jueves, 25 de diciembre de 2008

Constante Miquelez de Mendiluce


Constante Miquelez de Mendiluce
Periodista y Auditor Militar

Juan Díez Sánchez
( de la Asociación de Estudios Melillenses )


Hasta hace noventa años, 1917, Melilla no se incorporó plenamente al derecho común, civil. Pues su antigua condición de plaza fuerte en continuo estado de guerra influyó decisivamente en ello. Pasados algunos años de la implantación del Protectorado español en la zona Norte de Marruecos y cuando la ciudad había experimentado un gran crecimiento poblacional, por fin se instauraron en Melilla los juzgados civiles. Quedando relegados en el recuerdo el importante papel desempeñado hasta entonces por los auditores del Cuerpo Jurídico del Ejército, en quienes recayó hasta el mencionado año 1917 la aplicación del ordenamiento jurídico español en sus diferentes ámbitos.
El conocido investigador local Gabriel de Morales y Mendicutia en la página número 621 de su obra “Datos para la Historia de Melilla”, menciona como estaba organizada a principios del siglo XX la Justicia en la localidad: Los juzgados de Instrucción veían los asuntos criminales de acuerdo con lo ordenado en el Código Militar, y en Consejo de Guerra; el Juzgado de Guerra de Primera Instancia entendía de los temas civiles al igual que el Juzgado de Moros y Juzgado Municipal. Además existía el Registro Civil, en funcionamiento desde el año 1872. Y el Registro de la Propiedad, así como la Notaría también estuvieron a cargo de personal militar hasta los años 1909 y 1907 respectivamente.
Y además, el Presidio, que fue clausurado en el año 1906 dependía del estamento militar.
A lo largo de los años, siglos, fueron muchos los jurídicos militares que aportaron su esfuerzo desde la discreción, en pos de una mejor convivencia en Melilla. Conocemos los nombres de algunos de ellos, si bien el que alcanzó mayor renombre profesional y humano, a nuestro modesto entender, fue Constante Miquelez de Mendiluce y Peciña. Un ilustrado y buen hombre de leyes cuya huella periodística permanece indeleble en las páginas del vetusto diario “El Telegrama del Rif” que allá por el año 1902 fundara Cándido Lobera.
Queremos recoger, fusionar en la figura de Miquelez nuestro reconocimiento a la labor de los auditores militares. Aquellos profesionales en cuyas manos permaneció la Administración de Justicia en Melilla hasta el año 1917.


Constante Miquelez
Nacido el día 24 de diciembre de 1874 en Bernedo, provincia de Álava y tras cursar los estudios de Derecho, ingresó en el Ejército como Auditor de Guerra en el año 1903.
Buena parte de su carrera profesional estaría vinculada a Melilla, concretamente entre los años 1904 y 1922. Aquí, uno de sus primeros destinos fue el de secretario del Juzgado de Moros, un curioso tribunal creado en el año 1867 a raíz del establecimiento de la Aduana Marroquí, para resolver de forma sencilla, verbal, los litigios entre comerciantes de Melilla y Marruecos, acogiéndose a ella de forma voluntaria los interesados. A requerimiento de los marroquíes este tribunal presidido por el Comandante General, amplió sus funciones.
En Melilla habitó una vivienda situada en la calle Alta del Pueblo.
En el año 1913, Constante Miquelez era asesor jurídico de la subinspección de Tropas de la Policía y Asuntos Indígenas.
Experto en Derecho Islámico, también trabajó en la oficina de Asuntos Indígenas y publicó diversas obras sobre el tema, una de ellas fue el folleto titulado “Derecho Marroquí. El testigo y el juramento”, que vió la luz en el mes de agosto de 1917.
Constante Miquelez en el año 1920, como vocal de la Junta de Arbitrios, propuso el nombramiento del coronel Gabriel de Morales como Cronista Oficial de la Ciudad. Iniciativa que fue respaldada por el Municipio.
En 1922 el señor Miquelez pasó destinado a Madrid, al Consejo Supremo de Guerra y Marina. Y tres años más tarde, en diciembre de 1925, el Directorio Militar presidido por el general Miguel Primo de Rivera lo nombró Director General de Prisiones, único cargo técnico-político que desempeñó en toda su carrera militar.
Entonces era Auditor de Brigada, y en 1926 ascendió a Auditor de División.
En febrero de 1930 cesó al presentar su dimisión como Director General de Prisiones. Dejando en este organismo hondo afecto, no en vano cuando se despidió, sus subordinados lo acompañaron hasta la puerta del edificio.
Entre el 10 de octubre de 1927 y el 15 de febrero de 1930, en su calidad de Director General de Prisiones, Representante del Estado, ocupó un escaño como asambleísta en el Congreso de Diputados.
Durante la II República no sufrió persecución alguna por su colaboración con la Dictadura.
Periodista
No sólo el señor Mendiluce destacó en el mundo del Derecho, pues como persona enamorada del periodismo también se entregó a esta actividad con entusiasmo.
Primero dirigió el periódico “El Heraldo Alavés”, y una vez destinado en Melilla, desde el año 1904 pasó a colaborar con el diario local “El Telegrama del Rif”, en el cual desempeñó el cargo de redactor-jefe y consejero de su director y propietario Cándido Lobera.
Así ya en las páginas de El Telegrama de fecha 19 de noviembre de 1904 se comentaba: “ En la reciente ausencia de Melilla de Cándido Lobera, se encargó de El Telegrama del Rif el señor Constante Miquelez de Mendiluce auxiliado por Alberto Miret, Jaime Tur y Teodoro F. de Cuevas”.
Escritor culto, de agudo ingenio, observador. De fluida y castiza prosa seductora, popularizó el seudónimo de “Don Segis”.
Hombre modesto, siempre sereno y bondadoso, en Melilla gozó de enorme simpatía, y fue un gran conocedor de la problemática melillense y marroquí.
Una vez que abandonó Melilla a comienzos del año 1922, continuó trabajando para “El Telegrama”, con sus habituales colaboraciones literarias e información militar.
El 22 de diciembre de 1923 Mendiluce publicó en “El Telegrama” un interesante artículo sobre la problemática de las indemnizaciones a los civiles españoles que murieron o bien perdieron bienes en el transcurso del Desastre de Annual en 1921. Indicando en el mismo que no había medidas legales al respecto, al existir un vacío legal .
Cárcel de Victoria Grande
Como Director General de Prisiones promovió en el año 1927 el pase al
Ministerio de Gracia y Justicia de la cárcel preventiva de Melilla, instalada en el Fuerte de Victoria Grande con carácter provisional desde el mes de abril del año 1910, y dependiente de la Junta Municipal de Melilla. Luego que en esta añosa fortaleza se instalase en la primavera de 1908 la primera estación radiotelegráfica de las que ha prestado servicio en la ciudad. Y que mantenía comunicación con Almería gracias a una enorme antena sustentada en un poste de 51 metros de altura emplazado delante de su puerta de acceso.
En este sentido “El Telegrama del Rif” publicó en su edición del 24 de julio de 1927 la promesa realizada por Miquelez de Mendiluce. Añadiendo a continuación que el personal de la cárcel formaba parte de la plantilla de la Junta Municipal y que anualmente costaba a las arcas de la ciudad unas 75.000 pesetas.
El traspaso de competencia se realizó el 1 de enero de 1928. Informando al respecto el diario “El Telegrama del Rif” de fecha 3 de enero bajo el encabezamiento de: “Toma de posesión de los funcionarios de prisiones”. Y siguiente texto: “En la mañana del domingo 1 de enero de 1928. La cárcel ha pasado a depender de la Dirección General de Prisiones. El antiguo personal: el Jefe, Benito Ruiz Mata, pasa a desempeñar el cargo de inspector de recaudación. Tres vigilantes pasan a ocupar plazas de guardas del Parque Hernández. Y un vigilante pasa a ordenanza del Centro de Policía. Algunos vigilantes han quedado sin destino. Se dará cuenta de ello al Ministerio de la Guerra para que le proporcione otros destinos.
Antes había 7 vigilantes. Y ahora habrán 1 jefe y 5 oficiales.
Coincidió además la entrega de Victoria Grande a Justicia con el establecimiento definitivo en Melilla de las plantillas de los cuerpos de Vigilancia y Seguridad. Creemos que también por interés de Mendiluce. Unas entidades hoy agrupadas bajo la denominación de Cuerpo Nacional de Policía.
Asesinato
“El Telegrama del Rif” en su edición del 10 de abril de 1937 informó del trágico final de Constante de Mendiluce en Madrid por los revolucionarios izquierdistas: “ En Madrid ha sido vilmente asesinado por los marxistas nuestro ilustre compañero Constante Miquelez Mendiluce, Auditor de División, perteneció al Telegrama en su fundación. Ya había dirigido antes El Heraldo Alavés. Conocedor del Derecho Musulmán y cuestiones africanistas... Fue consejero y colaborador de Cándido Lobera... Durante muchos años fue redactor – jefe de El Telegrama del Rif.
Sólo tuvo un cargo político, como técnico, el de Director General de Prisiones durante la Dictadura de Primo de Rivera. Y no fue perseguido por la República”.

Otros profesionales
En el conjunto de funcionarios del Cuerpo Jurídico Militar, aquellos hombres encargados de informar sobre la interpretación de las leyes y proponer su resolución en Melilla, también podemos destacar a los tenientes auditores Carlos Navascúes y de la Sota, fallecido a comienzos del año 1920, y Miguel Gambra Sanz, Juez Municipal de Nador, que en 1921 publicó el folleto “Régimen político y administrativo de Melilla en el porvenir y sus relaciones con el Protectorado”. Un trabajo que obtuvo el primer premio en el certámen de la Fiesta de la Raza, organizado en el año 1920 por el Ateneo de Melilla.

Manuel Lorduy fue también un significado juez instructor militar, que nacido en 1869, después de prestar servicio en Puerto Rico en los primeros años del siglo XX se encontraba en Melilla. Gran fotógrafo, retrató a ocho asiduos rateros varias veces expulsados de la ciudad, para que fueran reconocidos. Y para ello exhibió las imágenes de éstos delincuentes a modo de “cuadro de honor” en lugares públicos, así como remitió a la Sección de Asuntos Indígenas.
El señor Lorduy asimismo colaboró en el aporte iconográfico utilizado por el historiador Gabriel de Morales en su obra “Datos para la Historia de Melilla”, editada en el año 1909.
Del talante de estos militares, y a título de ejemplo, nos ilustra elocuentemente el hecho de que cuando en el mes de marzo de 1894 en una reunión de la Junta de Arbitrios el vocal vicario expuso la necesidad de cesar a dos guardias urbanos por vivir amancebados, el vocal auditor se opuso a ello al indicar que no procedía el cese mientras no hubiera escándalo público.

Constante Miquelez de Mendiluce


miércoles, 10 de septiembre de 2008

RAFAEL LÓPEZ RIENDA

Figura inolvidable: Rafael López Rienda

Juan Díez Sánchez ( de la Asociación de Estudios Melillenses )


La imagen de este insigne periodista, escritor y cineasta granadino que desarrolló gran parte de su trabajo en el norte de Africa, se agranda con el paso de los años luego de que fuera rescatada del olvido por nuestro entrañable amigo el melillense José Marqués López allá por el año 1996.

Mucho ha llovido desde entonces y han sido varios los investigadores que ha divulgado la magna obra de López Rienda. Un gran trabajo a pesar de su prematura muerte a consecuencia de un accidente de automóvil.

Recientemente en su tierra natal, la trayectoria vital y obra de tal ilustre hijo ha sido rememorada por la pluma del también periodista Rafael García Manzano, formando parte del libro "Figuras inolvidables del periodismo granadino". Editado por la Asociación de la Prensa de Granada en mayo de 2008 con la colaboración de la Obra Social de Caja Granada.

García Manzano además de a López Rienda en su última obra ha evocado a Manuel Santaella Pérez ( Loja, 15.08.1916 - La Coruña, 5.04.1977 ); Manuel Tovar Siles ( Granada, 10.08.1875 -Pinares de Chamartín de las Rosas, Madrid, 10.04.1935 ); Augusto Jerez Perchet ( Puerto Real, Cádiz, 29.03.1844 - ); Francisco Pérez García ( Motril, Granada, 6.06.1900 - ); Julio Moreno-Dávila y Martín ( Madrid, 6.11.1907 - Granada, 18.02.1970 ); Narciso de la Fuente Ruiz ( Granada, 29.10.1886 - Granada, 8.03.1977 ); José Luis de Mena y Mejuto ( Madrid, 28.03.1940 - Granada, abril de 1990 ); Daniel Saucedo Aranda ( Santander, 1921 - Granada, 28.08.1985 ); Rafael Gómez Montero ( Avila, 14.10 1922 - Granada, 27.09.1994 ); Miguel La Chica y de la Guardia ( Granada, 1904 - Málaga, 7.06.1931 ); Emilo Nadal Peramos ( Motril, 1893 - Granada, 1976 ), y Enrique Hernández Gómez ( Granada, 20.03.1872 - Granada, 31.01.1949 ).

Un excelente trabajo sobre la apasionante historia del periodismo en Granada que concluye con un epígrafe, donde gracias a una gran laboriosidad, recoge un buen número de los pseudónimos utilizados por los profesionales de la prensa en aquella provincia.

El apartado o capítulo que dedica a López Rienda, páginas 97 -105, Rafael García Manzano lo titula "LOPEZ RIENDA, EXCELENTE CORRESPONSAL DE GUERRA, NOVELISTA Y GUIONISTA DE CINE". Donde nada más comenzar el autor nos desvela su enorme valía personal con su sinceridad: Era el día 22 de abril, martes, del año 1997, cuando quedé citado en la cafetería Olimpia, en la Gran Vía granadina, con mi entrañable amigo y compañero, Juan Bustos Rodríguez, gran periodista y cronista oficial de la ciudad de Granada. El motivo era muy simple: entregarme documentación sobre un escritor y periodista llamado Rafael López Rienda, que deseaba lo incluyera en alguno de mis libros sobre los hombres que han hecho historia en la Prensa.

El singular Juan Bustos había escrito el día anterior un artículo en su sección "Puerta Real" del diario "Ideal" que, entre otras cosas decía esto:

"Hasta hace un par de semanas confieso que no sabía nada de un granadino llamado Rafael López Rienda. Pero un joven documentalista melillense, José Marqués López, ha tenido la amabilidad de enviarme un sin fin de datos y detalles de la vida azarosa de este paisano malogrado, cuyo nombre y apellidos sólo tienen constancia en escasos diccionarios y enciclopedias, y a quien se va a rendir homenaje en algunas ciudades españolas, Melilla entre ellas, con motivo del centenario de su nacimiento.

Ha pasado algún tiempo, pero no he olvidado el encargo de mi compañero. Y en este nuevo libro de biografías sobre hombres de la prensa granadina he tenido muy presente su petición Mucho más cuando el ilustre sevillano ( Juan Bustos ) falleció años más tarde, concretamente nos abandonó en el mes de enero del año 2005".


A continuación nuestro periodista y escritor Rafael García menciona las escasas fuentes que evocaba a Rafael López Rienda. Datos biográficos e irrupción en el periodismo luego de alistarse en el Ejército y poco tiempo después,con dieciseis años ingresar en el Grupo de fuerzas Regulares de Larache. sus novelas, obras de teatro y cine son también evocadas, así como temprana muerte hace ahora ochenta años, el 15 de septiembre de 1928.

Desde Melilla, tierra adelantada en la recuperación de la memoria histórica del ilustre periodista López Rienda, agradecemos sinceramente que nuestro polifacético personaje forme parte de la magnífica obra de Rafael García Manzano, "Figuras inolvidables del periodismo granadino".

CÁNDIDO LÓPEZ CASTILLEJOS

Capitán, arabista y abogado dejó profunda huella en la historia de Melilla: Semblanza de su carrera militar
Cándido López Castillejos: prototipo del oficial de Africa

Juan Díez Sánchez ( de la Asociación de Estudios Melillenses )


Introducción:

Entre las numerosas personas relevantes, que han dejado imperecedera huella en Melilla, se encuentra Cándido López Castillejos. Quien nacido en el pueblo cordobés de Hinojosa del Duque el 5 de octubre de 1891, siendo niño pasó a residir en nuestra ciudad, en el seno de una familia muy conocida, no en vano su padre fue capitán de Infantería que luego de prestar servicio en las Islas Filipinas, se retiró del Ejército y pasó a desempeñar en Melilla el cargo de jefe de la Guardia Urbana Municipal.

Muy joven, Cándido López emuló a su padre e ingresó en el Ejército como voluntario, al mismo tiempo que comenzaba sus estudios de árabe y posteriormente de chelha. Unos conocimientos adquirido inteligentemente con previsión, cuando era inminente la actuación de España en el norte de Marruecos, y que dirigirían, catapultarían su meteórica carrera militar, gracias también a su temerario valor.

Paradigma de sus amigos y conocidos, de la sana juventud melillense, su férrea voluntad e inteligencia lo llevaron a cursar los estudios de Bachillerato y posteriormente de Derecho. Intelectual, arabista y comprometido con el progreso social de Melilla. Por ello, no nos sorprende que todos aquellos que hemos buceado por los recovecos de la historia más reciente de nuestra población, y más concretamente en las décadas de los convulsos años veinte y treinta del pasado siglo XX, hallamos sentido admiración y reconocimiento hacía su figura.


Hombre admirado

El primer estudioso que me habló repetidamente de él, e incluso me dejó una nota acerca de su semblanza biográfica, fue mi inolvidable maestro y amigo José María López Domínguez ( 1921 – 2007 ). Y luego el Decano del Colegio de Abogados de Melilla, Blas Jesús Imbroda; Director del Archivo Central, Vicente Moga, Enrique Delgado, José Marqués, Carlos Esquembri y Antonio Belmonte.

Y algo que acrecentó aún más nuestra veneración fue saber gracias a José María López, que Cándido López Castillejos, “poseía una de las mejores bibliotecas jurídicas de esta ciudad, y además importantes libros literarios y de temas generales. Dicha biblioteca fue saqueada y sus libros fueron ( casi todos ) al parecer, a la alta Comisaría de España en Tetuán.

En septiembre de 2006 tuve acceso a su hoja de servicio en la Milicia gracias a la amabilidad del Sr. Director del Museo Militar, Coronel D. Benito Gallardo; mas obligaciones ineludibles me impidieron profundizar, ordenar su biografía. No siendo hasta ahora, cuando contagiado del entusiasmo que siempre pone José Marqués en sus relevantes investigaciones y después de que éste me mostrara la tumba donde yacen los restos de López Castillejos, me animase a escribir acerca de su rica y compleja trayectoria vital centrándome en estas líneas en su faceta castrense.


Carrera militar

Como ya hemos indicado, siguiendo los pasos de su padre ingresó en el Ejército como soldado voluntario de Infantería en el Regimiento Melilla número 59 el día 21 de junio de 1907, cuando contaba dieciséis años de edad.

En este regimiento de guarnición en Melilla, donde residía la familia de López Castillejos, luego de ocho meses y después de ejercer de cabo, el primer día de julio de 1909 ascendió a sargento por elección.

Apenas disfrutaba de una semana de sargento, conoció nuestro personaje en toda su crudeza la responsabilidad que conllevaba los galones al desencadenarse la Guerra del Rif o Campaña del 9. Originada por el vacío de poder existente entonces en la zona marroquí inmediata a Melilla tras la huida de ella de quien hasta entonces había ejercido su despótica autoridad: El Roghi Bu Hamara, uno de los entonces frecuentes falsos pretendientes al sultanato del vecino país.

Cándido López en el transcurso de esta campaña que se desarrolló a las puertas de Melilla, participó en los combates de Sidi Hamed el Hach, Hidum, Zoco el Hach, Taxdirt y Gurugú. Destacando por su valerosos comportamiento en las dos últimas acciones mencionadas: Taxdirt y Gurugú. Recibiendo por cada una de ellas una Cruz del Mérito Militar, ambas con distintivo rojo y la segunda de Plata y pensionada con 7.50 pesetas al mes, por haber conducido convoyes a las posiciones avanzadas.

Vemos pues como nuestro joven sargento, cuando aún le faltaban dos meses para cumplir los dieciocho años de edad, había demostrado con creces su valor ante el adversario. Luciendo por ello sobre su pecho dos cruces del Mérito Militar además de los pasadores con los nombres de los combates en que intervino. Satisfacción y alegría rotas en noviembre del mismo año 1909 por el fallecimiento de su padre.

En 1910 fue destinado en comisión de servicio a las Fuerzas Indígenas. Y cuando al año siguiente se inicia la Campaña del Río Kert nuevamente brilló su bravura al frente de los siempre abnegados combatientes de cultura tamazigh al servicio del Sultán.


Protectorado

Como más valiente entre los valientes, López Castillejos intervino en numerosas acciones, muchas veces en vanguardia sosteniendo tiroteos y refriegas. Cruzó el prohibido Río Kert y participó en la ocupación de posiciones.

Destacó su presencia en los combates mantenidos en las inmediaciones del Río Kert a partir del 24 de agosto de 1911. Concediéndosele por ello una nueva, su segunda Cruz de Plata del Mérito Militar con distintivo rojo, pensionada de manera vitalicia con 25 pesetas. Y al año siguiente obtuvo una Cruz de Primera clase, también con distintivo rojo por su encomiable labor de montar emboscadas nocturnas en persecución del contrabando que surtía a las fuerzas rebeldes, así como contra las partidas de malhechores que saboteaban la línea telefónica militar.

Nuestro admirado Cándido López es segundo teniente de Infantería de la Escala de Reserva por méritos de guerra desde el 7 de octubre de 1911. Con veinte años recién cumplidos. También ejercía tareas políticas ante los poblados rebeldes con la finalidad de establecer acuerdos que evitasen el siempre inútil derramamiento de sangre.

A lo largo del año 1913 continuó efectuando reconocimientos, persiguiendo a molestos merodeadores y organizando emboscadas protectoras de la línea telefónica. En algunas ocasiones montadas luego de obtener valiosas confidencias. Siendo por todo ello recompensado con la Medalla de la Campaña de Melilla 1911 – 1912 con sus correspondientes pasadores, así como la Medalla de África.


Ascensos

En este relativamente tranquilo año 1913, López Castillejos obtuvo su segundo ascenso por méritos de guerra. Así con fecha de 26 de octubre de 1913 obtuvo su pase al grado de primer teniente.

En el transcurso de 1914 participó en diversas ocupaciones militares en el territorio vecino, protectorado de Marruecos desde 1912, encomendado a la Comandancia General de Melilla. A lo largo del año 1916 se le asignó las jefaturas de la oficina de Asuntos Indígenas en Beni Sidel y Grupo de vigilancia Indígena, donde permaneció hasta el año 1918, realizando gestiones para la atracción de los rifeños no sometidos, así como asegurar la tranquilidad en la zona sometida. Un periodo marcado por el desarrollo de la I Guerra Mundial y en el que España evitó cualquier acción, avance que a la postre pudiera afectar a la seguridad de la vecina zona bajo control de Francia, un país empeñado rudamente en la Gran Guerra europea.

Por ello, López Castillejos entonces tuvo como principal tarea la de vigilar a los contrabandistas, agitadores políticos y agentes de propaganda extranjeros. Realizó gestiones como las que en abril de 1918 lo llevó hasta Alhucemas, a las órdenes del entonces teniente coronel José Riquelme, de la Oficina Central de Asuntos Indígenas, a fin de entablar contactos políticos con los dirigentes de las tribus de Beni Urriaguel, Bocoya y Tensaman.

En octubre del mismo año 1918, López Castillejos regresaría al archipiélago de Alhucemas, esta vez como jefe accidental de la Oficina Indígena local, nexo con los vecinos aún no sometidos. Y luego de poco tiempo regresó a la zona de Melilla, donde participó en algunas operaciones con su proverbial ardor, siendo una vez más recompensado con una Cruz de primera clase del Mérito Militar con distintivo rojo y pensionada.

Fue felicitado en 1918 por los servicios prestados que culminaron con la disolución de la harka.

En situación de disponible desde finales del año 1918 y hasta 1929, ejerció como profesor de chelha en la Academia Oficial de Arabe de la Comandancia General de Melilla.

Con fecha de 19 de agosto de 1918 fue promovido al empleo de capitán, por antigüedad.

Entre los meses de mayo y octubre de 1922 estuvo agregado a la Oficina Central de Asuntos Indígenas, realizando gestiones políticas en la zona Oriental del Protectorado, destinadas a la atracción de caudillos rebeldes, así como el rescate y abastecimiento de los prisioneros españoles cautivos de Abdelkrim. Al igual que años atrás, practicó algunos reconocimientos. También en este año fue nombrado López Castillejos profesor interino de árabe vulgar y literal de la Escuela General y Técnica de Melilla, con un sueldo de 4.000 pesetas anuales. Una escuela luego denominada Instituto General y Técnico Victoria Eugenia y donde en 1930 fue nombrado secretario. Recordemos que Cándido López además de tener un conocimiento perfecto del árabe y el chelha, igualmente conocía el idioma francés.


Descanso del guerrero

Hombre inteligente e inquieto, en el año 1921 obtuvo el título de Bachiller, y en 1924 opositó para una plaza de Intérprete de Arabe de la Alta Comisaría. Obtuvo el número uno en los exámenes, mas renunció a ella pues únicamente participó en las pruebas para demostrar sus vastos conocimientos, ya que disfrutaba de una holgada situación económica.

Entre los años 1924 y 1926 ejerció interinamente de Director de la Academia Oficial de Arabe de Melilla. Cargo que simultaneó con el de profesor de chelha. Y en 1926 también fue designado capitán auxiliar y cajero, en 1927, de los Somatenes de Melilla, unidad cívico militar creada por la gracia del dictador Miguel Primo de Rivera.

A pesar de sus numerosas ocupaciones, López Castillejos encontró ganas y tiempo para seguir progresando en su formación. Alcanzando merecido fruto su loable tenacidad el 5 de febrero de 1927, fecha de expedición de su título de Licenciado en Derecho por la Universidad de Madrid.

Pasó a ejercer como abogado algunos meses después, a comienzos de septiembre de 1927. Celebrándose poco después, el 1 de octubre en su honor un banquete en el Casino Militar. Por entonces ocupaba la vicepresidencia de la Sección de Estudios Africanistas del Ateneo de Melilla.

Parecía como si Cándido López barruntara lo que el destino le depararía dos años más tarde, cuando por Real Decreto de 21 de septiembre de 1929, la Presidencia del Consejo de Ministros suprimió las academias de Arabe y Chelha de Melilla. Quedando nuestro estudioso capitán en situación de excedente, sin que ello afectara sustancialmente a sus emolumentos.

En situación de disponible forzoso, continuó hasta la proclamación de la II República Española, cuando tras concedérsele el retiro con residencia en Melilla, causó baja en el ejército. Tenía entonces López Castillejos la edad de 40 años. Un aún joven y entusiasta melillense dispuesto a arreglar un poco, con los medios a su mano la abogacía y la política, el mundo local, una sociedad que risueña y confiada estrenaba democracia.

Cándido López Castillejos, aquel valiente soldado que en las campañas de Marruecos derrochó valor, ahora, iniciada la Guerra Civil en Melilla, el 14 de agosto de 1936 fue asesinado, entregando vida y alma por sus ideales, una más justa España.

( Este artículo fue publicado el 30 de diciembre de 2007, en las páginas de La Gaceta, suplemento dominical del diario El Telegrama de Melilla )

martes, 26 de agosto de 2008

FEDERICO PITA ESPELOSÍN

Aproximación a un olvidado intelectual de la Melilla de comienzos del siglo XX
Federico Pita Espelosín : militar, africanista y abogado

Juan Díez Sánchez


Introducción

Federico Pita es una figura singular en el panorama de nuestro pasado histórico más reciente. Vinculado a Melilla entre los años 1898 y 1904, así como el periodo comprendido entre 1922 y 1936, su talento y profunda huella permanece en los archivos, bibliotecas y hemerotecas a la espera del oportuno estudio y reconocimiento.

Hijo del Capitán de Infantería Federico Pita Caramas e Isabel Espelosín Suárez de Daza, nació en La Habana, Cuba, el 26 de octubre de 1874. Ingresando en 1893 en el Ejército, donde luego de mil avatares alcanzó el empleo de Comandante de Infantería.

Hombre de confianza del General Angel Aznar y Butigieg, siguió a éste como Ayudante de Campo en importantes destinos, incluyendo el de Ministro de la Guerra, lo que le reportó un gran conocimiento de los entresijos del poder.

Pita contrajo matrimonio en 1899 con María Molina Ferrer. Y quince años más tarde, en 1915 logró el título de Licenciado en Derecho.

Fue nombrado en 1907 académico de la Real Academia de La Coruña, y de la Real Academia Hispanoamericana de Artes y Ciencias de Cádiz, en el año 1915.


Vida militar

Ingresó en el Ejército en Madrid en el mes de diciembre de 1893 y después de ascender a cabo por elección en el año 1894, al año siguiente fue nuevamente ascendido, esta vez a sargento y otra vez por elección.

Estando destinado en Bilbao como sargento, formó parte de un Batallón expedicionario que tuvo destino Cuba, desembarcando en la Habana en septiembre de 1896. Teniendo aquí oportunidad de participar en algunos combates así como realizar el examen de ingreso de la Academia de Infantería, de la que saldría once meses después, a finales de 1897 como segundo teniente. Luego de terminar con aprovechamiento un plan de estudios con cursos abreviados. Por los servicios prestados en Cuba, se le concedió la Cruz de Plata del Mérito Militar con distintivo rojo.

Como oficial su primer destino estuvo en Melilla en 1898, inicialmente en el Regimiento Melilla número 2 y luego en el Batallón Disciplinario, hasta el mes de febrero de 1904, cuando abandonó la ciudad.

Entre los años 1908 y 1919 ejerció como Ayudante de Campo del General Angel Aznar Butiggiay, en sus diferentes altos cometidos: Capitán General de las 8ª y 1ª región, Ministro de la Guerra, Comandante General del Cuerpo de Inválidos, Director General de la Guardia Civil, Comandante General de Alabarderos, Jefe de la Casa Militar de su Majestad Alfonso XIII y finalmente Presidente del Consejo Supremo de Guerra y Marina. En el mes de enero de 1911, como Ayudante de Campo del Ministro de la Guerra, formó parte del séquito del Rey Alfonso XIII en su segunda visita a Melilla.

En 1919, año en que asciende a Comandante, fue designado Sargento Mayor de la Plaza de Pontevedra, para luego, hasta octubre de 1922 ejercer de Juez Permanente de Causas de la 1ª región.

Desde finales de 1922, cuando regresó a Melilla, y hasta junio de 1923, laboró en Tropas y Asuntos Indígenas, para después, hasta septiembre de 1925 ocupar destino en la Mehal-la-Jalifiana de Tafersit núm. 5.

Después permanecería como disponible voluntario, situación que concluyó en el mes de julio de 1931, cuando obtuvo el retiro en el Ejército. Luego que en abril de ese año prometiera por su honor servir bien y fielmente a la República.

Iniciada la Guerra Civil española y contando ya 62 años de edad, volvió a las armas. A la dirección de Movilización, Instrucción y Recuperación, luego al Batallón de Guarnición núm. 337, en Segovia, y por último nuevamente a la Jefatura de Movilización.

Debemos destacar que estando en Segovia, en enero de 1938, salió con su unidad para Toledo, con la finalidad de cubrir el frente de Riaza. Y que meses después, en septiembre partió con su Batallón para Marruecos, prestando servicio en el Zoco Arbaa de Beni – Hassan.


Condecoraciones

El carácter inquieto y aplicado de Federico Pita lo llevó durante su carrera militar a conseguir numerosas distinciones. Sus estudios militares y africanistas merecieron felicitaciones, menciones honoríficas, las gracias de sus superiores e incluso varios premios en metálico.

Por su reiterado acreditado valor ante el adversario en acciones de guerra, fue recompensado tanto en Cuba como en Marruecos con cruces del Mérito Militar. Apareciendo también citado como distinguido en algunos combates. Y por los importantes servicios prestados en el Ministerio de la Guerra, en 1911 se le otorgó la Cruz de la Orden de Carlos III, al igual que anteriormente, en 1901 la Cruz Roja Española le concedió su Medalla de Oro.

Finalmente, debemos indicar que en los años 1905 y 1908 nuestro entrañable oficial del Ejército participó con trabajos sobre estudios militares en dos exposiciones internacionales. Obteniendo en ambas merecidos reconocimientos. En la primera, celebrada en Lieja, Bélgica, fue premiado con una Medalla de Oro. Mientras que en la segunda, que tuvo lugar en Burdeos, Francia, consiguió Medalla de Plata.


Escritor africanista

El hecho de haber permanecido entre los años 1898 y 1904 destinado en Melilla, ciudad entonces destinada a servir de punto de partida para la prevista acción de España en Marruecos. Hizo que el entusiasta e inquieto Federico Pita se sintiera atraído por los temas norteafricanos, dedicando parte de su esfuerzo intelectual a escribir algunos libros sobre el tema.

Pronto, en el mismo año 1898 y seguro que fruto de su estancia como destacado en el archipiélago de Alhucemas entre los días 27 de enero y 7 de julio, de ese año. Pita publicó un folleto de 52 páginas, “Algo sobre la tribu de Bocoya”, una zona marroquí próxima.

Por entonces nuestro joven teniente también se ocupaba de diversos problemas del país, escribiendo sobre ellos en revistas y diarios de tirada nacional , tan prestigiosos como “El Ejército Español”, “La Correspondencia Militar”, “El Heraldo”, “El Imparcial”, “Nuevo Mundo”, “Esfera”, “A.B.C.” y “Blanco y Negro”.

En 1902 y en colaboración con Manuel Luque, redactó el folleto “Estudio sobre el pasado, presente y futuro de nuestras aspiraciones en Marruecos”. Y al año siguiente de abandonar Melilla, en 1905 dio a la luz la obra “Estudios sobre Marruecos”.

En el año 1907, el ascenso a Capitán sorprendió a Federico Pita en Argelia efectuando prácticas en el Ejército francés como agregado en el Regimiento núm. 1 de Tiradores de guarnición en Blida. Una estancia que le repostó el material y experiencia suficientes para realizar el trabajo “La Argelia Francesa”, así como el nombramiento por el Ejército galo de miembro de la orden Nichem de Hekikier.

Después escribiría “La Acción militar de España en Africa a través de los tiempos”, y “Lo que hemos hecho y lo que debimos hacer en el Protectorado Español”.

Su vuelta a Melilla en noviembre de 1922 e incorporación a la Subinspección de Tropas y Asuntos Indígenas, y nombramiento al mes siguiente como Interventor Militar de Sidi Dris El Riffi, nombrado Aamel del Rif. Lo llevó a involucrarse en una polémica que alcanzaría dimensión nacional.

Recordemos como en 1922, en un momento de inestabilidad política y desorientación en cuanto al rumbo a tomar en los asuntos de Marruecos, el Gobierno español decidió otorgar autonomía administrativa al Rif bajo su control, para contrarrestar la insulgencia liderada por Abdelkrim. Intento que fracasó rotundamente, en buena medida por el interés mercantilista de Sidi Dris, y que incluso obligó a Pita en 1923 a viajar hasta Madrid para explicar una situación tildada en la prensa nacional como de gran escándalo.

Entonces las posiciones avanzadas en el vecino Marruecos eran frecuentemente atacadas, sin que éstas pudieran ejercer más acciones que las defensivas por estar prohibido de forma tajante desde 1922 los avances y operaciones de castigo. De acuerdo con los planes pacifistas del Gobierno de turno. Inaguantable situación duramente criticada por los militares que veían caer multitud de compañeros, especialmente de las fuerzas de choque, legionarios y regulares, a cambio de nada. Un estado vergonzante que igualmente produjo descontento social en una Melilla que conoció el relevo de seis comandantes generales desde julio de 1921 hasta mediados del año 1924.

El amplio conocimiento de este asunto llevó a Pita, mediado el mes de junio de 1925 a publicar la obra de 125 páginas titulada “El Amalato del Rif”, del cual el diario local ”El Telegrama del Rif” en su sección Bibliografía, se referiría con estas palabras:

“Un nuevo opúsculo del fecundo escritor y culto africanista Federico Pita, acerca de la discutida implantación del Amalato del Rif...”

La experiencia lograda en contacto con las tropas marroquíes igualmente la plasmó en la memoria “Misión política y táctica de las fuerzas indígenas en nuestra Zona de Protectorado...”. Para finalmente en 1934 publicar “Unos cuantos meses de observación en la Capital del Protectorado”.

El siempre atrayente costumbrismo y religiosidad marroquí también lo reflejaría en trabajos como “El Aspecto Religioso – Musulmán en la Zona Oriental de Nuestro Protectorado”, “Justicia Musulmana. Apuntes y Comentarios sobre Legislación Musulmana y Derecho Consuetudinario”, “Por tierra de Africa: Mezquitas y Santones”, “Mujeres Arabes” y “Por tierras de Quebdana. Cabo de Agua” ( 1929 ).

Igualmente, de temática militar redactó varios trabajos que merecieron el reconocimiento de sus superiores. E incluso en 1920 el Rey dispuso se le diera las gracias en su Real nombre a Federico Pita como premio a su laboriosidad y amor al estudio.


Hombre de leyes

Figura muy responsable y erudita, siendo bastante joven al igual que se interesó por los temas africanos, los asuntos legales también debieron de complacerle. Pues ya en los años 1901 y 1903, siendo Teniente, actuó como defensor de compañeros en causas solventadas ante el Consejo Superior de Guerra y Marina.

Tras años de escarceos con el mundo de las leyes, no dudaría en profundizar en su estudio. Obteniendo en 1914 por la Universidad Central de Madrid el título de Licenciado en Derecho. Al año siguiente, 1915, volvería a ejercer de defensor en un par de procesos, para en 1919 y recién ascendido a Comandante, desempeñar el cargo de Juez Permanente de la Primera Región Militar.

En la imprenta melillense “Gráficas Postal Exprés”, en 1922 publicó “Unas cuantas defensas”, uno de cuyos ejemplares se conserva en la biblioteca Cándido Lobera del Hospital del Rey, en Melilla la Vieja.

Luego de regresar a Melilla, en el transcurso del año 1924 fue nombrado Presidente de la ponencia técnica formada para redactar un proyecto de reglamento táctico, una cartilla y una libretas militar para las tropas de la Mehal–la. Por cuyo trabajo sería felicitado. Y asimismo marchó algún tiempo a Madrid para defender a un Comandante de Artillería.

En 1930 se le concedió una mención honorífica por su colaboración en la redacción del trabajo “Memorándum Jurídico Militar”. Pero antes, a partir del mes de septiembre de 1925, cuando pasó a la situación de disponible voluntario, Federico Pita comenzó a ejercer la abogacía en Melilla. Constando en la prensa local que tenía despacho en 1926 en el número 1 2º de la calle Castelar. Y en 1933 en el número 11 de la calle General Marina. En 1936 formaba parte de la Junta de Gobierno del Ilustre Colegio de Abogados de Melilla, ejerciendo el importante cargo de secretario.


Figura pública

En nuestra ciudad, Melilla, la imagen del pundonoroso Federico Pita no pasó desapercibida en ninguna de sus dos estancias. Por su elevado espíritu de compromiso con sus conciudadanos. Así el 2 de septiembre de 1900 dio vida como director, a la publicación bisemanal titulada “PROGRESO DE MELILLA”. Un periódico redactado por oficiales del Ejército de efímera existencia, pues dejó de salir en junio de 1901.

En 1925 ocupó el cargo de Vicepresidente de la Sección de Ciencias Morales y Políticas del Ateneo de Melilla. Importante e influyente centro cultural en donde además impartió charlas acerca de temas tan diversos como “La mujer musulmana” ( marzo de 1925 ), “Melilla y su economía” ( abril de 1926 ), ante la crisis comercial derivada del nacimiento de la población de Villa Sanjurjo, hoy denominada Alhucemas, en Marruecos, o sobre “Educación obrera” ( noviembre de 1928 ).

En marzo de 1926 le correspondió el honor se figurar como primer firmante de una convocatoria destinada a agrupar, estrechar lazos, entre la Colonia Gallega en Melilla. Y años más tarde ocupó la Presidencia de la Asociación de Estudios Coloniales de Melilla.

La irrupción de la Política en Melilla, al autorizarse los partidos políticos y celebrar sus primeras elecciones municipales en 1931. Encontró en Federico Pita a un entusiasta seguidor del ideario propuesto por el Partido Unión Republicana, al que se afilió y donde incluso ocupó cargos como el de secretario y vicesecretario. En nuestra ciudad también formaron parte de los cuadros directivos de este partido, figuras tan señaladas como Carlos Echeguren, José María Burgos Nicolás. Ramiro Ramos, así como Carmelo y Luis Abellán.


Colofón

Federico Pita Espelosín fue un oficial paradigmático, representativo de todos aquellos cultos militares y civiles patriotas, que de mil y una formas, en los albores del siglo XX aportaron todo su conocimiento, esfuerzo e incluso la vida por el bien del país.

Como casi todas las personas sacrificadas, Pita no tendría su merecido y anhelado reconocimiento público. Una vez más, la experiencia alcanzada con el discurrir de los años lo llevaría a la frustración, cansancio y desengaño. Y prueba de ellos fue su libro “Del Protectorado Español en Marruecos. Unos cuantos meses de observación en la capital de la Zona Española”, publicado en nuestra ciudad en 1933, concretamente en los talleres tipográficos “La Ibérica”, propiedad del ilustre periodista local Nicolás Pérez Muñoz Cerisola. Obra en la que plasmó su angustia, al mismo tiempo que trazó un breve perfil autobiográfico. Así en su inicio y bajo el epígrafe “Unas líneas de exordio”, confesó Pita :

“ He estado en Africa desde el año 1898 al 1904 y desde el año 1922 hasta la fecha, interviniendo en momentos de paz y de guerra...dado conferencias sobre nuestra acción política, militar y económica, y en este periodo de treinta y cuatro años, estudiando, leyendo y viendo, he obtenido las consecuencia lógica...”

Para a continuación mostrar su pesar porque después de muchos años de trabajo,

“ no llegó a figurar entre los que forman la lista de ILUSTRES AFRICANISTAS, acaso por ser más ESPAÑOLISTA y menos INDIVIDUALISTA, en su modo de pensar. Al recordar cosas escritas en 1898 y ver la realidad de muchas ellas...reconocerán...que no hemos procedido por interés determinado y menos, personal”

Nuestro tan sincero como altruista hombre de leyes, falleció en Madrid en el mes de abril de 1944, a la edad de 69 años. Trascendiendo la noticia a los melillenses a través de las páginas del diario local “El Telegrama del Rif” del 30 de abril de ese año 1944, donde se le calificó de “antiguo y querido amigo. Comandante de Infantería y abogado muy conocido en Melilla”.

Pasados más de sesenta años de su ausencia, la trayectoria humana de Federico Pita, en sus muchas facetas, clama por ahondar en su conocimiento. Especialmente relevante en el frugaz desarrollo del Amalato del Rif y como prestigioso abogado en Melilla.

lunes, 25 de agosto de 2008

MANUEL FERRER MACHUCA

Colaborador de la prensa melillense
Manuel Ferrer Machuca: Primer abogado melillense. Primer secretario civil del Municipio y presidente de la Junta del Puerto. Líder del republicanismo. Entendido en temas norteafricanos e históricos locales.

Juan Díez Sánchez ( miembro de la Asoc. de Estudios Melillenses )


Introducción

Manuel Ferrer Machuca fue un singular personaje de la Melilla de comienzos del siglo XX, cuando todo estaba por hacer y la vieja fortaleza a pasos de gigante se convertía en toda una moderna ciudad. Entonces recordamos que nació en 1874 y falleció en 1925 en Madrid, tras abandonar Melilla en 1916 para marchar a Tetuán, capital del Protectorado español de Marruecos donde desempeñó importantes cargos.

En esta ocasión y para aproximarnos a un mayor conocimiento de su figura, acudimos a unos versos de Ferrin, su vinculación con el diario “Melilla Nueva” y presencia en la historia del callejero melillense.


Ripios de P. Pillo

La silueta rimada de Manuel Ferrer fue una de las que compusieron el libro “Melilla Ilustrada”, de José Ferrin, editado en septiembre de 1906. Unas siluetas de personalidades melillenses que anteriormente Ferrin había dado a la luz en la publicación “Nuevo Diario” de Málaga. En los versos dedicados a nuestro abogado, Ferrin traza magistralmente un perfil del siempre inquieto Ferrer Machuca.

José Ferrin Fernández, fue un conocido periodista que utilizaba el seudónimo de “P. Pillo” en muchos de sus textos en verso y prosa. Llegó a Melilla en torno al año 1905 y trabajó primero para “El Eco de Melilla” y poco después para “El Telegrama del Rif”. Así como el diario de la tarde “Heraldo de Melilla”, del que fue director y dependiente también de Cándido Lobera, propietario de “El Telegrama del Rif”. A continuación reproducimos por su interés los ripios dedicados a tan ilustre melillense:

“Don Manuel Ferrer
Presidente de la Junta del Puerto

Por ser hijo de esta plaza
conoce perfectamente
lo que le falta a Melilla,
lo que Melilla merece,
y este gran conocimiento
que de su tierra posee,
lo evidencia en las reformas
que de continuo somete
al criterio de los dignos
gobernadores o jefes
que por Melilla pasaron,
los cuales, no pocas veces,
escuchando sus consejos
dieron pruebas elocuentes
de defender de esta plaza
los sagrados intereses.
Escritor muy distinguido,
en la prensa melillense
sostuvo nobles campañas
que le dieron gran relieve,
y en distintas ocasiones
a todos mostró con creces
que don Manuel vale mucho,
sobre todo, cuando quiere.
Ocupa en la actualidad
el cargo de Presidente
en nuestra Junta del Puerto
y a su actividad se debe
que esas obras de romanos
no cesaran muchas veces.
Disfruta de la amistad
de los principales jefes
de las kábilas vecinas,
ha hecho varias y frecuentes
visitas al campo moro,
conoce perfectamente
el idioma y las costumbres
de la maghrebina plebe,
ha poco estuvo en Zeluán
visitando al Pretendiente,
y aunque nada necesita,
ni nada tampoco quiere,
Ferrer hace por su tierra
Todo, todo cuanto puede”.


Melilla Nueva

Manuel Ferrer fue también un asiduo colaborador del diario de la tarde “Melilla Nueva”, que apareció el 28 de febrero de 1919. Bajo la dirección, primero de Nicolás Pérez Muñoz Cerisola y más tarde de Emilio Sánchez Ferrer, sobrino de Manuel Ferrer.

Un periódico que se mantuvo pocos meses y estuvo ligado al entonces combativo Centro de Hijos de Melilla. Entidad nacida en su primera etapa en el año 1917, y en la que el mencionado Emilio Sánchez ocupó importantes cargos. Tras su desaparición, este Centro fue refundado en 1961 por el conocido urólogo melillense Juan Ríos García.

En “Melilla Nueva“ Manuel Ferrer colaboró firmando generalmente los artículos únicamente con sus iniciales . “M. F.”. Conviene recordar que nuestro abogado fue Socio de Honor del Centro de Hijos de Melilla. Así, el 21 de junio de 1919, con el título de “Plausible iniciativa” alabó la figura del pundonoroso y liberal coronel Miguel Cabanellas y Ferrer, “que en los campos cubanos como en los del Rif y el Yebal, demostró su valor y pericia...”.

El 23 de junio de 1919, ocupando el artículo la parte superior de la primera página : “No es cuestión de banderías, si no...”, Ferrer Machuca expresa su opinión antes la entonces aparente inmediatez de acceder Melilla a su normalización política mediante la instauración de un Ayuntamiento y creación de una representación en las Cortes.

Después de manifestarse en contra del nacimiento de partidos políticos como cauce participativo a tenor de las características de la ciudad y territorio circundante, aún insumiso. Alertó de la previsible presencia de gente sin escrúpulo ansiosa únicamente de poder. Reproducimos parte de lo publicado entonces en “Melilla Nueva” :

“Nadie que sienta amor por Melilla y tenga verdadero interés en que arraiguen y se desenvuelvan normalmente en esta localidad las instituciones civiles, podrá nunca aconsejar a sus convecinos se agrupen en banderías políticas, cuando se trate de elegir la representación en Cortes del futuro distrito electoral, y mucho menos para designar los concejales que han de formar parte del Ayuntamiento...”

A continuación ataca a quienes entonces invocaban unidad, cuando anteriormente siempre habían laborado por desunir al elemento civil y destruir los organismos que defendían los cambios en la ciudad. E incluso realizaban “boicot a las personas que laboraban a la luz del día, aquí y en Madrid, por ese cambio”.

Y para finalizar manifestaba su preocupación por los arribistas,

“que no importándole un ardite el bien de Melilla, tratan de entrar a toda costa y sin reparar en medios, en una corporación donde más que el fin administrativo, les guían ciertos apetitos, y el que les sirva la concejalía de plataforma para elevar su condición social y ampliar las esfera de su negocio...”

Este diario el 27 de junio de 1919 dio a conocer que un artículo de Manuel Ferrer había trascendido fuera de nuestra tierra:

“EL REGIONAL Y MELILLA NUEVA. Nuestro querido colega el importante diario malagueño El Regional, en uno de sus últimos números, inserta el artículo de nuestro distinguido colaborador M.F. Ver la paja en el ojo ajeno, que trataba de las relaciones entre Málaga y Melilla.
Agradecemos efusivamente la atención”

En este mismo ejemplar de “Melilla Nueva”, de 27 de junio, Ferrer Machuca publicó el artículo “Rectificando inexactitudes”, donde desmiente las contestaciones

“a las interpelaciones que los representantes de la Nación ( oposición ) han dirigido al gobierno, desde 1901 hasta hace pocos años, pidiendo cesara la situación inconstitucional en que se hallaba esta ciudad española ( Melilla ), les hizo decir en más de una ocasión...”

Pasando después a señalar algunas falsas comparaciones expresadas por el Gobierno de la nación, en relación con la Junta de Arbitrios, con la vana finalidad de legitimarla.

El 3 de julio de 1919 aprovechó Manuel Ferrer una porción de la primera página de “Melilla Nueva”, para recordar el aniversario de la perdida de la escuadra del almirante Pascual Cervera ( 03.03.1898 ) en Cuba frente a la potente marina norteamericana. Y por ende de unos marineros de nuestra ciudad enrolados a su parecer de forma ilegal:

“Fecha memorable. Aquel estéril sacrificio y derroche de valor de nuestros marinos adquieren este años singular relieve... Los hijos de Melilla, recordamos hoy a Enrique Ruiz Zurita, a José López Moral y otros bravos marineros que lucharon aquel memorable día como buenos, contrayendo afecciones que los llevaron prematuramente al sepulcro; como también no olvidamos que su alistamiento, entonces, fue de dudosa legalidad, y que el autor del mismo tuvo bien cuidado de preservar de las balas filibusteras y del mortífero clima cubano a dos apuestos mancebos, hijos suyos”

Recordemos que en 1896, se aplicó en Melilla por vez primera la Ley de Reclutamiento. Siendo entonces José Alcántara, General Gobernador. Quien ya el año anterior había intentado sin éxito establecer la contribución sobre la riqueza urbana, la industria y el comercio. Todo ello causó gran disgusto entre los melillenses.

Finalmente, el 17 de diciembre de 1919 Manuel Ferrer publicó una carta con su filiación completa. Con la intención de esclarecer una controversia originada al promoverse un homenaje al bravo general Buceta, gobernador militar de Melilla entre los años 1854 y 1856. Aprovechando la estancia en la ciudad de uno de sus hijos, César. El homenaje auspiciado por Ferrer Machuca fue mal interpretado, al recordarse, entre otras cosas, que la calle que lleva el nombre de Buceta se había visto menguada injustamente.

A tenor de esta falsa e interesada polémica, desde “Melilla Nueva” se diría:

“Mientras tanto se habla de esto, nadie habla – por ejemplo – del éxito obtenido por nuestra campaña sobre el impuesto de huecos”

Al haber suspendido la Junta de Arbitrios las medidas contra los morosos de este impopular impuesto.


Algo más


Igualmente las páginas de “Melilla Nueva” vertió en alguna que otra ocasión información acerca de la trayectoria personal de Manuel Ferrer. Así el 20 de marzo de 1919 en el artículo, “Los hijos de Melilla ante la historia” sin firma, se hacía referencia a otro artículo recientemente aparecido en el diario local “El Popular” y escrito por Isaac Echevarría, también colaborador de “Melilla Nueva”, donde se recordaban los ejemplos de civismo ofrecido por el vecindario de Melilla durante la Campaña de 1909:

“El sangriento día del Barranco del Lobo fueron a la línea de guerrilla el popular Barriga, Espinosa, Lahoz, Domingo Villena... D. Manuel Ferrer que llegó en su entusiasmo a disparar su revolver en la línea de fuego...”

Y el 19 de junio del mismo 1919, en primera página, bajo el titular de “El Turismo en Africa” y sin firma, se indicaba que por iniciativa de Manuel Ferrer había surgido en Tetuán un sindicato destinado a laborar en pro del Turismo. Como observamos, Ferrer Machuca buen conocedor del territorio y sus costumbres, e incluso lengua. Fue el impulsor de la promoción del Turismo en aquel lejano 1919, en el Protectorado de España en Marruecos.

Y también gracias a “Melilla Nueva”, conocemos que Manuel Ferrer a pesar de su ostentoso republicanismo, no era antireligioso. Pues este periódico el 23 de junio de 1919 informó de su asistencia a la Procesión del Corpus celebrada en la jornada anterior por las calles del Pueblo, presidiendo la representación del Centro de Hijos de Melilla, como socio honorífico. Además en esa procesión, su madre erigió un bellísimo altar en la puerta de su casa,


Calles

Como hombre versado en la historia local y desde su puesto de secretario de la Junta de Arbitrios. en razón del rápido crecimiento que experimentaba la trama urbana de Melilla a comienzos del siglo XX, Manuel Ferrer propuso se otorgara diferentes nombres a varias calles hasta entonces innominadas. Denominaciones que fueron aprobadas en la sesión celebrada el 30 de diciembre de 1903.

Estas calles situadas en “El Llano”, “El ensanche del Polígono”, fueron las siguientes: Pedro Segura, Carlos Ramírez de Arellano y Luis de Sotomayor. En la misma sesión y a iniciativa de Pablo Vallescá, se acordó dar el nombre de General Buceta a una calle.

Pocos años después de su muerte y tras instaurarse la II República en España y crearse en Melilla su primer Ayuntamiento, ¡ viejas aspiraciones que él no pudo ver ¡. El Municipio de nuestra ciudad acordó a comienzos del mes de enero de 1932 otorgarle una calle, la denominada hasta entonces de San Antón, en Melilla la Vieja. Por su inmediatez a la vivienda que habitó la familia Ferrer Machuca. Cambio que él no hubiera consentido nunca, pues hombre inteligente y moderado, no hubiera osado compararse con todo un Santo que formaba parte de la historia de su ciudad, de su barrio. Calle que nuevamente volvió a denominarse de San Antón, una vez concluida la guerra civil y llegar el tiempo de la revancha política en todos los órdenes.