miércoles, 15 de septiembre de 2010

La labor de la Marina de Guerra española en la costa marroquí

De la Marina de Guerra, poco se hablaba en la prensa de la época sobre su papel en la Campaña de Marruecos, cuando jugó un papel muy importante. Cándido Lobera, director, fundador y propietario del rotativo melillense “El Telegrama del Rif”, elogiaba en sendos artículos el papel de nuestra Marina en aquellos tiempos, ya que sus misiones, que consistían en vigilar la costa, una costa hostil con apenas dos abrigos donde resguardarse en más de 90 millas, llevando a cabo esa vigilancia desde Afrau a la desembocadura del río Lau, con el consiguiente problema de la persecución del contrabando, fuente a pesar de ser a pequeña escala, de abastos y armas para los rifeños, esperando les fueran entregadas embarcaciones armadas de pequeño calado para poder perseguir a esos contrabandistas a las calas donde se ocultaban y en el que los marinos no podían entrar por el calado de sus naves y, siempre con la inestimable ayuda del inglés al rifeño, menos mal que el contrabando a mayor escala, entraba por tierra y Francia, se hallaba por la labor de perseguirlo conjuntamente con el español. Dichos elogios, que incluían el repliegue ideado por el Directorio Militar de Primo de Rivera, dirigidos a nuestros marinos, quedaron recogidos en el citado diario de
la forma siguiente ( textual ):
( Rada de Tánger )


“…La guerra en Yebala
Labor de la Marina de Guerra en la costa marroquí

La opinión no aprecia debidamente la inmensa labor de nuestra Marina de guerra en Marruecos, tal vez por lo poco que de ella se habla y escasas informaciones, no siempre posibles debido a la naturaleza de ciertos servicios que la prudencia impone silenciarlos. Sin embrago, discretamente puede divulgarse algo que permita formar juicio de su loable intervención en esta guerra, cuya trascendencia reconocen propios y extraños.

Tres misiones le están encomendadas: Vigilancia, abastecimiento de posiciones y bombardeo. Desde 1921, realiza el bloqueo del litoral rebelde, habiéndose intensificado los últimos meses. Las fuerzas navales en Marruecos, bajo el mando del contralmirante Guerra, que tiene como jefe de Estado Mayor al capitán de fragata Boado, se hallan así integradas: Cruceros “Cataluña” y “Extremadura”; cañoneros “Canóvas del Castillo”, “Bonifaz”, “Recalde”, “Laya” y “Lauria”; diez guardacostas; dos torpederos y siete barcazas “K”, de las que usaron los ingleses en los Dardanelos y costa de Bélgica. Los transportes de guerra y el “España 5”, prestan también excelentes servicios.
Cañoneros y guardacostas turnan en la vigilancia, desde Afrau al río Lau, permaneciendo en el mar cincuenta y seis horas consecutivas. Es tan poco hospitalaria la costa marroquí, que sólo cuenta dos refugios; uno en Gomara para vientos de Poniente, y Cala Tramontana para Levantes; los demás son pequeñas calas, exclusivas para cárabos. Es decir que hay noventa millas sin abrigo.

La persecución del contrabando es continua, tenaz y puede afirmarse que merced a la vigilancia ejercida, no se ha efectuado en grande escala. Los pequeños alijos son inevitables. Despliegan tal osadía y tan extraordinarios recursos los contrabandistas, que pocas veces son apresados; y cuando nuestros barcos les persiguen, encuentran la documentación en regla y nada sospechoso en las bodegas. Sin duda arrojan la carga al verse sorprendidos.

Díganlo esas gasolineras de la matrícula de Gibraltar “Silvia” y “Estrella de Oriente” y tal cual pesquero o vaporcito, fichados como sospechosos. Aquellas pertenecen al grupo financiero que acaudilla el capitán Gardinier, célebre por sus jocundos contratos con Abd-El-Krim. Periódicamente anuncia nuestro cónsul las salidas y como los motores le permiten un andar de dieciocho millas, y son los tripulantes gentes arrojadas, muy conocedoras de los recovecos de la costa, resulta difícil darles alcance.

Suponemos se habrá formulado enérgica reclamación y también adivinamos la respuesta. Que cargan en alta mar. Si se invirtieran los términos y una nación tuviese el convencimiento de que barquitos españoles pertrechaban a gentes levantadas en armas contra ella, habrían exigido el decomiso.

A este propósito recordamos un caso que viene como anillo al dedo. Se publicaba años atrás, en Algeciras “El Centinela del Estrecho”, y sus 37 números fueron denunciados, y al fin suspendido el semanario, a instancias de las autoridades gibraltareñas.

Cerca de Alhucemas, apresó el crucero “Extremadura” cierto buque holandés, que había mandado un bote a tierra con tres personas. La requisa produjo el resultado negativo de siempre. Confidencias posteriores anunciaron que, ese u otro barco de igual nacionalidad, proporcionó a los rebeldes fusiles, cartuchos y granadas de mano.

Los guardacostas soportan en el mar grandes temporales, pues esta es su principal característica. Por lo demás, sólo andan de ocho a nueve millas y calan cinco metros. Para terminar con los pequeños alijos, pronto se incorporarán a la escuadra de Marruecos gasolineras armadas, de mucho andar, que puedan internarse incluso en las calas.

Todas las semanas destruíamos algunos cárabos que se aventuran a la pesca. El tráfico de mercancías, de mucho valor y poco peso, que se realizaba por las costas de Gomara, en prejuicio de las aduanas, se halla totalmente suspendido, lo que constituye rudo golpe para los ribereños, cuyo bienestar deben al hecho de ser obligados intermediarios de las kabilas del interior.

El contrabando en gran escala, se ha realizado y realiza por la frontera terrestre; procede de la otra zona y de Tánger, sostén de la rebeldía y uno de sus más poderosos auxiliares. Esta afirmación no lleva consigo la anuencia de las autoridades del otro Protectorado, tan interesadas como las nuestras en perseguir el armamento de los rebeldes.

El productivo comercio del litoral marroquí con las lazas africanas, Argelia y Gibraltar, se halla prácticamente suspendido desde hace tres años, y como las cosechas fueron mediocres, sólo se concibe la pujanza de nuestros enemigos, por los auxilios en metálico y en especie que reciben de sus colaboradores. De otras suerte, la miseria y la falta de municiones, les hubiera hecho claudicar.

La labor de nuestros marinos es dura, penosa y exige fatigas y penalidades que gustosos soportan. A la vigilancia de la costa bravía, precisa añadir otros servicios. Abastecimiento de puertos y cooperación a las operaciones de tierra. De ellos trataré en el siguiente artículo…”
( Acorazado "Pelayo" )
“…Labor de la Marina de Guerra en la costa marroquí
Evacuación de posiciones
(De nuestro director).

El litoral berberisco, asilo del primer enviado de los Califas de Oriente, cuna de los famosos gomeres, es tan bravío y poco hospitalario como la indómita raza que lo puebla. Las posiciones que ocupamos .recientemente evacuadas- prueban lo ilusoria de la solución por la fórmula línea costera, irradiando influencia sobre el interior. Su enlace terrestre con Tetuán, hubiera exigido costosos caminos, nuevas posiciones y columnas móviles en constante movimiento, -la razón de la columna es el puesto y la del puesto la columna- esquivándolos, se las aprovisionó por vía marítima.

La Marina de guerra puede testimoniar las dificultades de la empresa, aún en tiempo de paz, por tratarse de ensenadas abiertas a todos los vientos; menos mal, que sus grandes fondos permiten aproximarse mucho a tierra. Cien veces abandonaron los barcos el puerto de Ceuta, y pocas lograban el abastecimiento en la primera salida. El 18 de Febrero fue necesario enviar socorros a M’Ter, y hasta el 26 no pudo desembarcar el entonces coronel Serrano, jefe de la columna.

Las grandes barcazas “K”, constituyen auxiliares poderosos de ese servicio; las dirigen maestres de marinería, tienen dos motores de petróleo y gasolina y su capacidad permite el holgado transporte de 400 hombres. Dos remolcadores, “El Gaditano” y “Ferrolano”, al mando de alfereces de navío, la auxilian, escoltándolas y protegiéndolas guardacostas y cañoneros. El invierno y hasta la primavera, fueron duros para estos marinos, que capeando temporales esperaban momentos de relativa calma para echar en tierra víveres y municiones. Únicamente quiénes soportaron labor tan ruda, de escaso relieve, pero de gran importancia, saben el esfuerzo desplegado y penalidades sufridas, acrecentadas desde Febrero, fecha en que gomaris y rifeños iniciaran los ataques contra M’Ter. A las inclemencias del tiempo, se unió la hostilidad enemiga el peligro y mutuo apoyo, han establecido sólidos vínculos de compañerismo entre las fuerzas de mar y las de tierra.

Intensamente ha cooperado la escuadra de Marruecos a la defensa de posiciones costeras, abatiendo con sus fuegos el empuje rebelde, cañoneando las concentraciones que desde Alhucemas se dirigían a la zona occidental y acallando los fuegos de las baterías emplazadas desde Sidi Dris a Gomara. Alguna pieza fue desmontada por los marinos, no obstante su disposición habilísima que las oculta – como si montadas estuvieran sobre montajes eclipse- tan pronto disparan.

Sabida es la abundancia de municiones de los rebeldes, incluso de artillería; centenares de granadas han disparado contra nuestros barcos y solo dos hicieron blanco; una en el “Cataluña” al chocar contra un candelero del toldo; otra, en el “Extremadura”, debajo del castillo; los marinos han pagado también su contribución de sangre. La escuadra bombardea eficazmente la costa, ha destruido poblados y embarcaciones morunas, inflingiendo duro castigo a los tercos que desoyen las voces de la concordia.

La evacuación de posiciones, ha desplegado valor, pericia y entusiasmo. Una sola noche bastó para llevar a bordo 700 hombres de la guarnición de M’Ter, 25 cabezas de ganado, 5 piezas de artillería y 150 toneladas de víveres y municiones. El enemigo se apercibió al nacer el día; era tarde para oponerse; cuando entró en el campamento, nada quedaba aprovechable. El maestre de una de las barcazas resultó herido.

La evacuación de Tiguisas fue más accidentada, por lo mucho que arbolaba el mar, A última hora se dieron cuenta los rebeldes, interviniendo eficazmente el “Extremadura”, “Cataluña” y torpedero “19”. A la salida del sol, se hallaban a bordo hombres, ganado e impedimenta. Ocupó el enemigo un pequeño blocao y tuvo el “Laya” la fortuna de volarlo pereciendo cuantos osadamente lo asaltaran.

Targa es playa ideal, superior a las más alabadas; allí se trabajó mucho, no dejando ni un grano de arroz. La evacuación de Magán, Messala y Kaasera, se hizo en pleno día mediante operaciones combinadas, que desconcertaron el enemigo. Tampoco costó bajas realizándose así de modo brillante y casi incruentamente el proyecto del Directorio de abandonar las posiciones desde M’Ter al Lau.

Los ribereños adictos, no quisieron quedar expuestos a las iras de los rebeldes. Las bracazas “K” han conducido hasta Río Martín a esos kabileños, a sus ganados y ajuares. Hoy, 1.500 gomaris y benisaidis acampan no lejos del poblado español, pescadores de oficio, ejercen su industria, protegidos cuando se alejan por los guardacostas. Las aguas de Gomara ofrecen en cantidad fantástica, calamares y las más variadas especies, que los refugiados llevan al mercado tetuaní, hallando larga compensación para su trabajo.

La escuadra del contralmirante Guerra, de la que es jefe de Estado Mayor el capitán de fragata Boado, tiene en su haber otros servicios, que la discreción silencia. Ella cosntituye eficaz salvaguardia de Afrau, Lau, Alhucemas y Peñón; ella impide la pesca a los rebeldes y el comercio, del que obtenían pingües rendimientos rifeños y gomaras; y en fin, pone coto al contrabando, en la medida de lo posible, demostrando elevado espíritu, valor e inteligencia. El día que disponga de gasolineras armadas, de rápido andar, dará caza a las que, al amparo de su velocidad, logran de tiempo en tiempo, burlar la vigilancia y refugiarse en las calas.
Los marinos de guerra son dignos compañeros de los soldados que en tierra se baten bravamente, y como ellos acreedores de la gratitud de España.

Candido Lobera….”


Fuentes:
“El Telegrama del Rif”, Melilla jueves 9 y viernes 10 de octubre de 1924, pág 1, núms. 8.406 y 8.407.

Introducción y recopilación: Hans Nicolás i Hungerbühler

1 comentario:

albouca dijo...

Bueno dias:
Mi nombre es Alberto Boutellier. He escrito un libro sobre Marruecos y Melilla, tomando algunas referencias del Heraldo de Melilla. Me ha resultado imposible contactar con el Sr. Hans Nicolas ni con nadie que esté relacionado con esta publicación. Precisaría me facilitaran algún teléfono de contacto que pueden facilitármelo a traves de mi correo albertoboutellier@hotmail.com o bien llamando a mi móvil, 610743684
Gracias por su atención.
Reciba un cordial saludo.