 pesetas
Lérida ............. ............................................................ 862,53 pesetas
Logroño ............................................................................. 0,00 pesetas
Lugo .............................................................................. 461,25 pesetas
Madrid .................................................................. 287.391,76 pesetas
Málaga .................................................................... 24.624,25 pesetas
Murcia ....................................................................... 1.000,00 pesetas
Navarra ................................................................... 14.881,53 pesetas
Orense ................................................................................ 0,00 pesetas
Oviedo ....................................................................... 5.990,35 pesetas
Palencia ..................................................................... 2.356,25 pesetas
Pontevedra ................................................................... 910,35 pesetas
Salamanca ................................................................ 1.231,57 pesetas
Santander .................................................................. 6.903,10 pesetas
Segovia ........................................................................... 30,00 pesetas
Sevilla ............................................................................ 376,15 pesetas
Soria ........................................................................... 1.357,50 pesetas
Tarragona ....................................................................... 10,00 pesetas
Teruel. ........................................................................ 2.344,10 pesetas
Toledo ........................................................................... 508,10 pesetas
Valencia .................................................................... 1.514,65 pesetas
Valladolid .................................................................. 1.877,35 pesetas
Vizcaya ................................................................... 21.382,33 pesetas
Zamora ...................................................................... 1.085,00 pesetas
Zaragoza ................................................................. 10.912,01 pesetas
Ceuta ....................................................................... 18.639,15 pesetas
Marruecos .............................................................. 99.389,78 pesetas
Extranjero ............................................................... 21.071,55 pesetas
Melilla ................................................................... 117.880,29 pesetas
TOTAL. .......... ..................................................... 801.269,30 pesetas

El general Primo de Rivera, orientó a la Junta Municipal sobre el modo de invertir el importe de la suscripción pro damnificados, con una carta de su puño y letra. Su idea era construir un nuevo barrio como medida urgente para alojar a las familias que habían quedado sin hogar.

Acompañaba a la carta un esquema y valoración de ajuares para las futuras viviendas, también de su puño y letra. Los melillenses se asombraron de la capaci­dad de trabajo del ilustre marqués de Estella, pesando sobre él tantos y tan compli­cados asuntos.

Con respecto al fomento de casas baratas, el 10 de octubre siguiente a la explo­sión del polvorín, la presidencia de la Junta Municipal presenta una moción al pleno de la misma poniendo de manifestó la iniciativa del general Primo de Rivera para la construcción de una barriada de casas ultrabaratas. Esta moción fue aprobada.

Sin pérdida de tiempo se procedió a la construcción de 80 casas, agrupadas en manzanas de a cuatro cada una. Se escogió como lugar de emplazamiento el llano de Alfonso XIII y se pensó en dar al futuro barrio el nombre de Primo de Rivera.

Se convocó un concurso entre los constructores de la localidad y fueron adjudi­cas las obras al contratista local señor Perelló en la cantidad de 243.892,20 pese­tas, cuya suma fue anticipada por la Comisión de Socorros de las cantidades recibidas de la suscripción nacional a favor de las víctimas de la explosión y, repuesta, después, por la Junta Municipal, quedando dichas casas de su propiedad.

5.-ACTUACION DE LA JUNTA MUNICIPAL

El 14 de marzo de 1927, entró en funciones la Junta Municipal de Melilla, creada por Real Decreto de 14 de febrero del mismo, año cesando en su labor la Junta de Arbitrios.

Tarea difícil es condensar la ardua y penosa actuación de la Junta Municipal con motivo de la luctuosa explosión de Cabrerizas Bajas.

Las primeras medidas adoptadas por el presidente accidental de la Junta Muni­cipal, don Francisco de las Cuevas, fueron tan acertadas que antes de finalizar el día 26 de septiembre, habían sido trasladas al depósito del cementerio de la ciudad (Purísima Concepción) los 46 muertos que había producido la explosión (otros dos murieron a consecuencia de las heridas sufridas); quedaban curándose en los hos­pitales de la Cruz Roja y Pagés los heridos más graves, y en la Casa de Socorro, los más leves, para éstos hubo de instalarse una enfermería en el Laboratorio Municipal.

A consecuencia de la explosión, tuvieron que ser desalojadas por ofrecer peli­gro o haber quedado destruidas hasta 1.099 casas y barracas. En general, se podía afirmar que fue rara la vivienda melillense que no sufrió algún desperfecto.

Las familias sin albergue buscaron refugio en casas de amigos y parientes, menos 300 familias que la Junta Municipal alojó en los grupos escolares, laborato­rio municipal y asilos benéficos. En total 1.200 personas. De su alimentación se encargaron las cantinas escolares.

El mismo día 26 de septiembre, se reunió el pleno de la Junta Municipal y el presidente interino dio cuenta de la catástrofe, alabó los humanitarios sentimientos de los melillenses sin distinción de clases y al ejército, que acudieron solicito s en auxilio de los heridos llevándolos gratuitamente en sus automóviles; curándoles todos los médicos civiles y militares; asistiéndoles los practicantes, damas enferme­ras y Hermanas de la Caridad.

El 27 de septiembre, llegan en hidroplano el alto comisario, general Sanjurjo, y el presidente efectivo de la Junta Municipal, don Cándido Lobera. Se celebró el entierro de las víctimas, imponente manifestación de duelo, y quedó constituida la Comisión Permanente de la Junta Municipal en Junta de Socorros, por haber dis­puesto el presidente del Consejo de Ministros, general Primo de Rivera, que distri­buyese la Corporación el importe de la suscripción que por su iniciativa iba a abrirse en toda España. A este efecto se dividió en las siguientes subcomisiones:

1.) Clasificación de damnificados y de trabajo para los mismos, presidente don Francisco de las Cuevas.

2.) De asilamiento de los que carecían de albergue, presidente don Ángel Carrasco.

3.) Suscripción y fiestas benéficas, presidente don Francisco Montero.

4.) Repatriación y donativos en especies, presidente don Ramón Bustos.

5.) Enterramientos y mausoleo, heridos e incidencias, presidente don Ruperto Prado.

6.) Cuenta general y especial, presidente don Juan Botella.

7.) Barrio Primo de Rivera, presidente don Cándido Lobera.

8.) Correspondencia y suministro de datos, presidente oficial mayor don Pedro Sanabria.

La sección primera, de clasificación de damnificados y trabajo para los mismos tuvo desde el primer día una íntima relación con la Comisión de Socorros a la que tan pronto como se pudo completar el trabajo, se le entregó.

Para adquirir datos que sirvieran de base a la más equitativa clasificación, se dispuso que cierto número de funcionarios visitasen los asilamientos provisionales. Como los datos no eran suficientes, por ausencia de algunos de los damnificados, se citó por la prensa a los que se creyesen perjudicados, pudiendo así completarse la documentación para iniciar de un modo definitivo la clasificación.

Los daños materiales sufridos en cada vivienda y precio de su reconstrucción se cifraron en 1.251.458 pesetas.

A fin de poder reanudar el curso escolar, el general González Carrasca cedió el antiguo hospital Alfonso XIII para alojamiento de los damnificados. La Comisión de alojamiento, organizó allí dormitorios, escuelas, cocinas y hasta enfermería y proporcionó trabajo a los hombres y mujeres útiles.

En el mes de diciembre, al no poderse prolongar por más tiempo un estado de cosas que costaba sumas de relativa importancia, se concedió un plazo hasta el 31 de dicho mes para que los asilado s buscaran albergue propio, anticipando a cada familia, la cantidad de 200 pesetas.

Las demás comisiones mostraron análoga actividad atendiendo con solicitud a la repatriación, recogida de donativos y expedición de la copiosísima correspon­dencia recibida en el primer mes.

La Comisión de Socorros celebró 15 sesiones plenarias con un promedio de tres horas por sesión y una serie de reuniones parciales, para la recopilación de datos, clasificación, ayuda, etc., de los damnificados.

Un acuerdo, refleja, el criterio que había de seguirse:

"Conviene aclarar, en evitación de torcidas interpretaciones, que no se trata de fijar indemnización por perjuicios sufridos a consecuencia de la catástrofe, sino de distribuir el producto que de los sentimientos caritativos se obtengan, entre aquellas familias que hayan experimentado desgracias personales o pedido sus modestas viviendas y ajuares cuando era éste todo su patrimonio familiar."
Se formalizaron 1.562 expedientes de los cuales fueron suprimidos 151, unos anulados por la Comisión, y otros, por renuncias de los interesados a ser socorri­dos, en beneficio de los demás interesados. Algunos fueron anulados por falsedad de los hechos alegados, también se anularon a quienes los daños sufridos fueron insignificantes.

Después del primer reparto de socorros hecho en marzo, se presentaron algu­nas reclamaciones. Unas, solicitaban aumento de socorro, otras, pedían ser inclui­das como damnificados por no haberlo hecho a su debido tiempo, efecto de ausencia, enfermedad o desconocimiento.

La distribución de socorros se llevó a cabo en sesiones a partir del día 6 de marzo y siguientes hasta el 15, por tandas, que empezaron los primeros días, de a 50 damnificados, aumentando progresivamente hasta los últimos que se pagaron 200 en cada sesión.

En tres sesiones más celebradas los días 21 de marzo, 20 y 21 de junio, se abo­naron los recibos que habían quedado pendientes, totalizando 1.411 socorros en metálico, por valor de 736.322,98 pesetas.


Los socorros se asignaron con arreglo a las siguientes clasificaciones:

Primer grupo: familias que tuvieron muertos.

Segundo grupo: familias que tuvieron heridos.

Tercer grupo: inquilinos que tuvieron pérdidas de muebles y enseres.

Algunas familias damnificadas expresaron deseos de volver a la Península y se les facilitó pasaje y un socorro proporcional al número de miembros que la componían. La Compañía Transmediterránea hizo en estos pasajes la bonificación del 50 por ciento.

El número de familias repatriadas alcanzó a 31, elevándose los gastos de repatriación y anticipos, a cuenta del socorro a 3.192,59 pesetas.

La sección de heridos e incidencias se ocupó de facilitar ropas a los que eran dados de alta en los hospitales, pues la mayor parte fueron a ellos envueltos en mantas.

La protección a la infancia se hizo cargo de dos niños que perdieron a sus padres en la catástrofe y la Asociación General de Caridad acogió en sus asilos a varios huérfanos de padre o madre.

Se abrió contabilidad especial para todo lo referente a la catástrofe, dividiendo los gastos en tres grupos:

1.) Los que debía satisfacer de sus fondos la Junta Municipal.

2.) Con cargo a las 50.000 pesetas que entregó el alto comisario para los pri­meros auxilios.

3.) Con cargo a la suscripción.

La sección de correspondencia formalizó 346 expedientes referentes a donati­vos y otro número parecido de informes y contestaciones al pésame que se recibió de toda España y del extranjero, lo que es un fiel reflejo de la impresión causada por la catástrofe.

La Asociación General de Caridad; sufragó el importe de las comidas distribui­das en sus locales y la Cruz Roja, las hospitalidades de los encamados en la bene­mérita institución. Hubo que abonar las del Hospital Militar. Los socorros recogidos fueron entregados a la Asociación General de Caridad.

La estadística que tenemos de las víctimas de la explosión es la que sigue:

MUERTOS
Niños: 5
Mujeres: 22
Hombres: 21

HERIDOS
Atendidos en el Hospital Cruz Roja: 171
Atendidos en el Hospital Militar: 96.
Atendidos en Enfermerías dependientes de la Casa de Socorro: 23.
Hay que añadir el gran número de heridos leves que no quedó reflejado en cifras concretas.

6.-GRAVE PROBLEMA SOCIAL

Las memorias de la Asociación General de Caridad, nos muestran cómo esta asociación se ocupó de la inmigración constante de menesterosos, de Levante y sur de España, ofreciéndoles ayuda.

Esta entidad, verdadera Junta de Beneficencia del Municipio, se vio en la nece­sidad de plantear este problema social, agravado a raíz de la horrenda catástrofe que había sufrido el pueblo de Melilla. Así, en palabras del presidente de la Asocia­ción, don Francisco de las Cuevas:

“Los problemas de la miseria que deben com­partir equitativamente las ciudades que lo padecen, se acumulan hoy en una como la nuestra, donde precisamente por su situación geográfica y su contacto con pue­blos otras razas y otras religiones, que estamos obligados a incorporar a la civiliza­ción europea, se precisa que se caracterice el nuestro, por una alta ética, una alta moral, una gran capacidad de trabajo, una higiene y una instrucción lo más desa­rrollada posible; factores todos ellos que se traducen en su reducción al mínimo de dicha miseria.

A todos consta que al amparo de la verdadera necesidad pulula en número des­graciadamente extraordinario otra clase de desventurados cuyo remedio no está precisamente en el ejercicio de estas funciones sagradas, sino por el contrario en una acción coercitiva, dificultándoles el ejercicio de la vagancia para promover un estímulo enérgico y activo que les conduzca por el amor al trabajo a su regenera­ción y al bienestar de los suyos.”

La ciudad de Melilla, gasta en atenciones de beneficencia de un modo directo por las Cajas de la Junta Municipal y de la Asociación General de Caridad más de 1.000.000 de pesetas al año, y lo triste es que con cifras tan exorbitantes no pueden atender desahogadamente a dichas obligaciones de beneficencia.

El poder ejecutivo se manifestó creando la Comisión que había de estudiar la inmigración de las plazas de soberanía.

A la Sociedad General de Caridad las circunstancias le obligaron a adoptar medidas que fueran precisas para que no se perdiera ni un céntimo de los recursos que ella administraba en fomentar la vagancia, para lo que se propuso que los ser­vicios de los establecimientos benéficos que sostenía sólo se prestaran a las familias realmente necesitadas que hubieran adquirido cartas de naturaleza en la ciudad, haciendo escrupulosamente el padrón de indigente s y colaborando con las autori­dades gubernativa y municipal para repatriar a los pueblos de su naturaleza a aquellos que detentaran los recursos destinados a los pobres de Melilla, restable­ciendo el equilibrio alterado profundamente en la mendicidad melillense. Hay que hacer resaltar que en Melilla estaba prohibida la mendicidad y existían las suficien­tes organizaciones para que no surgiera.

Tras la catástrofe, como antes hemos indicado, estas organizaciones se hicie­ron insuficientes y el presidente de la Asociación General de Caridad, don Fran­cisco de las Cuevas, se vio en la necesidad de recordar al Estado español que Melilla era una ciudad especial por su situación geográfica, sus habitantes y sus obligaciones para con ellos, por lo que el Estado no podía considerarla como cual­quier otra ciudad española.

"Si a la hora de la guerra, nadie puso en duda que era la nación entera, como así lo hizo con la sangre de sus hijos y los recursos de sus tesoros, la que tuvo que venir aquí a resolver el problema militar que a España le habían planteado de un lado, los compromisos internacionales, y de otro, la indómita rebeldía de las cábilas de nuestro protectorado; a la hora de la paz, no puede dejarse desamparada a esta ciudad por el Estado, ya que las necesidades que en ella se crearon no fueron el fruto de su propia vida, sino que fue una consecuencia lógica e inevitable de la acción nacional en estos territorios, y por tanto, sino todos, muchos de los proble­mas de Melilla continúan teniendo por derivación el mismo carácter que los ori­ginó; carácter nacional claro está."

Existe una necesidad imperiosa de que el Estado se sienta generoso y acuda en auxilio de Melilla.

La Junta Municipal sostiene 128 hospitalidades, de las que Melilla sólo tiene obligación de atender a 68, por ser hijos de la ciudad o llevar más de 10 años en la misma. El resto de los enfermos, deberían ser las Diputaciones de su origen las que abonaran sus gastos.
Melilla, salió adelante en este problema social, el Estado no sólo ayudó a la ciu­dad económicamente, sino que la recompensó por el altruismo y abnegación de sus habitantes, así lo observamos en el decreto que se publicó en la Gaceta de Madrid el 14 de febrero de 1929: S. M. Alfonso XIII concedió a la corporación municipal de Melilla el tratamiento de "Excelentísima" y el título de "Muy caritativa ciudad".

7.-EL NUEVO BARRIO PRIMO DE RIVERA

A partir del año 1921, la población de Melilla había aumentado considerable­mente. En los últimos días de diciembre de dicho año, se encontraban empadrona­das en Melilla 55.000 personas, ubicada en los siguientes barrios de la ciudad:

Reina Regente; Medina Sidonia; Barrio del Carmen; Reina Victoria; García Aldave; Polígono; Príncipe de Asturias; General Arizón; Industrial; Sanjurjo; Real; Zoco; Gómez Jordana; Alfonso XIII.

El barrio de Reina Regente, que contaba con 10.387 habitantes, fue el más afectado por la catástrofe, ya que en el centro del barrio se encontraban el fuerte y el polvorín que explosionaron.

Este barrio se había formado a espaldas de la Corporación Municipal por la afluencia de emigrantes de la Península que llegaron en masa a la ciudad. El número de edificios que contaba era de 790. La mayoría, viviendas cubiertas de lata y otros materiales poco aconsejables para una buena construcción. Las vivien­das se hacinaban en las inmediaciones del fuerte y la Junta Municipal no había des­cuidado, según parece por ciertas declaraciones, mejoras para este barrio mal construido. Más, a pesar de todo ocurrió la terrible desgracia antes de que estas viviendas estuvieran en condiciones. Ahora era necesaria realizar la construcción de un nuevo polvorín y, cómo no, de un nuevo barrio.

Se propuso construir un amplio polvorín que sólo sirviera para almacén de pól­vora. La nueva edificación se levantó en el interior de una gran barranca da exis­tente en Horcas Coloradas, desenfilada por completo de la ciudad. Constaba de ocho grandes barracones de madera, enguatados de corcho y aislados, por com­pleto, unos de otros. En caso de siniestro, éste no podrá tener otras consecuencias que la destrucción del barracón.

Al acto de inauguración del nuevo polvorín asistió en nombre de su majestad el Rey, el señor Gómez Jordana, Alto Comisario, sustituto de Sanjurjo.

La construcción del nuevo barrio Primo de Rivera fue todo un éxito. Así, tan sólo en 33 días se consiguió hacer la obra que dejó concluida la nueva barriada.

El 15 de diciembre de 1928, se hizo entrega a los inquilinos futuros de las nue­vas ochenta viviendas. Un solemne acto tuvo lugar en la misma barriada presidido por el Alto Comisario, Gómez Jordana, que se encontraba en la ciudad.

El señor Perelló, constructor de la obra, tuvo el magnífico gesto de entregar a cada uno de los nuevos inquilinos además de la llave de su vivienda, un billete de 25 pesetas, obsequio que fue acogido con gran entusiasmo.

Las viviendas estaban formadas por:

Habitación de entrada con amplia ventana; cocina con chimenea y dos dormitorios.

Se construyeron 20 grupos de cuatro casas cada uno, con pilas para lavar y retrete independiente para cada vivienda, además de patio común a las cuatro viviendas de cada grupo.

Todas las habitaciones contenían muebles y un modesto ajuar. La luz, existía en el interior de las casas, no en el barrio que se iluminaría con posterioridad.

El agua corriente se llevó a las viviendas desde Yasinen, meses después de la inauguración del barrio, hasta entonces se surtió el barrío del agua que le propor­cionó la Comandancia de Artillería.

8.-"HAY QUE SABER SER RICO"

Con este mismo título, publicó un suelto el diario La Nación estimulando a las personas pudientes para que acudieran a las suscripciones abiertas a beneficio de los damnificados por las catástrofes del Teatro Novedades y del Polvorín de Melilla.

Alude concretamente a las familias que disfrutan grandes rentas y recuerda que el verdadero sentido del equilibrio social no puede fundarse en el egoísmo de quienes se desentienden de estos deberes.

Comentando este suelto, el popular diario ABC se expresaba en los siguientes términos:

"No tiene disculpa la avaricia de muchos que gozan de privilegiada situación en nuestro país. Sus nombres, jamás aparecen junto a los de millares de personas de posición modesta, que no niegan nunca el concurso de su flaco bolsillo para una obra de caridad.

Podría hacerse una lista de esos acaudalados egoístas, que no saben ser ricos, y la prensa debería imponerles el correctivo de un tributo indirecto absteniéndose de publicar gratuitamente como hace ahora, las noticias de sus cacerías, de sus ban­quetes, de sus recepciones y viajes, siempre que no acreditasen el haber contribuido en consonancia con sus medios, al alivio de las desdichas nacionales, y en caso con­trario, cobrarles con una alta tarifa la inserción de aquellas noticias, o no publicar­las, destinando el importe a constituir un fondo para remediar las calamidades públicas.

Brindamos la idea a la Unión de Empresas Periodísticas."

Como es lógico este escrito encontró rápida respuesta. El diario La Época se ocupó de los sueltos publicados por algunos periódicos como el anterior de ABC contra las clases acomodadas, diciendo que no se puede ejercer la caridad con amenazas.

Este diario se hizo defensor de esta clase social afirmando que las clases altas de la sociedad española practicaban constantemente la caridad sin necesidad de que se les acuciara, así quedaba demostrado en el mantenimiento de una infinita serie de sanatorios, hospitales, refugios, y otros muchos centros por ellos creados.


9.-RECONSTRUCCIONES SIN ARBITRIOS NI PERMISOS

El comercio, los particulares y propietarios experimentaron graves pérdidas como consecuencia de la catástrofe. Para reconstruir todo, sería necesario solicitado a la Junta Municipal, abonar arbitrios y la obligada tramitación burocrática.

Los reglamentos son necesarios para cosas corrientes, lo ocurrido era poco corriente por lo que la Junta autorizó las reconstrucciones sin previa petición, ni abono de impuestos.

El 6 de octubre de 1928 se recibió en la Junta Municipal un telegrama del Presi­dente del Consejo de Ministros, en el que se comunicaba el acuerdo del Gobierno de la suspensión del aumento del 25 por ciento de contribución industrial para Ceuta y Melilla.

En las circunstancias en que se encontraba Melilla, era un gran alivio, y debía estar muy agradecida a los marqueses de Estella y del Rif, ministro de Hacienda y de modo especial al Director General de Marruecos y Colonias, portavoz de las aspiraciones legítimas de Melilla.

10.-CONCLUSION

Para el estudio de temas recientes, como el nuestro, el testimonio de las perso­nas que conocieron personalmente los hechos -los "archivos vivos"- es funda­mental. Gracias a ellos comprobamos que la actuación general tanto de los organismos oficiales como de la población de Melilla, y España, en general, les merecía la opinión de excelente.

Las ayudas, según ellas, se prestaron con rapidez y eficacia. Se demostró una vez más la solidaridad del pueblo español.

La familia real, el gobierno de la nación, la junta municipal de Melilla, el ejér­cito, los comerciantes, banqueros, asociaciones de caridad y un largo etcétera, aportaron sus servicios desinteresados y sus respectivas economías.

Pero también a estos melillenses les consta que es muy difícil conseguir una per­fección absoluta en cualquier realización que el hombre ejecute. Es por lo que testi­monian con desánimo como tres provincias españolas no contribuyeron económi­camente con un sólo céntimo a sufragar los gastos imprevistos que sufrió la pobla­ción de Melilla.

A la vez, refieren, se podían haber evitado tantas muertes si no se hubiera per­mitido jamás la construcción de un barrio en las condiciones en que se formó el de Reina Regente. Y, además la falta de atención en un lugar tan importante como el polvorín; sólo dos hombres lo guarnecían y consideran que no era suficiente.

Un último punto sin resolver es la causa o causas que originaron la explosión.

Parece que la ciencia de los años veinte no alcanzaba metas muy altas, las investigaciones dejaron sin cerrar este siniestro.

Artículo publicado en la revista ALDABA, número 5. de la UNED de Melilla, 1985.


Fotografías cedidas por la Asociación de Estudios Melillenses.




martes, 24 de noviembre de 2009

JUAN LÓPEZ MERINO, PERIODISTA Y DRAMATURGO







Juan López Merino, director del diario “Heraldo de Melilla” y padre del
escultor autor del monumento a los Héroes y Mártires de las Campañas

Juan Díez Sánchez
( de la Asociación de Estudios Melillenses )

Malagueño de nacimiento, Juan López Merino, fue miembro de una familia ligada a nuestra ciudad desde el lejano año 1814. Siendo en la vecina capital andaluza donde comenzó a manifestar sus primeras inclinaciones literarias, que en Melilla desarrolló trabajando como director en el diario “Heraldo de Melilla”. Quien, además como hombre afable, en 1913 logró el necesario consenso entre los profesionales locales para que éstos se agruparan fundando por vez primera la Asociación de la Prensa de Melilla.




En torno al año 1915 marchó a Madrid, donde siguió la carrera periodística, y además triunfó desarrollando su gran pasión; la creación teatral.
Persona de ideas progresistas y simpatizante del partido político Unión Republicana, finalmente los vientos de la guerra civil española lo llevaron a ejercer de administrador del órgano de expresión del Partido Comunista de España, el entonces diario “Mundo Obrero”.




Perfil biográfico
Como ya hemos mencionado, Juan López Merino nació en Málaga, contrajo matrimonio en Priego, provincia de Córdoba, en el año 1907 con Matilde López Uceda, y el primero de septiembre de 1909 nació su hijo Juan López López en su casa del Barrio del Mantelete, en cuyos bajos hoy se ubica el conocido “Bar Sevilla”.
Dirigió el diario “Heraldo de Melilla” y su popularidad era tal que en marzo de 1914 por error se dio su nombre a una céntrica arteria urbana, pues la actual calle “López Moreno” se rotuló “López Merino”. Unos apellidos entonces muy conocidos en contraste con el otro, correspondiente a un heroico Alcaíde melillense del siglo local del siglo XVII.
Hacía el año 1915 marchó de nuestra ciudad, abriéndose camino con éxito en la capital de España, tanto en el campo del periodismo como del arte escénico. Así a finales de 1917 ingresó como redactor en la agencia telegráfica “Radio”, en 1929 conocemos que era redactor de la revista madrileña de carácter semanal “Alma hispana”, y en 1930 del rotativo también de Madrid “Más”.
Juan L. Merino fue muy querido en Melilla, ciudad que solía visitar con regularidad para pasar algunos días como familiares y amigos. Recibiendo constantes muestras de cariño y admiración, tal como ocurrió en Madrid en 1920 y cuatro años más tarde en Melilla, donde fue homenajeado por la Asociación de la Prensa y Ateneo.
En el mes de septiembre de 1933 su esposa falleció en Madrid.
Su hijo Juan López López fue escultor y estuvo becado en sus estudios por el ayuntamiento de Madrid y la antigua Junta Municipal de Melilla regida por su primo político Cándido Lobera. Se presentó, y resultó ganador, del concurso para erigir en nuestra ciudad el Monumento a los Héroes y Mártires de las Campañas de Marruecos, su primera y más representativa obra que fue inaugurada el 6 de septiembre de 1931 y a la que siguió en Málaga los bustos de Salvador Rueda y Narciso Díaz de Escovar, dos excelsos personajes de esa provincia hermana.
Curiosamente en las informaciones periodísticas se suele nombrar a Juan López López como Juan López Merino, igual que su ya célebre padre.




“Heraldo de Melilla”
El periodista Juan L. Merino durante su estancia en nuestra ciudad dirigió el diario “Heraldo de Melilla” a lo largo de dos periodos de tiempo. Pues este rotativo apareció por primera vez a comienzos del mes de marzo de 1900 y se mantuvo hasta final de agosto del mismo año, siendo de carácter bisemanal y literario, y corriendo su dirección a cargo de de Joaquín Aznar y Manuel de Pazos. Contando además con la colaboración de algunos militares entre los que se encontraban Cándido Lobera, quien dos años después fundaría “El Telegrama”.
“Heraldo de Melilla” nuevamente saldría a la luz pública el domingo último de octubre de 1911, momento en que la ciudad experimentaba una profunda transformación, un crecimiento derivado del inicio de la colonización española en el Norte de África. En esta segunda etapa “Heraldo de Melilla” comenzó a dirigirlo Mariano Vico, después Juan L. Merino, José Mingorance, otra vez Juan López Merino y finalmente José Ferrin.




Creemos que en torno al año 1920 el “Heraldo de Melilla” desapareció. Diario de la tarde, en sus inicios fue independiente, contando incluso con imprenta propia enclavada en un local bajo situado en los primeros números de la calle General Marina. Más hacía el año 1913 y seguramente por motivos políticos, pasó a propiedad de Cándido Lobera ( 1871 – 1932 ), propietario de “El Telegrama del Rif”. Y mientras éste último diario se vendía al público por las mañanas, el “Heraldo” lo hacía por la tarde. El control de los dos periódicos por el Sr. Lobera vendría a saturar el mercado, posiblemente con el objeto de hacer competencia e inviable económicamente la supervivencia del otro diario rival, “El Popular”, fundado en 1910 y dirigido en sus comienzos por José Mingorance ( 1880 – 1933 ).




En el año 1913 “Heraldo de Melilla” ya se confeccionaba e imprimía en los talleres de “El Telegrama”. Manteniendo el “Heraldo” a lo largo de ese mismo año desde sus páginas una campaña para presionar a las autoridades ante el problema de las numerosas cuevas habitadas existente en la ciudad. Con la finalidad de que fueran clausuradas por insalubres. Y dos años más tarde, en febrero de 1915, tenemos noticia acerca de un incidente habido en el Puesto de Socorro Municipal entre el médico ácrata José García Viñas y un redactor del “Heraldo”.
Además de López Merino en ese diario de la tarde trabajaron Jaime Mariscal de Gante y Tomás Segado. José Ferrin compaginó los trabajos de jefe de talleres y redacción en “El Telegrama” con el de director del “Heraldo”.
Posiblemente el local e imprenta del “Heraldo” fueran adquiridos hacía el año 1918 por el periodista Nicolás Pérez Muñoz Cerisola, dándole a las instalaciones la nueva denominación de “La Ibérica”, y pasando a editar en ella el semanario-diario “La Crónica de Melilla”. Curiosamente junto a esta imprenta estuvo situada la “Casa López Merino y Cia”, un almacén de suministros para el Ejército, propiedad de familiares de Juan López Merino. Familiares que también poseyeron el “Cine López Merino”, inaugurado en el año 1923 en la calle Fernández Cuevas del Barrio del Tesorillo, y algunos de cuyos descendientes aún siguen viviendo en nuestra ciudad.




Asociación de la Prensa
En el año 1913 y siendo director del “Heraldo”, Juan López M. intervino decisivamente para que los periodistas locales constituyeran la Asociación de la Prensa de Melilla.
El primer día de marzo de 1913, tuvo lugar el precursor encuentro, en los locales del Casino Español. Donde L. Merino expuso el motivo de la convocatoria, y luego de tomar la palabra diferentes periodistas, se acordó basarse en los estatutos que regían la Asociación de la Prensa de Madrid y propuesta de Jaime Tur, por unánime aclamación, se eligió presidente a Cándido Lobera y a Rafael Fernández de Castro como secretario,
Mientras que Juan L. Merino ocupó el cargo de vocal tercero.




Dramaturgo
No quisiéramos concluir este capítulo acerca de la historia del periodismo melillense sin evocar, al menos someramente, el relevante papel de Juan López Merino en el arte de Talia. Una afición que pronto mostró en Melilla, donde en 1913 ya había estrenado las obras: “Entre barcas”, “Lolita Alcázar” y “El tonto de Coria”.
Teniendo también producidas en ese año las comedias “Ley de vida”, ¿Quién fundó la estirpe”, “El cuento del abuelo”, “Naftali” y “La Soberana”. Mientras que en preparación tenía “La Canalla”, “Neurastenia” y el libro “De mi castillo”.
Entrevistado en el año mencionado en el número 9 de la revista “Melilla Joven”, confesó su constante pesimismo ante la posibilidad de morir sin haber alcanzado a conocer la fortuna como autor. Revista que también nos descubrió algunos aspectos de la personalidad de L. Merino: “Su alma, noble y andariega. Su carácter afable, tiene la cortesía del amigo nuevo y la sana y fraternal cordialidad del antiguo camarada de aventura y correrías. Como periodista es valiente y sincero. Al frente del Heraldo de Melilla luchó sin descanso, y esta población le debe muchas y grandes mejoras, que no siempre supimos pagarle con gratitudes”.
Algún tiempo más tarde alcanzó el ansiado éxito y pudo estrenar en Madrid algunas de sus obras, como fueron “Los santos mártires” con crítica favorable en el mes de septiembre de 1922 y que dos años más tarde volvió a estrenar en Melilla. Pasando en 1925 a dirigir artísticamente una compañía dramática en Madrid.
Y finalmente a mediados del mes de enero de 1927 el melillense y conservador diario El Telegrama del Rif volvió a informar de sus triunfos literarios, indicando esta vez de que había concluido una zarzuela.




Estudios sefardíes
A finales de los años veinte del pasado siglo Juan López Merino se interesó por el judaísmo de raíces hispanas y fruto de sus investigaciones fue la obra de teatro “Sefarad”, que levantó gran expectación en la comunidad judía melillense. Tanto interés que la entidad cultural local Ozen Dali presidida entonces por el señor Benarroch organizó el 23 de octubre de 1930 en los salones del Casino Español una conferencia a cargo de Juan López Merino sobre esta representación teatral. Magnífica conferencia que al día siguiente el ilustre poeta Enrique Mouly comentó ampliamente en las páginas del diario “El Telegrama del Rif”.

Homenaje a Fermín Galán en Melilla
Hombre progresista, participó de forma decisiva en el homenaje que el partido Unión Republicana tributó en Melilla en la noche del 21 de mayo de 1931 al capitán Fermín Galán. Y para ello, como antiguo amigo del mártir de la República, López Merino consiguió de la madre de éste un retrato dedicado.
En el emotivo acto se dieron vivas a la madre y al mismo Galán, hubo discursos en consonancia con el momento histórico. Y también se guardó un minuto de silencio en su memoria.
La dedicatoria de la imagen del capitán revolucionario decía.” A requerimiento de Juan López Merino, correligionario y grande amigo que fue de mi hijo Fermín ( que en paz descanse )me complazco en dedicar este retrato suyo a los republicanos de Melilla.
María Rodríguez, viuda de Galán”
Debemos recordar que Melilla estuvo bastante ligada a los militares que se sublevaron en Jaca en el año 1930, pues muchos de ellos fueron castigados a permanecer en las Islas Chafarinas y poblado de Dar Drius. Y al proclamarse la República en abril de 1931, a estos militares la ciudad de Melilla, antes de su marcha a la Península, tributó numerosos agasajos como muestra de simpatía y afecto.
El también periodista José María Burgos Nicolás era en nuestra ciudad presidente del Partido Unión Republicana.

Epílogo: Nota necrológica
La sublevación cívico-militar del 17 de julio de 1936 le sorprendió en Madrid, capital que tuvo que abandonar en el transcurso de la guerra civil para establecerse primero en Valencia y luego en Barcelona, donde a la edad de 52 años falleció el 2 de junio de 1938. Siendo enterrado en el Cementerio de Les Corts.
El diario “La Vanguardia” de Barcelona recogió en su página número 2 del sábado 4 de junio de 1938 su defunción:
“López Merino ha muerto.
Ha muerto Juan López Merino, dramaturgo de pura raíz española y hombre íntegro de recio abolengo liberal. Sus dramas Pedro Fierro y Padres, son dos documentos humanos Sacados del más hondo sentir de nuestro pueblo. Cuando los estrenó Enrique Borrás le oímos decir que pocas veces había logrado que un personaje dramático se entrara en él como lo hicieron las figuras que en estas obras encarnó.
Al decir que era hondamente español, queda dicho que era antifascista integral. Por esto, tal vez su salud resentida no ha podido resistir la infamia de ver su país vendido al peor postor.
Últimamente dedicó su inteligencia a los estudios sefardíes, escribiendo diversos ensayos y un drama Sefarad, que no ha logrado ver estrenado.
Por su inteligencia, por su bondad y por su hombría, López Merino dejará entre sus múltiples amigos un grato recuerdo”.




“Camino del triunfo”
Los hijos de Juan López Merino ,entre los que se encontraba el escultor Juan López, también fueron grandes entusiastas del Teatro y en homenaje a su padre, muerto tempranamente. A comienzos de los años cincuenta junto con otros aficionados fundaron la compañía dramática “Camino del triunfo”. Que representó algunas obras de L. Merino, como fue “Padres” e intentó sin éxito en 1952 poner en escena “El Yunque” que no fue autorizada por la Censura, la Dirección General de Cinematografía y Teatro.

Y ya para finalizar, únicamente nos cabe expresar que siempre que transitemos por la Plaza de España de Melilla y observemos el Monumento a los Héroes y Mártires de las Campañas, ejecutado por Juan López López, hijo de Juan López Merino, estaremos recordando también a éste último, escritor y autor teatral, el hombre que impulsó la creación de la Asociación de la Prensa de Melilla.

Fuentes: - Diario “El Telegrama del Rif”, Biblioteca Pública de Melilla.
- Revista “Melilla Joven”, colección particular.
- Notas facilitadas por su bisnieto Carlos Gil López
y nuestro entrañable compañero Pepe Marqués, alma
del homenaje que en estos días se tributa en Melilla
a la memoria de Juan López López.
- Díez Sánchez, Juan. “Juan López Merino, periodista
y dramaturgo”, semanario El Faro núm. 78 , Melilla,
cuarta semana de abril de 1998.

Artículo publicado en el diario “El Telegrama de Melilla”
el día 23 de noviembre de 2009 .